Hay más las cosas no son lo que parecen

Hay, porque existe otra forma de hacer las cosas que hacemos, sería como la manera de repartir todas las riquezas entre todos y todas, y así, de esta manera los pocos que son los acumuladores de lo que permiten sus propios privilegios de clases, pasen a ser de los muchos que tienen pocas posibilidades de lograr ser lo que está planteado por aquellos que tienen la sartén por el mango, es decir, instalando la ignorancia en lugar del conocimiento para que no se sepa sobre las causas que ocasionan las distorsiones en la naturaleza de las cosas, y como consecuencia, el padecimiento, la pobreza y la miseria, como tantas calamidades desde una irracionalidad como fenómeno, que desata las fuerzas incontenibles de la propia naturaleza. Porqué hay tanta desigualdad, porqué pocos se regodean teniendo tanto acumulado, cosas, objetos, personas, serán dioses, no humanos, y crean lo que creen, como entidades elementales y tienen como objetivo el cabal. Mientras que nosotros, los simples mortales, siendo humanos, son un ser incompleto, que nos estamos haciendo, mientras adquirimos el conocimiento necesario para lograr alcanzar lo que necesitamos saber, para que sea suficiente en confianza para con nosotros mismos, de nuestras capacidades y habilidades, que nos abre el entendimiento y la conciencia, para que cambie nuestro destino y haya cambio sustantivo en nuestra vida. Será entonces un cambio de hecho y de derecho, de manera que la experiencia de la existencia sea digna, y dure lo que tenga que durar, como las ideas y los pensamientos, que como los sistemas sirven para impulsarnos hacia nuevos derroteros, dejando atrás lo que fue, con posibilidades de revertir lo que nos ha sido dado como finitud parcial en el aquí del ahora presente.

Como las revoluciones políticas y culturales que lo transforman todo desde los propios cimientos, de todo lo que se debe cambiar, cortando de raíz las causas que generaron lo que hubo, las desigualdades y desavenencias en nuestro paso por la tierra. Son las teorías instaladas en nuestra mentes individuales, son las ideas que hemos planteado, con los pensamientos de otros que nos antecedieron, podríamos decir los controladores, que desde sus sistemas de pensamiento, sus instituciones y estructuras, dejaron colar buena parte de lo que imaginaron como creación de la nada, como el capital que acumulan los que no trabajan, pero aplican las leyes, mientras las cosas propuestas desde coyunturas, sea el modo de trasmitirnos por donde podemos o no transitar. Tales vías llenas de sinuosidades, imposibilitan, dadas las circunstancias, aquello que es sobrevenido y nos impide las soluciones a las cosas de este mundo objetivado; a los conflictos que se desarrollan. Pero acaso también nosotros y nosotras no somo los observadores y las observadoras, que hacemos que haya transformación de las cosas, de lo que hay y de lo que es. Esto sería algo importante de tener en cuenta, de manera que cabría la posibilidad de que se acabara de una vez por todas y para siempre, con tantos problemas, y principalmente resolver desde las causas, las posibles consecuencias y los perjuicios que sufren las mayorías, por una minoría que instalada en el poder de la fe, desde su creencia, imponen sus dogmas, y nos manifiestan que habrá gloria, que seremos recompensados, que no perdamos las esperanzas, que esperemos con paciencia, porque al final de la existencia, solo entonces, el predicamento se hará cierto y seremos dichosos a la carta, sin más intromisiones, veremos el reino del señor, donde todo será dicha y prosperidad. Tú lo crees y tú lo creas desde tu voluntad, y habrá un dios todo poderoso, trascendente, creador del cielo y la tierra, de la naturaleza y del hombre, del cual extrae a la mujer, de manera tal que desde lo trascendente hay realidad, como criaturas que fagocitan en tanto medran entre unos y otros, o unas y otras, en medio de la physis, donde el más apto, el que mejor se adapte, obtendrá lo que quiere en compensación al éxito alcanzado en la aventura propuesta y dispuesta, motorizada en el universo, con su perfecta mecánica y su obsolescencia programada, donde lo que entra a la fábrica, sale al mercado, hasta que dure, para luego acabar en el deshuesadero de la historia, habiendo sido el producto del desarrollo y progreso en un tiempo determinado y el lugar que ocupa, en la sociedad que le ha dado las oportunidades que las pintan calva.

Es por tanto inoperante lo que se corresponde con lo que hay, y lo que es, es decir, lo uno que se convierte en dos para ser tres, y se constituye una familia que junto a otra hacen que se constituya una sociedad, con los elementos y agregados desde afuera, porque lo que hay y es lo que encarna, que no depende de quienes han concebido, sino que la cuestión así planteada, carecería de libertad y autonomía, para lo que es el ser y el hacer desde el libre albedrío. Siendo encarnación del espíritu santo, de cuanto está previo a lo que yace y es humano, siendo hechura y no naturaleza, en esencia creación, dotados de las oportunidades que se supone tenemos, brindadas por el mundo al que pertenecemos como individuos e individuas, punto de controversia entre las infinitas posibilidades por alcanzar con la plenitud de los sentidos. Es si se quiere lo que nos ha tocado en suerte o como destino, o lo que hemos recibido por la gracia divina, siendo entonces parte del pueblo elegido por parte del soberano, con parcial independencia, dadas las características intrínsecas a los rasgos de nuestra personalidad, donde se imprimen todos los aspectos psicológicos, del yo, y del ego subjetivado, participando de lo que es bueno y lo que es malo, siendo todos por separado los protagonistas de esta zaga, mientras buscamos la felicidad perdida por el pecado original. Están factura es cargada en nosotros y nosotras por el hecho de haber incorporado o dejado colar entre lo que estaba bien desde el principio, al genio maligno, que lo trastocó todo, por la sencilla razón de la dualidad entre lo claro y lo oscuro, como parte del entramado cuántico dispuesto en la propia complejidad, una lógica de Perogrullo, que es la garantía de que siga habiendo ese algo por descubrir detrás del reflejo al mirarnos frente al espejo, donde lo que hay no se ve, y en su lugar queda es la ilusión de lo observado, que no es real sino reflejo de los sentidos, es decir la nada, el puro vacío de la plena existencia que es energía libre, en la que rebotan fotones de luz que nos dan la sensación de las figuras proyectadas en la conciencia, como plena manifestación de la experiencia de la existencia consciente, lo que no es más que la propia ilusión de los sentidos, de las formas y colores, sonidos y todo lo que previamente hemos creado y simbolizado de lo que hemos creído.



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Franco Orlando


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