En las democracias con separación de poderes, los cargos son llenados mediante elecciones. La democracia burguesa se asegura de limitar las modalidades de expresión de la ciudadanía a la compra de un producto electoral por parte de las personas.
Es mucho lo que hay que transformar y transubstanciar en ese aspecto para llegar a una democracia genuina.
Es posible un poder ejecutivo que responda a los intereses de la población, sólo si se rediseña la sociedad bajo una óptica social, revolucionaria, holística.
De modo que lo que expongo a continuación servirá de poco como una medida aislada, si no va dentro de un proceso de cambio social radical.
Parto de que es necesario un poder ejecutivo, pues siempre se requiere coordinar acciones. En la Naturaleza siempre hay jerarquías. La anarquía absoluta, es una ilusión, por lo menos por ahora. Pero se puede construir una jerarquía democrática.
Esto, por cierto, aplica a todos los niveles: nacional, estadal, municipal, comunal. En el Poder Comunal ya existe legislación que de alguna manera contempla estas expresiones colectivas de ejercicio del poder.
Creo que el Ejecutivo podrá ser electo de una manera diferente a como se acostumbra.
Uno de los problemas con los cambios de gobierno cada corto período (cuatro a seis años, por lo general), es la falta de tiempo suficiente para implementar políticas de largo plazo. La Ley del Péndulo generalmente orienta el desengaño de la gente hacia una opción diferente, que adopta nuevas medidas, posiblemente en una dirección muy distinta a la del anterior mandatario. De esa forma, ninguna política logra estabilizarse. Se avanza en un zigzag tambaleante, que no favorece ni a unos, ni a otros.
¿Cómo darle más estabilidad a la planificación y ejecución de políticas públicas, y garantizar que, a su vez, sea expresión del sentir de la población?
Hay varias formas, concurrentes, que aplican el contrabalance y la realimentación:
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Una primera es que el Poder Legislativo tenga una composición que garantice el reflejo de diversas visiones en el largo plazo (por ejemplo, alargar el período de los diputados al doble, o al triple, y elegir un tercio de sus integrantes en cada período), a la vez der darle más poder al Legislativo, de modo que Legislativo y Ejecutivo se vean obligados a Co-gobernar por consenso. Y, por supuesto, que exista en el Parlamento una verdadera representación proporcional de toda la sociedad, mayorías y minorías.
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Otra similar sería que, igualmente, el Poder Ejecutivo sea electo de manera parecida al Legislativo. Por ejemplo, un Presidente es electo por quince años. Pero a los cinco años, se elige a un segundo mandatario, también por quince años, en los que deberá co-gobernar con el anterior. Y luego, cinco años después, un tercero, para formar, a partir de ese momento, un triunvirato que se refresca cada cinco años. Por supuesto, ningún mandatario en funciones podrá presentarse como candidato, ya que ejercerá la co-presidencia por quince años; deberá ser una persona diferente. De esa manera, el triunvirato deberá gobernar con un lapso de al menos quince años en mente, por consenso.
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Una alternativa a esta sería que el Poder Legislativo nombre, de su seno, al triunvirato ejecutivo, siguiendo un protocolo que garantice la representación proporcional. En el primer período nombra los tres, y luego, cada cinco años refresca sustituyendo a uno de ellos.
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Una tercera medida: Incorporar mecanismos de Democracia Directa obligantes, como consultas, referendos, encuestas, gracias a la tecnología disponible. Hoy en día todo el mundo tiene acceso en algún grado a Internet, a través de los equipos móviles celulares, y existen múltiples aplicaciones que la población ha asimilado. Este es un aspecto fundamental; sin él, lo demás no sería efectivo.
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Por supuesto, sería necesario mantener la obligatoriedad de los planes a largo plazo (al menos a 50 años), aprobados por el Legislativo, que no puedan ser radicalmente cambiados por cuestiones coyunturales. Si podrían ser revisados continuamente, por supuesto, pero deben establecerse metas de 20 a más años, que no sean fácilmente modificables. Ello obligará al consenso en el Legislativo.
Todo esto requiere normativas constitucionales, no simples cambios legislativos.
De esa forma, la gente tendrá siempre la posibilidad de elegir opciones diferentes, si la actual no está funcionando, pero manteniendo cierta inercia, que obligará a la búsqueda del consenso.