Hugo Chávez ha demostrado ser un estratega fuera de serie. Una cualidad protagónica a la hora de propinarle al adversario relevantes derrotas que sustentan el avance sostenido de un proceso político que ya nadie en su sano juicio se atreve a desconocer.
Con particular estilo se presenta ante propios y extraños como un hombre de carne y hueso, con múltiples defectos y algunas virtudes. Ocasión que aprovecha al máximo para proyectar esa imagen provinciana de si mismo con la que construye el escenario ideal para ser subestimado; situación en la que se siente como pez en el agua y muy escurridizo por cierto.
No caza peleas estériles, en cada batalla persigue un objetivo vital en el que centra sus fuerzas hasta endosarle la conquista al interés colectivo.
11 de abril, sabotaje petrolero, referendo confirmatorio y reelección presidencial son parte de la historia que muestra el largo alcance de su visión geopolítica y la autenticidad de un liderazgo que trasciende continentes.
A la capacidad de estudio de este venezolano le supera con creces la de aprendizaje, con la que nos sorprende pedagógicamente en cada intervención. Cuando Vd. habla de Chávez tiene necesariamente que ubicarle en el tiempo, porque aprende y crece con acelerado dinamismo. Sus detractores rehúsan reconocer públicamente el arrollador ritmo con que aborda entusiasmado el trabajo, en realidad prefieren evadir que es el hombre que más y mejor labora en Venezuela. Un país que vive cada año en cinco brincos (navidad, carnaval, semana santa, agosto y navidad), le pierde de vista como trabajador.
Una vez concluida la campaña electoral que le llevó a la reelección, redobló su accionar despreciando la oportunidad de tomar merecido descanso. A propósito de nuestra idiosincrasia festiva, era de esperar que madrugara al enemigo en enero, retomando la CANTV, estatizando importantes empresas del sector eléctrico, solicitando una ley habilitante, haciendo importantes ajustes estructurales en dirección a un partido unido y encendiendo cinco motores alrededor de la reingeniería del poder, todo ante la mirada atónita de una oposición desolada, sin argumentos ni trabajo político.
Tras 8 años de enfrentamiento, Gentes del Petróleo, Telecomunicaciones, FAN, Fedecámaras, CTV, Consecomercio, Cultura y otros elefantes blancos, han entregado una a una las importantes cuotas de poder acumuladas en la vieja “democracia” Puntofijista. Pues bien, lo que queda de esa casta de generales acostumbrada a dirigir la batalla desde fuera, lanza su más reciente exabrupto, la guarimba alimentaria. Como siempre, el primer paso lo dan de memoria pero después de las primeras estrofas el tartamudo reincide.
Los pequeños de la cadena alimenticia empiezan a entrar por la horma y aunque no les gusta la regulación de precios, tampoco parecen dispuestos a realizar el trabajo sucio que los grandes pregonan a resguardo de los medios. No con un camino plagado de tantos militares, petroleros y comerciantes pendejos que lo perdieron todo por dejarse usar como carne de cañón.
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