Cierra los ojos y ponte cerumen en los oídos. Rodéate de una alta empalizada para aislarte de todo cuanto de negativo, de miserable, de amenazador y de aniquilador te llegue de lo que hay sobre la faz de la tierra.
No prestes atención ni a tu salud, ni a tus problemas personales; tampoco a las enfermedades y problemas de quienes son tu familia, ni a los de tus amigos...
Ignora los incendios de los bosques, la degradación de los mares, de los ríos, de los lagos, de los humedales, y de la biosfera en general.
Nunca mires al cielo preocupado por la falta de lluvias. Espera sólo al momento de que el agua no salga del grifo.
No te resientas por el sufrimiento de millones de semejantes desconocidos por falta de alimentos y de agua, por falta de un techo, por enfermedades atroces o por el trato vejatorio y humillante que unos reciben de otros.
Líbrate de prestar atención al sufrimiento de los animales por motivos diversos y especialmente los causados por la crueldad del ser humano.
Mira a otra parte cuando los presencias o cuando sepas de los abusos de las bestias humanas sobre las personas, ni te preguntes el por qué de las guerras y especialmente el por qué de las guerras de saqueo disfrazadas de excusas; ni pienses en la mutilación en ellas de niños, de jóvenes, de mujeres, de ancianos, y de familias enteras.
Ni se te ocurra pensar en la muerte,...
No pienses en nada de todo eso, y vivirás feliz, encantado de la vida aunque tu categoría biológica te sitúe cerca de la de una rata de alcantarilla.
Si todo eso lo haces así, nadie te acusará de pesimista: el peor insulto que en el siglo XXI aparece en cualquier manual de autoayuda, y por supuesto el que puedes recibir de la inteligencia artificial...
Jaime Richart
3 Agosto 2004