La generación de formas de lucha y de resistencia de parte de los trabajadores, de los emprendedores y de los sectores populares que acompañe y consolide los esfuerzos y los planes del gobierno nacional en materia económica es una cuestión fundamental para crear las condiciones ideales que faciliten el establecimiento de un nuevo tipo de economía productiva en Venezuela. Sin la comprensión de ello, podrían conseguirse y elevarse los niveles actuales de producción, pero no se alcanzará a transformar raigalmente el modelo capitalista existente, repitiéndose los ciclos acostumbrados de auges y crisis que siempre han caracterizado al capitalismo; además de no incidir, en gran medida, en los objetivos de una igualdad social y de un buen vivir plenos. De ahí que no se puede perder de vista que la construcción de este tipo de economía deba hacerse con interés en lo colectivo y en lo nacional. Y ésto, por supuesto, obliga a todos los factores participantes a comprender la dinámica del escenario global donde se expresan las acciones neocolonialistas y neoimperialistas del capitalismo hegemónico, representado por Estados Unidos y sus asociados de la OTAN.
Habrá que recordar que los antecedentes de este gran objetivo histórico nacional se hallan plasmados en la Agenda Alternativa Bolivariana, dada a conocer en 1996, la reconstitución de la República venezolana con la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001–2007, el Primer Plan Socialista (PPS) del Desarrollo Económico y Social de la Nación para el período 2007–2013, el Plan de la Patria 2013-2019 y el Plan de la Patria 2019-2025. Así que no es ninguna novedad que el mismo sea replanteado, especialmente en circunstancias que lo ameritan, como las que se han sufrido en el país durante los últimos cinco años. En el contexto histórico nacional actual se hace necesario el cambio de concepción de la economía, algo que, a nivel mundial, muchos analistas y economistas ya han propuesto en virtud de los desastres ecológicos y los conflictos sociales e internacionales causados por el capitalismo neoliberal.
Las PyME’S como motor de producción local y regional cumplen un rol clave en la recuperación y desarrollo económicos, por lo que su atención y apoyo no estarán demás. Al contrario, al dársele cabida en los diversos planes económicos a implementar, éstas podrán expandirse, incrementando los porcentajes de empleo y la diversificación productiva; disminuyendo, a su vez, la dependencia del rentismo petrolero. Otro tanto lo merecen los emprendedores y las diferentes unidades de producción social que existan en el ámbito comunal, creándose circuitos económicos comunales, extendidos a todos los municipios y estados. Todo de acuerdo a sus características específicas, bajo un mismo criterio, replicado desde las instancias nacionales hasta las instancias locales. Agregado a ello, se debe tener en cuenta los efectos de los problemas ecológicos que le confrontar a la humanidad y los avances tecnológicos alcanzados, en un mundo absorbido por la digitalización. No se podrá pensar en una nueva economía productiva sin que exista un nivel de equilibrio entre ambos aspectos, lo que no significa eludirlos y plantearse una mera regresión al pasado.
El proceso de transformación de las actividades económicas productivas en Venezuela exige disponer de una mejor conciencia respecto a la necesidad de establecer nexos de complementariedad e interdependencia económica con otras naciones, al igual que a lo interno del país, con las diversas regiones económicas. Esto exige, por otra parte, el cambio de parámetros aún presentes en el sector empresarial; lo que es distinto en el caso del sector emprendedor, más dispuesto a las innovaciones y al esfuerzo propio, lo que les permite mantener e incrementar su cuota de mercado. Las consecuencias prácticas de dicho proceso tendrían que manifestarse en bajos precios, mayor producción, altas calidades y permanentes innovaciones, lo que beneficiará, indudablemente, a los consumidores; lo que elevará la productividad no únicamente en el sector secundario sino también en el sector terciario de la economía, siendo éste el de mayor peso en cuanto al rendimiento del PIB.