La OEA se ha convertido en el brazo operacional de EEUU. Es condenable que países, entre otros como Colombia, se arrastre y se arrodille ante las santas palabras que son para ellos las órdenes que reciben del Departamento de Estado gringo. No debe estar lejos el día de darle un parao a esa estructura hegemónica imperial, con un pasado tenebroso y siniestro que actúa con especial ojeriza contra aquellos países que no son genuflexos a sus mandatos imperiales, poniéndoles obstáculos y trampas; mientras que a los que le son serviles los convierten en sus escuderos y lacayos que no mueven un dedo sino es bajo su consentimiento. El gobierno de los EEUU tiene una obsesión contra países como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, que por no doblegarse o haber escogido una ruta que no es la de su aprobación, salen a buscar cualquier "paso en falso" para aplicarle las zancadillas, las amenazas y luego las sanciones.
En eso de injerencias existe un largo trecho recorrido. En el 2019 Evo Morales ganó limpiamente las elecciones presidenciales en Bolivia. El inefable Luis Almagro Secretario General de la OEA lanzó unas acusaciones para deslegitimar su triunfo, sin tener pruebas, pero utilizando como brazo ejecutor a un sector de la derecha de las FFAA bolivianas, provocando la destitución del recién electo presidente. Instalándose en ese país un gobierno de facto, violadores de los derechos humanos. Llaman nuevamente a elecciones, quienes confirman como ganador a los partidarios del MAS, partido que había llevado al poder a Evo Morales. Finalmente ni Almagro, ni la OEA, se disculparon ante tan aberrante intromisión.
En Nicaragua donde el comandante Daniel Ortega gana las elecciones el pasado 8 de noviembre con el 75% del electorado, le pretenden aplicar el mismo recetario para desconocer el triunfo, pero lo hacen con mejor tecnicismo; allí apelan a una reunión de la OEA, que sería la 51 Asamblea que se llevó a cabo en Guatemala los días 11 y 12 de noviembre y pasaría a ventilar el caso de las elecciones de Nicaragua, no contentos con esto, Biden utiliza la Cámara Baja para aprobar una ley, buscando bajo la manga un pretexto "legal" y de esta manera deslegitimar al gobierno de Daniel Ortega y luego valiéndose de ese mamotreto jurídico "facilitar" la intromisión y abonar el terreno, creando falsos positivos para justificar la arremetida con más sanciones y de esta manera estrangular al pueblo de Sandino.
Hay que recordarles a los pueblos del mundo, que el único que decide el destino de Nicaragua es su pueblo y el pasado 8 de noviembre fue a las urnas y se manifestó. Entonces lo que hay que hacer es sencillamente respetar esa decisión. La OEA, ni el gobierno gringo están acreditados, ni moralmente, ni legalmente para rechazar unas elecciones. Ya es hora que los pueblos marquen su propio destino. Que estos factores de poder deben respetar los principios de la Carta de la ONU y no estén dando pasos en falso, escondiéndose en intentonas fascistas desestabilizadoras a países que no se prestan a su tutelaje. Ya muchos mandatarios se han pronunciado de la ineficacia de un organismo que solo sirve a los intereses de EEUU. México ha venido gestionando a través de sus voceros la presencia de un organismo alternativo, que sustituya a la OEA que no sea intervencionista, hegemonista, ni injerencista.
Luis Roa