Así habría hablado yo en San Vicente y Las Granadinas, presidente Maduro…

Hermanos, ex esclavos todos del Caribe, hijos abusados de los negreros de Inglaterra de todos los tiempos, con sus rostros marcados por el fuego y el látigo de sus eternos amos, las llagas del alma en sus ojos, aún con sus tobillos y muñecas enflaquecidos por las cadenas del yugo explotador. Hermanos, tataranietos todos de aquellos que fueron arrancados de África y traídos aquí en galeras, encadenados, desnudos, enfermos, tullidos, humillados y escupidos por los colonos ingleses y españoles. Hermanos de aquellos tatarabuelos que fueron traídos a la fuerza, desencajados de nuestros pueblos, de nuestras familias, de nuestros amores, cantos, bailes, saberes, cultivos y animales. Tú, Irfaan Alí, eres uno de esos tataranietos domesticados que hoy se encuentran aquí, pugnando por defender a tus verdugos. Tú desciendes de aquellos hermanos de sangre, ultrajados, que pero que estas asumiendo el papel de los colonos para que nos enfrentemos como si fuésemos todavía viles instrumentos de sus negocios criminales, de sus viles factorías, para que nos odiemos y matemos otra vez en nombres de sus planes y proyectos. Tú y yo, mutilados por las mismas cadenas del pasado, Irfaan Ali, y que aún pretendas tú, venir a colocarte bajo sus órdenes y banderas para desafiar y atacar a éste, tu atávico hermano de sangre y de esclavitud. Tú, Irfaan Alí, estás aquí haciendo el papel de un colono británico. Peor, vienes aquí y finges no serlo cumpliendo todas las órdenes de aquellos viejos asesinos, y además te alteras y argumentas como ellos mostrando un territorio demarcado a machaca martillo por quienes te tienen aún encadenado. Y ustedes, todos aquí presentes, negros ex esclavos, que hasta hace poco le hacían loas a la reina de los grandes piratas ingleses y que vivían y aún se regodean de haber estado bajo la égida de la Commonwhelth. Tú, negro, presidente de la Comunidad del Caribe, Coricom, que nos ha atacado cuando tu pueblo hasta el aire que respira nos lo debe, ministro de Dominica, Roosevelt Skerri. Ustedes todos ex esclavos y mayordomos de los ingleses, mandamases de Santa Lucía, Granada y Bahamas. Tú, negro Keith Rowley, primer sometido de los piratas ingleses de Trinidad y Tobago. Ex esclavos, y mil veces ex esclavos de los piratas británicos todos ustedes, desgarros de esa pérfida Albión que aún no esquilma y nos roba, y nos divide. Tú, negra Mía Mottley de Barbados, de familias ultrajadas y apaleadas de África. ¿Cuál es hoy el papel de todos ustedes aquí? ¿Acaso condenarnos a los venezolanos aun cuando todos seamos tataranietos de aquellos a quienes los ingleses ahogaron en sangre? ¿Tú, Irfaan Alí, podrás creer que eres igual a quien colonizó tu tierra? ¿Tú puedes creer que podrías tener la misma condición del hombre que dirige la EXXON MOBIL en tu tierra? Señores, la violencia colonial logró deshumanizar estas tierras, logró en gran parte que muchos de nosotros amásemos a nuestros verdugos. Es lo malo con la servidumbre –decía Sartre-: "cuando se domestica a un miembro de nuestra especie, se disminuye su rendimiento y, por poco que se le dé, un hombre de corral acaba por costar más de lo que rinde". Nos domesticaron, y no digan que no Roosevelt Skerri, Keith Rowley, Mía Mottley y sobre todo tú Irfaan Ali. Esos pobladores de estas islas del Caribe que fueron domesticados a la fuerza, como enfatiza Sartre acabaron por no saber si realmente eran hombres o bestias. Golpeados y humillados hasta lo indecible, descoyuntados y mutilados, hambrientos y temerosos de todo, aún lo siguen siendo tantos como todos ustedes hoy: Roosevelt Skerri, Keith Rowley, Mía Mottley y principalmente tú Irfaan Ali. Ustedes, reconózcanlo, son de los que poco a poco fueron perdiendo el carácter y la voluntad de ser libres, hasta el punto de que a sabiendas de que Irfaan Ali está llamando a que lo ayude el Comando Sur para montar una base de Estados Unidos en el Esequibo, ustedes llegan y se ponen del lado de esas aspiraciones de sus viejos colonos. Por eso ahora me voy convenciendo de que ustedes son falsos negros, negros que pugnan para ser como los blancos colonos, los que los ultrajaron. Los habitantes de estas islas saben que ustedes son negros que se desviven por ser blancos, por ser sucesores de los que ultrajaron y asesinaron a sus tatarabuelos. Voy a afirmarme en lo que sostuvo Sartre que al cabo de tres o cuatros generaciones, sus "perniciosos instintos" ya no resurgirán. ¿Qué instintos? Los que impulsan al esclavo a matar al amo. Entonces ahora ustedes están reconociendo que en nombre de los que los torturaron ahora cometen horrible crueldad contra sus pueblos. Ustedes no podrán negar que han absorbido por todos sus poros (Sartre) el carácter, el cinismo y la bajeza de sus amos. Aquí lo recalco, hermanos: "Ese personaje déspota, enloquecido por su omnipotencia y por el miedo de perder lo que se ha robado, ya no se acuerda de que ha sido un hombre: se considera un látigo o un fusil; ha llegado a creer que la domesticación de las "razas inferiores" se obtiene mediante el condicionamiento de sus reflejos. No toma en cuenta la memoria humana, los recuerdos imborrables; y, sobre todo, hay algo que quizá no ha sabido jamás: no nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros. Los colonizadores siempre aspiraron a que una vez domesticados a fuerza de látigos y oprobios, de hambre y humillaciones, ustedes llegarían a perder el valor de la libertad, y eso es lo que ahora estamos viendo, ustedes siguen amando a su reina muerta Isabel II, y ahora a su hijo imbécil Carlos III. A ese nivel de domesticación han llegado. ¿Si aquí se desatara una guerra contra Venezuela estarían ustedes dispuestos a dar la vida por los actuales colonos de Estados la EXXON MOBIL y de Inglaterra? ¿Cómo es posible que aquel sagrado odio que tuvieron vuestros abuelos contra los esclavistas lo estén usando ahora contra sus propios negros, todavía sometidos a los planes de Inglaterra y Estados Unidos? Y termino con este otro texto de Sartre: "Todavía ciego, abstracto, el odio es su único tesoro: el Amo lo provoca porque trata de embrutecerlos, no puede llegar a quebrantarlo porque sus intereses lo detienen a medio camino; así, los falsos indígenas son todavía humanos, por el poder y la impotencia del - opresor que se transforman, en ellos, en un rechazo obstinado de la condición animal. Por lo demás ya se sabe; por supuesto, son perezosos: es sabotaje. Taimados, ladrones. ¡Claro! Sus pequeños hurtos marcan el comienzo de una resistencia todavía desorganizada. Eso no basta: hay quienes se afirman lanzándose con las manos desnudas contra los fusiles; son sus héroes; y otros se hacen hombres asesinando europeos. Se les mata: bandidos y mártires, su suplicio exalta a las masas aterrorizadas. Aterrorizadas, sí: en ese momento, la agresión colonial se interioriza como Terror en los colonizados. No me refiero sólo al miedo que experimentan frente a nuestros inagotables medios de represión, sino también al que les inspira su propio furor. Se encuentran acorralados entre nuestras armas que les apuntan y esos tremendos impulsos, esos deseos de matar que surgen del fondo de su corazón y que no siempre reconocen: porque no es en principio su violencia, es la nuestra, invertida, que crece y los desgarra; y el primer movimiento de esos oprimidos es ocultar profundamente esa inaceptable cólera, reprobada por su moral y por la nuestra y que no es, sin embargo, sino el último reducto de su humanidad".



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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