Qué falta por hacer

No hagas a otro lo que no quieras para ti, has el bien y no mires a quien, a la masa se la mete al molde del conformismo, y con ella los pocos que tienen sus propios intereses, se aseguran de que las cosas sean como hasta ahora, controlando el poder, y manipulando a través de los sistemas de pensamiento y las estructuras, como soporte del entramado urdido hace mucho ya, y sigue dando sus frutos, que las mayorías no disfrutan, pues se les hace cuesta arriba alcanzar a satisfacer sus propias necesidades, y en el peor de los casos, se mantienen bajo la dependencia de alguien, de las élites, de las instituciones, el Estado, un gobierno que se conforma de lo que se ha venido imaginando lo que conviene a imagen y semejanza de sus propios creadores. La mayoría lo acepta voluntarioso, como si se tratara de algo ya establecido de por vida, para siempre, un karma, una penitencia, un arrepentimiento por lo que no se ha hecho, o lo que se ha hecho no es suficiente, y se debe cumplir con el sacrificio para poder ser salvos. Se trata entonces incluso de mantener agachada la cerviz, y se ha vuelto una costumbre que en todas partes se repite, una y otra vez, bajo los mismos esquemas, la imposición por parte de los controladores, que aplican desde la educación interesada, lo que las sucesivas generaciones han de hacer, pensar, y trabajar, no en su beneficio, sino en el de los pocos que son quienes dicen que están, para lo que se requirió de la anuencia de los muchos que los colocaron siglo tras siglos, donde sea que están, y que luego pagan con un bozal de arepas, una bolsa, unos mendrugos, bonos de miseria, de hambre, de desidia.

Todo se vuelve costumbre, y forma parte de una herencia miserable, acompañada de una pereza mental, de ahí que radique el peor daño que se haya hecho sobre la humanidad. Es por cierto donde anida el mayor perjuicio para las comunidades en las que se ha acumulado el desafecto y la inopia que afecta a sus propios seres, transformados en mercancías que se compran y venden por una oportunidad de tratar de alcanzar en una existencia como la que hace mucho venimos presenciando, y que no hay forma ni manera de poder cubrir apetencias, ni satisfacer las necesidades, imposibilitándose la cobertura de los millones de millones de casos a diario. Lejos está poder alcanzar el estadio necesario que tanto se ha prometido generación tras generación, sin que se puedan solventar realmente las condiciones a superar, puesto que han ido en aumento múltiples y complejos factores en los que se repite el mismo cliché, es la confluencia de todo lo que hay, que no es más que todo lo que unos pocos inventan, para desde sus ideas, someter a procesos integrales, desde los pensamientos aplicados a las sociedades, en las cuales las reglas establecidas de arriba para abajo, no alcanzan para tanta gente, y son las altas esferas las que propician se ejecuten políticas al servicio de los que se dan el tupe de acaparar para su propio beneficio, vendiéndose como los generosos hijos de la patria que otros y otras levantaron con tanto esfuerzo, y dejando la vida en aras de los sueños de redención.

Cuantos milenios han pasado, qué se tiene como resultado, no es más que la cosificación de todo lo que hay, al alcance de lo profano, con el cuento de lo sagrado al cual se debe toda sumisión, siendo lo contrario aquello que se viene haciendo por parte del hombre que pone a dios como balanza, y el balance es lo que tenemos, hombres que se creen dotados de los atributos necesarios para llevar adelante lo que se supone se hace en pro de la humanidad. Pero desde que hay presencia humana en este planeta tierra, el décimo del sistema solar, en el cual el conocimiento concebido gira en torno a la magia, al mito, la religión, la fe, la creencia, la ideología, y para cada cosa se ha creado una manera de ser y hacer, en la que priva la ventaja y el picar adelante, el asestar el primer golpe, el hacerse con lo que es del otro, actuando como meros organismos en la lucha natural por la supervivencia del individuo, no de la especie, ella pertenece a otro estadio de evolución que responde a las relaciones que existen en y de la propia naturaleza donde todos y todas medramos, tomamos, aprovechamos, y devolvemos, pero en las condiciones desastrosas en la que lo venimos haciendo, cuando cruzamos el umbral entre lo que está y lo que es, es decir, lo que somos y lo que hacemos, combinando desde las abstracciones, lo que en síntesis es lo que fundamenta todo aquello que surge de una partícula, del vínculo que hay entre la experiencia de la existencia, y su correspondencia con la vida aquí y ahora en este presentismo, en el que no se corresponde lo que hay, con lo que se debe hacer con ello.



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Franco Orlando


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