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Antes se vivía mejor -, me lanzó su respuesta, hiriente y a bocajarro, procurando, aquel Vivaracho ofenderme o molestarme.
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¿Cómo que mejor? – le repliqué.
Y este Vivaracho, con todo respeto, en un principio se desempeñaba como lavador de carros en el estacionamiento de la Facultad de Ciencias de la ULA. Luego, sorpresivamente vimos que, en 2003, se embanderó con la revolución. Posteriormente, el gobierno le adjudicó un apartamento totalmente equipado. En 2012 supe que su esposa estaba enferma, ya tenían cuatro hijos y algunos andaban desperdigados y sin control, y se lo reclamé porque le tenía confianza: "-Ocúpate de tu hogar, choco, de tus muchachos". Pero lo vi despreocupado. Andaba como desmoralizado. Él en 2006, se le veía batallador, enamorado de su pareja y no teniendo un techo se refugió en un centro de acogida en Ejido, pero 2013, con todo muy formal, estaba acomodado en un buen apartamento en residencias "Brisas del Alba", entregado por el gobierno. Hasta un carrito se pudo comprar el Vivaracho, y contaba con un puesto de perros calientes y había recibido dos préstamos golillas del gobierno, que de hecho se hizo el loco y nunca pagó. Pero, bueno, le sobrevino un encuentro con otra mujer a la que le terminó encasquetando dos muchachos y ésta sin un techo, para completar, él con argucias logró meterla en una lista, para recibir un apartamento de la Gran Misión Vivienda en Residencias "Marisela Peña". Agreguemos, que a partir de 2013, el Vivaracho argüía que el gobierno bolivariano se estaba desviando de su proyecto inicial, que se estaba volviendo tan malo que principalmente sólo ayudaba a los de la oposición y que por eso él ya estaba decidido hasta a meterse en Primero Justicia. Que su la vida se le estaba complicando demasiado, porque ya no le escuchaban ni lo atendían en ningún ente del Estado.
Escuchándole estas quejas, estas repugnantes lloronas (porque todos los que se viven quejando son igualitos), le dije al Vivaracho:
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¿Tú crees que si la ultra derecha llega al poder entonces sí le vas a conseguir una casa a tu otro frente?
El Vivaracho calló, se sintió fastidiado con mi crítica, se sentía acosado porque varios amigos ya no lo traban como antes. Y fue así como optó por hacerse el pendejo cuando se le confrontaba. En ocasiones respondía que él ya se estaba cansando de andar apoyando a unos políticos que cuando él los buscaba ni lo recibían ni le paraban… Fin de fines.
Yo la última vez que le vi, le dije:
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A toda la gente como tú, les deberían revisar lo que se les ha dado, y si es necesario quitárselos por irresponsables y sinvergüenzas.
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Pero es que yo también soy venezolano –me replicó acojonado y grosero a la vez.
¡Ay Dios mío!
Pues, la conclusión que saco después de todo esto que los medios de comunicación tienen gran culpa en todos enredos, quieren volver a engañarnos (y engañan a mucha gente). Los medios de comunicación hacen correr con grandes anuncios y reiteradas propagandas, las obras materiales que hicieron el dictador Marcos Pérez Jiménez, los adecos y copeyanos han sido superiores a las de la revolución: autopistas, torres y puentes, hoteles, el metro (que en todo caso también la revolución bolivariana le ha hecho muchas mejoras y nuevas estaciones, por ejemplo, a Metro de Caracas, de Valencia y Zulia). Como si aquellas obras del pasado, fuesen superiores a las de las misiones "Barrio Adentro", "Robinson", "Rivas" y "Sucre", o como por ejemplo el rescate para el pueblo que se hizo de Pdvsa, lo de las cooperativas, lo de la repartición de tierra a los campesinos, y mil veces más todavía lo logrado en cuanto a conciencia de que lo que somos y hacia dónde vamos. ¿Podrían mil autopistas, mil rascacielos, mil bulevares, mil lujosos centros comerciales, equipararse a la conciencia con que hoy vemos nuestro destino, ese esfuerzo milagroso y mayúsculo para evitar tantas muertes infantiles como aquí se daban? ¿Esa lucha contra la desnutrición, el analfabetismo, siendo que ahora vibramos con nuestra historia, amando con devoción consciente y sincera a nuestros Libertadores, a nuestra cultura y a Gran Patria Grande?
Habría que ir a un barrio y preguntarle a la gente si prefiere un descomunal centro como el Teresa Carreño o una poderosa inversión en la que se le lleve salud, educación, dignidad y conciencia soberana a nuestros hijos, al pueblo. Quisiera saber qué nos contestarían.