El manual de Carreño, la cortesía y la medicina

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"Los problemas de Venezuela se resolverán cuando volvamos a respetar las reglas elementales de la cortesía", le escuché decir a alguien; y otro respondió: lo que pasa es que cuando no hay "pa todos", hay "patadas". Y yo pensé en el Manual de urbanidad y buenas maneras de Carreño. Pero como ese manual se refiere ampliamente a los deberes, principios y normas del comportamiento humano en innumerables situaciones y circunstancias, me limitaré a repasar lo que escribe sobre la Medicina.

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Manual Antonio Carreño (1812-1874) con estar casado con una prima de la esposa del Libertador y ser el padre de Teresa Carreño, ya tenía suficientes credenciales para que la Historia lo recordara. No obstante, hizo su aporte muy personalísimo con su Manual (1853), usado y citado en muchos países de habla hispana por largo tiempo.

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El Manual, que en líneas generales mantiene su vigencia, tiene seis capítulos; y en el último habla de la diferentes aplicaciones de la urbanidad: deberes entre familiares, esposos, sacerdotes y seculares, abogados y clientes, etc. Del parágrafo "Entre médicos y enfermos" tomo algunos puntos que consideré aleccionadores.

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La caridad y la paciencia son las virtudes sobresalientes del médico en su manera de conducirse con el enfermo.

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La salud es el bien más apreciable de la vida.

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Quien pierde la salud, busca recuperarla; por eso invoca la asistencia del médico, quien deberá ser caritativo, tolerante, cariñoso y afable para traer consuelo. Si el galeno no se conduce así se corre el riego de aumentar los sufrimientos morales y físicos del enfermo; e incluso ese manejo inadecuado puede disminuir la efectividad de los medicamentos.

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El lenguaje del médico debe ser culto y delicado. "Conviene tener algún conocimiento de la sinonimia de la lengua a fin de no incurrir en el extremo de emplear palabras alambicadas y redundantes, ni echar mano de aquellas que no hayan de expresar clara y propiamente las ideas".

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En situaciones difíciles y graves el médico debe recurrir al conocimiento de sus colegas.

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Cuando la muerte es inevitable el médico deberá emplear una exquisita prudencia y un fino tacto.

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Las consideraciones que el médico guarda hacia el enfermo son extensivas hasta sus familiares.

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El ministerio del médico coincide con el del sacerdote en el espíritu de caridad y sacrificio.

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El enfermo debe guardar hacia su médico respeto, consideración y ser prudente cuando analice el plan curativo. Debe evitar las exigencias indiscretas que conlleven al mal efecto de las medicinas.



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Edgardo Malaspina

Médico. PhD en Medicina. Docente universitario y poeta.

 edgardomalaspina@gmail.com

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