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Eres tal cual como ellos, y eso no tengo por qué criticarlo.me compete. Cada cual en su terreno hace lo que puede. Es así de natural y no hay nada de qué admirarse ni que discutir al respecto, pero bueno, algo he de decirte para que veas que he reparado en tus críticas. Personajes como el susodicho (y no es que se esté volviendo innombrable) han existido entre nuestros políticos de partido por producciones industriales, tristemente. Son los que, en sus perversos subconscientes, siempre han buscado para nosotros un régimen de tipo colonial, impuesto por lo que decidan las grandes corporaciones europeas o estadounidenses. Eso tómalo en cuenta, distinguido desconocido. En verdad, nacieron por allá bien lejos, pero por carambola terminaron por aquí, como un parto de los montes.
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Porque los colonizados moral y culturalmente, por lo general, nunca lo saben, se mueren y legan sus burdas miserias a sus hijos, y así va la cosa de generación en generación, sin lograr calar en nuestras raíces. De ese tipo de seres sometidos y condicionados por el vil pasado extraño a nosotros, hay cientos de miles "venezolanos", y es muy difícil lo que se puede hacer para sacarlos de ese marasmo.
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Lo que se vive hoy en Venezuela es algo particularmente inédito; hay una demanda de cerebros sometidos que abarrota la oferta en todos los renglones, a un grado de vértigo que ya a las transnacionales de la comunicación no les hace falta ni siquiera promocionarlos en sus delirios. Sencillamente cuanto sale al mercado se lo traga el consumo de la estulticia ambulante: no hay mecate para tanta demanda de jorobados sin alma, y aunque se aprecia un bosque de seres colgando al parecer no se consigue una rama ya para los que buscan el último salto a la "felicidad redundante". Paciencia, hermano. Paciencia, que por ahí debe venir una nota de agradecimiento desde la vieja Europa. Hay todavía enjutos y miserables cobardes que tienen no obstante el poder de alentar y elevar almas incluso más degradadas que las suyas. Así está hoy el mundo y no hay por qué alarmarse ya. En los centros comerciales he visto abúlicos maniquíes hurgando en los anaqueles, por diversas razones, devorados sobre todo por la ausencia de tantos atributos entre sus semejantes.
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Hay mucho todavía por qué llorar, estimado desconocido, mucho todavía por qué echar mares de mocos porque sobran personajes que admiramos sin conocerlos, y que además se han ido y nunca volverán. Pero el problema es que se llora, triste es decirlo, por unos seres tan vacuos y anodinos, que a la vez uno ve que se trata de una forma de llorar por uno mismo. Tú no te das cuenta que estás llorando por ti mismo. Es una realidad que nos aturde en momentos cuando el campo del pensamiento ha quedado diezmado por la política importadora de sentimientos escaldados y podridos. Una práctica que tiene entre nosotros doscientos años. Pero no seré yo quien te dé consejos. Ni por el carajo.
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Se ha hecho evidente que el cuchillo ha llegado a la garganta y veo que lanzas horrendos alaridos de pena, pero por ti… Lo he dicho en otras notas: Darnos a la tarea de desacostumbrar a una población que ha perdido su vida interior debido al desintegrador vicio del consumo de fruslerías o bagatelas de todo tipo durante dos siglos, es algo imposible. Llevamos, como la corza herida, en nuestro seno, como decía el Libertador, la flecha envenenada del idiotismo, con una ponzoña voraz en nuestra sangre, y debemos por todos los medios procurar exterminarla so pena de que ella no dé la muerte... pero también es posible que no estemos vivos, y que sólo seamos cadáveres que escrudiñamos buscando un mecate…
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Siento que no tengo más nada qué decirte…
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En todo caso, te envío un saludo desde las tiernas migajas de lo que nos queda de sentimiento y de razón. No puede uno ser tampoco tan desvergonzado. Se avecinan luminosos acontecimientos y los que se fueron por allá quedarán, y nosotros por aquí, resistiendo. Por último, si tienes un tiempo libre por allí, aparte de tus grandes ocupaciones de escribidor, te recomiendo que leas la estratagema de una acción política de cooperación con las repúblicas de las Américas, que vino a Venezuela, en 1940. Se trata de una Misión Técnica Económica (presidida por el señor Manuel A. Fox) apoyada por Estados Unidos, que trabajó conjuntamente con el ministro de Hacienda del Presidente Isaías Medina Angarita, don Francisco J. Parra, para tratar urgentes temas (problemas fiscales, de inversión y financieros). Un abrazo comedido, como pocos, con toda sinceridad…