Las conversaciones y acuerdos que se están librando entre el Senado colombiano y la Asamblea Nacional venezolana en función de la normalización de las relaciones consulares, diplomáticas y comerciales. Fue la Cámara Alta, representada en su gran mayoría por la oligarquía colombiana, donde existen quistes que todavía persisten en desconocer al presidente Maduro; entre ellos el propio presidente del senado; hayan asumido por unanimidad la senda del acercamiento. Si la analizamos fríamente la podríamos catalogar como un golpe de Estado institucional; apartar para un lado a un poder tan importante como el Ejecutivo y asumir esas funciones el Legislativo. Fue una decisión por unanimidad, hasta los parlamentarios proclives al uribismo, terciaron a favor del diálogo. Esta decisión es una bofetada al narco presidente Iván Duque y sus acólitos gringos. Para el 2020, fecha de las elecciones presidenciales; por los pitos que tocan, no le auguramos un final feliz, los pocos acompañantes que le quedan lo irán acompañar hasta las puertas del cementerio, hasta allí quedará el cascaron vacío de su centro democrático. El uribismo no ha tenido descanso en atacar a Venezuela. En el 2005 siendo presidente Uribe Vélez, se fue de bruces al arreciar contra el gobierno del presidente Hugo Chávez ante la OEA de darle protección a la FARC; se quedó con las "pruebas" en la mano, antes de asistir al mamotreto ese, ya Chávez había roto relaciones con ese país. En febrero del 2019, en el acontecimiento del concierto en la frontera, que se llamo la guerra de los puentes, y no era otra cosa que presionar y provocar la salida de Maduro. Al gobierno no le quedo otra alternativa que romper relaciones.
Iván Duque en su obsesión que tiene contra nuestro país, no pierde espacio para enfilar baterías; si no lo hace a través de los falsos positivos, nos acusa de país narcotraficante, de dictadura. Se apoderó de Monómeros, permite la presencia y el entrenamiento de mercenarios para invadir a nuestro país, tal como lo hizo con la Operación Gedeón, intentos de magnicidio, el cierre de las oficinas consulares, que pone en aprietos a cualquiera de sus nacionales al pretender legalizar cualquier documento, etc. Es un monigote que es manejado por el Departamento de Estado gringo, de quien por cierto no es bien visto. Por ahí estuvo Antony Blinken de quien recibió un jalón de orejas, cuando se percató del aumento exponencial de la producción de cocaína durante su mandato. Por ahí salió María Lucia Ramírez, canciller de ese país, más caliente que plancha de chino, soltando sapos y culebras ante el acercamiento de estos dos poderes, a quienes tildó de inaceptables; mientras Duque dijo tajantemente: "que el régimen (sic) de su país se niega a reconocer a Nicolás Maduro: Lo cierto en todo esto, es que el parlamento colombiano ha salido a pedir cacao, presionado por el pueblo y por el empresariado que ha perdido a un mercado cautivo y potencial como es el venezolano y ellos son los más afectados. El uribismo para la oligarquía colombiana les resulta incomodo, por las continuas masacres a los líderes sociales y asesinatos a los pacificados de la FARC EP, el incremento de la producción de cocaína, el rompimiento de relaciones diplomáticas con Venezuela.