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El 11 de marzo de 1999, a la 1:30 llega a Mérida William Izarra. CONSIGNO LO SIGUIENTE EN MI DIARIO: Voy a recibirlo al aeropuerto junto con Sinforiano Guerrero Lobo. Del aeropuerto partimos en volandas hacia el auditorio "César Rengifo", donde ya habíamos organizado una conferencia con William. La sala está abarrotada, incluso en su segundo nivel. Hace una semana estuvo en este mismo auditorio Pablo Medina; había mucha gente también, y Medina sólo habló 40 minutos; vino con una agenda apretada de compromisos y entre los ponentes también estuvo Palacios Prü; al retirarse Medina, más de la mitad de los asistentes se fueron y Palacios Prü dijo, desolado: "Mil gracias a los valientes que se han quedado a escuchar mi intervención." Pues bien, hoy tendría una maravillosa oportunidad para desquitarse, porque William Izarra está decidido a quedarse en la discusión hasta altas horas de la noche si es necesario. Una constante en estas discusiones sobre el tema de la Constituyente ha sido el encontrarnos casi siempre las mismas caras. Muy poco pueblo, casi nada de estudiantes, y hay que darle un vuelco a esta apatía. Luego de las intervenciones de Palacios Prü y de nuestro grupo del Taller de Literatura, tomó la palabra William Izarra. Con moderación William habló de la necesidad de los cambios desde el colectivo: "La Constituyente – dijo - debe ser un proceso con amplias connotaciones revolucionarias. Debe ser una transformación que transfiera el poder al pueblo, mediante cambios culturales, con un nuevo sistema de creencias y valores...". Entonces planteó su proyecto de Democracia Directa y de que la ANC debe tener características plenipotenciarias, "lo que significa que por encima de ella, sólo Dios y el pueblo: ¡Esta Asamblea debe disolver los poderes públicos y hasta solicitar si es posible la renuncia del mismo presidente!". Ante estas palabras la sala se vino abajo en aplausos. Entre quienes más aplaudían estaba Pausides Reyes…
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Del auditorio "César Rengifo" nos dirigimos a casa de Oswaldo Herrera, un dirigente vecinal quien tiene una gran aceptación en el sector de la parroquia Spinetti Dini. Su casa fue una seccional importante del MVR en Mérida, y ahora esta gente está un poco a la deriva, a la desbandada, buscando a alguien que les oriente, que les dirija. Quieren volver al MBR-200, o bajo la dirección de William Izarra, si es que éste decide fundar un nuevo movimiento. Le hacen a William un largo rosario de quejas, que el Senador anota y escucha pacientemente. Oswaldo le hace saber que están decididos a darle todo su apoyo y que harán lo que puedan porque se mantenga mi candidatura por Mérida a la Magna Asamblea. La reunión termina a las 12:30 de la madrugada. Nos acompañaba en aquella ocasión Pausides Reyes, quien tentaba el ñeque y el poder político de William, para ver si le podía acompañar en su nuevo movimiento. Pausides venía de sufrir una gran decepción con el grupo que lideraban Adelis León Guevara y Rubén Ávila en el MVR. William analiza con suma cautela todo lo que se le ofrece para asumir un nuevo movimiento nacional. Me dice que no está en sus planes participar en la contienda Constituyente. Creo entender que prefiere esperar para lanzarse por la Alcaldía de Caracas. Imagina que tiene todavía popularidad en todas las barriadas de la gran capital. Al día siguiente, a las 7:00 de mañana entrevisto a William en mi programa de televisión por OMC, llamado "Testimonios y Recuentos".
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El 12 de marzo, junto con Sinforiano Guerrero Lobo, vamos a despedir a William al aeropuerto. Quedamos muy amigos, en elaborar un gran proyecto de trabajo, y volvernos a ver pronto para realizar una gira por Mérida. Le insisto que considere participar en la campaña Constituyente.
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En reunión en el Centro de Microscopía Electrónica y nuestro Taller, del 20 de abril de 1999, Palacios Prü encontró tantas coincidencias en nuestras ideas, que le pareció muy factible fundar un movimiento con William Izarra. Acordamos seguir observando el panorama nacional, muy confuso tanto por las amenazas de la derecha como por las fracturas internas dentro de la izquierda. Luego de varias discusiones, un día Ernesto le pareció que, de momento, más bien él deseaba que yo me uniera a un proyecto político junto con Alberto Arvelo, incluso me sugiere que viajáramos a Caracas y reunirnos con otros sectores que estaba pugnando por una supuesta salida más radical. Vengo y descubro, que en el referido movimiento de Alberto Arvelo se encuentra también el cura Arturo Sosa. Algo se ha especulado en Mérida de que Alberto pertenece a un grupo que está promoviendo un golpe contra Chávez. Que al presidente le ha sido enviado una gran cantidad de información sobre los pasos de este connotado filósofo andino. Alberto es un sesudo intelectual con importantes trabajos sobre la situación política de Venezuela, quien también tiene grandes deseos de hacerse con una curul en la ANC.
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En abril de 1999, Alberto Arvelo me obsequia su libro "El dilema del chavismo. Una incógnita en el Poder- Ensayos políticos para personas que detestan a los políticos", editado por José Agustín Catalá, 1998. Le estampa la siguiente dedicatoria: "Para Sant Roz, uno de los pocos de los cuales puedo decir: es un hombre radicalmente honrado". Entonces me meto en la lectura del libro de Alberto Arvelo: De entrada, lleva en la portada una leyenda que en un filósofo es imperdonable: "Ensayos políticos para personas que detestan a los políticos". Estamos obligados a ser políticos tanto como a ser actores. Hizo falta un adjetivo: "... que detestan a los políticos de partido". Debo agregar, este es un libro admirado por personas como Jorge Olavarría, Alberto Franceschi, José Vicente Rangel (la de WDB, se entiende) y Ernesto Palacios Prü. Alberto Franceschi dice que fue a Mérida a tratar a un filósofo que sabe mucho de Constitución. Dice José Vicente Rangel, que Alberto Arvelo es implacable a la hora de juzgar a los partidos.