Crónicas de ayer del municipio Guasimos Xll

David Zambrano:

Trabajo toda una vida en la fábrica de cementos Táchira, vivió frente a la plaza Bolívar; pero el sitio de reunión y del saludo de rigor a todos los transeúntes o a quienes se detenían para entablar alguna conversación era bajo la generosa sombra del almendrón frente a su casa, que o además de utilizarla "oficina" también era sitio de reunión para empinar el codo: ya mareado se mutaba para convertirse en un parlanchín y poner en práctica sus chanzas pesadas. En una oportunidad Orger Roa lo habían mandado a comprar una docena de huevos, no los vendían ni en las consabidas bolsas de ahora y menos en los envases destinados para esos fines; lo que llevaba era una taza que cabía muy bien esta cantidad; el asunto es que el llega a la bodega los paga; pero allí estaba David con su perorata prendida y decide oírselas; en una de esas agarra la taza y comienza a partirlos a cuchipazo limpio. Uno podría imaginarse el rostro que pondría aquel muchacho de 12 años….al rato y luego de hablar hasta por los codos, compro los huevos y se los repuso. Ese era David un hombre bonachón, amplio, generoso, amigo de los amigos y de esas jugarretas. En otra ocasión años después, subía por la calle y me lo encuentro en el mismo almendrón; estaba con unos palos encima y me dijo…usted no se va de aquí si antes no se echa un palo conmigo; pero no aquí sino en mi casa…entre y con toda la cordialidad me lo brindo, hablamos un rato y luego me dijo…ya puede irse.

Eduardo Rico;

Era un holgazán taimado, entregado a los palos, inofensivo y audaz para hacer recolectas de dinero. En una oportunidad lo vi abordar a un autobús de esos que cubren las rutas largas con un pequeño ataúd; se montaba en Palmira y se apeaba en Copa de Oro. Ya en la unidad le brotaron lágrimas de sus ojos y en medio de un inesperado llanto imploraba ante los sorpresivos pasajeros que no tenía con qué darle cristiana sepultura a su pequeño hijo. Ante aquella manifestación de dolor casi todos los presentes colaboraban sin poner en duda la autenticidad de aquellas lagrimas.. Ya en la tarde se había amarrado su borrachera y la urna a su lado impasible esperando algún incauto. En otra ocasión lo vi con un cuatro; pero con la particularidad que la apertura central de aquel instrumento musical era más amplio y no tenia cuerdas tatarateando algunos versos y con unos palos encima en la bodega del tuerto Eloy en la esquina de la calle dos con carrera cinco, en un descuido del dueño de la bodega que conocía de sus intenciones y no lo perdía de vista introduce por el agujero de aquel inusual instrumento musical medio kilo de tocino.

Luis Roa

Luisroa519@gmail.com

 

 



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Luís Roa

Licenciado en Administración de Empresas (ULA). Luchador social. Jubilado de CVG Alcasa

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