Lamentamos el fatal desenlace del militar secuestrado en Chile. El primero que salió denunciando a viva voz el secuestro fue Ivan Simonobis; desde su exilio dorado en Miami, sin parpadear y sin tener algún elemento probatorio a la mano, afirmó que había sido obra de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM); que había enviado a sus funcionarios que lo traerían utilizando como trampolín a Bolivia. Lo mismo hizo la mediática, llámese prensa, televisión y hasta individualidades, pretendieron en todo momento darle un tinte político.
La fiscalía chilena luego de algunas peripecias investigativas siguió la ruta de ser un crimen perpetrado por el hampa común. Al parecer los delincuentes no ataron bien los cabos, obviaron algunos detalles y los investigadores dieron rápido con los autores materiales y el cadáver del ex militar Ronald Ojeda Moreno y la detención de uno de los autores, coincidencia mente venezolano por agentes del Crimen Organizado y Homicidios (ECOH). Este lamentable desenlace echa por tierra la cantidad de juicios y conjeturas que se acordonaron alrededor de este hecho para arremeter contra el gobierno. Habría que agradecer al gobierno chileno y a los organismos policiales que no se comieron el cuento del secuestro político, en eso de culpar al gobierno de Maduro. Que sean los organismos policiales de ese país, esclarecer con detalles y demás ingredientes este sonado caso, que por las evidencias está ligado al crimen organizado.
