Hablar de Venezuela actualmente como nación rica para el robo, hurto, saqueo y pillaje por encima de su producción, sostenimiento, desarrollo y progreso implica una profunda reflexión que no debe contemplarse en meros escenarios nacionales, de por sí fracturados e indispuestos por retóricas evidentes de puro cinismo burocrático.
Ciertamente organismos internacionales como la Celac, Alba TCP, Unasur manejan criterios propios de la región con apoyo de países no alineados frente a las garras de las potencias occidentales, como es el caso de los Estados Unidos, empeñados en desconocer en Venezuela sus leyes, instituciones y hasta la misma idiosincrasia, todo por mantener una férrea economía donde prevalezca la inversión gringa por sobre otras en suelo latinoamericano.
Tal acción la ejerce el imperialismo norteamericano de manera injerencista y con apoyo de oligarquías locales dentro de un período les permita proyectarse previamente hacia la conquista del espacio. O sea, la aplicabilidad de la doctrina Monroe se mantiene vigente y con más rigor hasta donde siga comprobándose la riqueza de los pueblos otrora colonia española.
Y esta cultura de cómplices al robo, saqueo y hurto auspiciada generalmente por nobles y señoríos que se han dado a la tarea, bajo la figura de ser voceros políticos, unos con cargos gubernamentales y otros simplemente conectados a medios de comunicación manejados por los hilos tensores desde las corporaciones mundiales ya empiezan tener efectos perniciosos en la sociedad.
Vamos a lo sencillo: se toma una cosa prestada y no se devuelve. Se confía en alguien un bien para su uso, resguardo y protección y termina en especie de secuestro o apropiación indebida. Entramos en una particularidad que es valerse de la confianza y la buena fe en la que se puede perder la ropa interior sin percatarte –no hace falta ahondar en detalles- siendo una práctica delictiva cada vez más recurrente en diversos hogares, instituciones (incluye iglesias y cuarteles) y en cualquier plano real se coexista. Dicho efecto ¿quién o quiénes lo promueven hasta hacerlo masificar con acciones laceradas de enfermiza sed de poder? Los políticos herederos de la cuarta república conocedores sobradamente de dicho estilo de vida dentro de un país exportador de petróleo, en primer lugar y de dólares, en segundo orden.
Acá estamos vivenciando una realidad apocalíptica para el futuro de nuestros jóvenes, muchos de ellos dirigentes políticos y líderes empresariales. Como educador, comunicador social y hombre de pueblo, de esos que visita una plaza pública, compra en un mercado al aire libre y confluye en un establecimiento comercial pareciera convivimos con una juventud, en gran proporción, sin modelos o patrones de conducta definidos dentro de lo que cabe la venezolanidad y fácil se le impone estereotipos superfluos o banales. Es la receta del conservadurismo coartando todo pensamiento con identidad propia siempre resguardando las costumbres y tradiciones que empiezan por el respeto a los mayores y la propiedad ajena.
No creemos estar exagerando y más aún cuando existe un despegue forzado de las instituciones educativas por efectos de la pandemia del Covid 19. Pero si unos jóvenes no logran ver salidas para vivir en condiciones dignas y toman caminos fáciles para poder satisfacer sus necesidades y están otros de las mismas condiciones imperiosas sociales y económicas optando por las academias y cuerpos policiales, ¿para qué? ¿Eso, qué veremos o estamos viendo? ¿Más hurto, robos y saqueos? Entonces los "coquis", "cabeza e´rodillas", "topos", demás representantes hamponiles de alto calibre caerán en lo mismo: hurtar, robar, saquear hasta cada vez amalgamarse más en sociedad.
Nos vemos en jaque. Aquí no hay especulación. Desde las esferas del poder político nacional las maniobras con que nuestra juventud se entera cómo es permitido mantenerse en el poder son repetidas una y otra vez y al final es casi nulo el castigo. Y miremos esto con verdadera preocupación pues sectores de clase media dentro y fuera del país asiente con pasmosa aprobación la quiebra de monómeros, filial de Pequiven en manos de las mafias encabezadas por la dirigencia política de Voluntad Popular y su cabecilla mediático Juan Guaidó, añadiendo desde luego los destrozos causados a la nación al quedar inoperativa Citgo y dejar sin sus reservas de oro a Venezuela en bancos ingleses. De igual manera dicha organización política junto a conspicuos chupamedias de los gobiernos yanqui quebraron a Pdvsa.
En fin, la situación es cada vez más aterradora para las clases populares y la familia venezolana que come poco, trabaja más, se esfuerza más, consigue menos y lo que llega a tener debe soportar cómo la despojan y roban, hurta o saquean su patrimonio.
No es descartable mientras en Miami, ciudad epicentro de las conspiraciones hacia el gobierno y las instituciones del Estado se busca crear un nuevo show mediático con el traslado desde Cabo Verde del empresario Alex Saab para ser juzgado por delitos no de un todo claros, porque si lo comparamos con Juan Guiadó y Leopoldo López, dizque venezolanos, este hombre de nacionalidad colombiana tendría más simpatía en Venezuela por desafiar la arrogancia del gobierno norteño tras implantar bloqueos o medidas coertivas en materia de importación de alimentos, medicinas y combustibles. Pero bien, entre tanto la opinión pública nacional se distrae con este nuevo episodio de nuestra ya triste vida política alguien, con letal predisposición antivenezolana, está pensando o practicando un robo, hurto o saqueo a ti y a la nación.