La música al peso

Ya se sabe que vivimos unos tiempos que han roto con todo vestigio de la lógica alrededor de la que más o menos han girado el pensamiento, el comportamiento y el mundo, occidentales. Sobre todo para las generaciones sobrepasadas por los cambios bruscos de la sociedad…

Pero, dentro de esa ruptura, hay unas cosas más soportables que otras. Como pasa con tantas otras cosas de la vida. Pues hay cosas, relacionadas con la misma tecnología que preside nuestras vidas y nos ata a ella, que celebramos mucho pues son muy cómodas y ventajosas. Como pueden ser la lectura de un libro en un dispositivo digital (cuya modalidad, por cierto, debiera enterrar la impresión convencional del libro en el papel para librarnos de la milenaria dependencia de la celulosa extraída de los árboles), o la valiosa posibilidad de relacionarnos de varias maneras, virtual y eficazmente desde el punto de vista emocional, con otras personas.

Sin embargo, hay otras experiencias de la misma nueva tecnología cibernética, que son mucho menos soportables… Ahora me refiero a la venta "al peso" de la música. (Por ejemplo ésta de movilizarse para tener a nuestro alcance, al instante, en teoría, la música que deseamos oír. Luego resulta que ésa que deseamos escuchar, no está. Hemos de acudir a otros sitios o a nuestra propia discoteca). El gancho publicitario, tanto de Apple como de Spotify, es que tenemos a nuestra disposición en la aplicación ¡la friolera de millones de "canciones"! incluida música clásica que, es la que exclusivamente escucho. Pues bien, he hecho diferentes pruebas y, entre los millones de "canciones" posibles, busco y no están varias de las que me interesan. Y esto me hace reflexionar…

¿Cómo es posible que hasta el arte se venda al peso? Cien millones de "canciones" o cien millones de pinturas que ofrecerá pronto otra aplicación, es una modalidad inflacionaria de la belleza y de la emoción estética que desvaloriza absolutamente las canciones y pinturas de los genios que ya no hay.

Lo que hacen Apple y Spotify con esa escandalosa propaganda y con esa limitación para minorías, es decir, no estar en el repertorio millonario justo las que yo quiero escuchar, es quitarme las ganas no ya de suscribirme sino incluso de entrar en la aplicación. Ya sé que las minorías no contamos ni cuentan para la publicidad, pero, como en tantas carencias y estupideces que emanan de la sociedad del Mercado, yo me doy el gustazo de decirlo en mi nombre, pero también en el de esas minorías…

7 Mayo 2023



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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