Pongale nombre


“Preveo la desaparición del canibalismo. El hombre está asqueado del hombre.”
Stanislaw jerzy lec

Lejos están los días del joven pueblerino, pobre y escapado de las llanuras de Portuguesa tuvo como unica opcion instalarse en un cerro de Caracas, como habitación para el reposo y el estudio en los fines de semana alejados de la escuela en los periodos de pernocta; mientras me abría paso en la carrera militar naval en La Guaira. Recuerdo con mucha claridad, entender muy poco del lenguaje usado por los lugareños cuando hablaban entre ellos, mientras ocupaban a sus anchas todos los espacios abiertos y recovecos mientras subía unos trescientos escalones de una sinuosa escalera que me llevaban al sector los Alpes del Cementerio.

”Epalè Comandante”, se dejaba escuchar la voz de algunos de ellos a mi paso, lo que denotaba un grado de aceptación en su vecindad, mientras la plenitud de la escalera se atiborraba de un espeso manto de humo que exhalaban de sus pulmones, con un agradable olor a pasto verde chamuscado muy característico, que me recordaban las quemas veraneras en la sabana.

Esas nuevas experiencias respecto al lenguaje se hacían mas notorias cuando por alguna circunstancia afloraba algún tipo de diferencia entre ellos. “Bautícelo papá”, “Póngale nombre becerro”, mientras enarbolaban tremendas “pistolotas”, que yo no había visto ni en el parque de armas de la institución militar.

De allí en adelante todo era un desastre que por lo general terminaba con un cuerpo tirado sobre los escalones y un hilillo de sangre haciendo lo propio con la gravedad por la orilla de la escalera.

Hoy traigo a mi memoria esa desafortunada experiencia, solo para rescatar la necesidad de llamar las cosas por su nombre y eso era exactamente lo que aquellos ciudadanos reclamaban a sus contrarios, la definición exacta de la situación, y con ello la magnitud, implicaciones y consecuencias.

Esta semana que transcurre, tuve la oportunidad de sorprenderme con un evento inesperado. No con las circunstancias tan dramáticas del anterior, si no al contrario la expresión de una labor humanista y académica de gran factura, valentía y de mucho respeto. Que constituye en un extraordinario aporte al lenguaje universal, ya que significa una definición concreta del tema. Se trata de un trabajo excepcional realizado por una filosofa española, que igual al noble hidalgo contado por el oriundo de Alcalá de Henares, vive una vida de empeños inimaginables, por cuanto su magisterio a estado vinculado a temas bastantes polémicos como la discriminación de la mujer, la guerra, la ecología, la genética entre otros. Se trata de la Profesora Adela Cortina Orts, una valenciana que es filósofa, catedrática Emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y directora de la Fundación Étnor y que tiene en su haber ser ganadora del Premio Internacional de Ensayo Jovellanos entre muchos otros.
En esta oportunidad se trata de un trabajo que se inició en la década del 90 del siglo pasado, sin embargo, no es hasta septiembre del 2.017 cuando es aceptado e incluido en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española.

Se trata de la palabra APOROFOBIA. Este vocablo simple, sencillo tiene en su contenido la virtud de desnudarnos como seres humanos, de presentarnos a nosotros mismos y vernos cara a cara como una sociedad hipócrita, deshonesta, de florido lenguaje, pero de accionar realmente impúdico.

No se deben levantar estandartes de libertad o democracia, que necesariamente están ligadas a un concepto de inclusión, si somos capaces de estar repletos sentimientos de desprecio, soberbia, indiferencia o repulsa por otro ser humano.

Nos quieren hacer creer que es la xenofobia lo que los obliga a construir muro o barreras, mientras sus medios promueven y pregonan el turismo extranjero.

No se discrimina ni margina a personas inmigrantes, si estas tienen patrimonio, recursos económicos o relevancia social y mediática. ¿Entonces a que les temen? A los extranjeros o a los desamparados, a los que no tiene medios para el intercambio. Tal sentimiento y actitud son adquiridos y por tanto sensibles a ser remodelados.

Como nos increpa el título de esta entrega, ya le pusimos nombre y con este la definición exacta de la situación, la magnitud, implicaciones y consecuencias. Debemos educarnos en la misma, incitando a la reflexión intelectual y moral que nos obligue a un cambio, de lo contrario seguirá corriendo el hilillo de sangre en la escalera de la conciencia de nuestra sociedad.

Recuerden que ser felices es gratis.
Paz y bien.


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José Gregorio Palencia Colmenares

Escritor, poeta, conferencista y articulista de medios

 vpfegaven@gmail.com

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