La certeza de que no hay salvación
es una forma de salvación,
e incluso la salvación
Schopenhauer
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Los jueces de la CPI son catiritos, blancos hegemónicos, perfectas ranas plataneras (y que nos perdonen las ranas), descendientes de los esclavistas de Inglaterra, Suecia, Holanda o Francia. No tienen un solo gen negro, mulato o indio. De ojos azulitos como esputos del demonio.
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Sí, han sido precisamente los padres de la CPI (los gringos y los europeos) quienes nos montaron las guarimbas entre 2014 y 2017, y que podemos esperar ¿que no nos condene? Si fueron los padres de la CPI quienes precisamente asesinaron a Chávez. Si fueron ellos quienes han tratado de asesinar a Maduro, de imponer al interino de Juan Guaidó, de montar al Grupo de Lima, de financiar el conciertazo en Cúcuta con presencia de Iván Duque y Piñera. Sin son ellos hijos mimados de Luis Almagro. Si han sido los padres de la CPI quienes activaron un dron para aniquilar a la plana mayor de quienes nos gobiernan, y después lanzaron un comando terrorista por la costa venezolana llamada Operación Gedeón. Si han sido los padres de estos señores de la CPI los mismos que se robaron nuestro avión de EMTRASUR y lo desguazaron en EE UU, entonces ¡QUÉ SE PUEDE ESPERAR, ENTONCES!
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Son los dueños de la CPI quienes han provocado la estampida criminal de cinco millones de venezolanos y aun así no están satisfechos con sus crímenes. Quieren más.
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Cuando más bien, deberíamos ser nosotros indemnizados por las criminales acciones de EE UU y la Unión Europea entre 2014-2017, resulta que la CPI activa sus artimañas para condenarnos por crímenes de lesa humanidad!
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Yo viví la horrible época de las guarimbas entre 2014-2017. Los jefes de los guarimberos en Mérida hicieron esfuerzos indecibles porque en ningún momento el horror de muerte amainara. Quemaron docenas de perros y seres humanos, provocaron grandes ecocidios para llenar de árboles derribados calles y avenidas. Destrozaron las estaciones del Trolebús y el Seguro Social donde se trataban los pacientes con cáncer. Incendiaron universidades, docenas de cavas con alimentos, la sede del Ministerio del Ambiente, el Banco Bicentenario de Ejido y Centros de Salud. Contaminaron con aceite los diques de El Vallecito (donde está el agua potable) que recibe la población de Mérida. No dejaban entrar alimentos a la capital ni a los pueblos. Pero nada de eso le importa a la CPI.
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La embajada norteamericana, la cúpula eclesiástica dirigida por Baltazar Porras, junto con cierto del empresariado, se prepararon para que el llamado de Leopoldo López, el 12 de febrero de 2014, fuera definitivo, fulminante y acabara por derrocar al gobierno. Aquella explosión de odio estallando precisamente el Día de la Juventud fue como una arremetida idéntica a la de José Tomás Boves en la Victoria el año de 1814. Los acontecimientos de hacía doscientos años adquirieron una dimensión de horror que helaba el corazón, el alma, y estallaba en los que vivíamos en Mérida aquella advertencia del Libertador:
…es un principio del arte de la guerra que toda acción defensiva es perjudicial y ruinosa para el que la sostiene; pues lo debilita sin esperanza de indemnizarlo; y que las hostilidades en el territorio enemigo, siempre son provechosas, por el bien que resulta del mal del contrario; así, no debemos, por ningún motivo, emplear la defensiva.
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Pero nosotros fuimos muy permisivos. Esa era una acción premeditada, adrede, de Occidente para que tuviera consecuencias no sólo en aquel momento, sino posteriormente, en caso de que fallara la caída de Maduro. Y la consecuencia la estamos sufriendo en este momento con este plan de condena que nos prepara la CPI. Así fuimos llegando a otros momentos álgidos de aquella incesante hostilidad contra el pueblo, que llevé meticulosamente anotado en mi diario.
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He aquí lo que anoté el 22 de abril de 2014, cuando Mérida aún gemía bajo el fuego férreo de casi tres meses de guarimbas: I) Anoche, como a las 7 de la noche, hubo otro apagón en la ciudad. Llevamos tres días seguidos con grandes apagones en todo el Estado. No dejan de ser para mí estos apagones sino sabotajes bien programados, con mensajes que se les envía a los llamados "guarimberos" para que arrecien sus ataques. En cuanto ocurrió el apagón de anoche, como de costumbre, unos niños comenzaron a sonar cacerolas y vuvuzelas, una práctica que en el vecindario donde vivo se vienen dando desde hace meses. Estos ruidos resultan realmente enervantes, porque si hay algo que en este mundo resume y define, en pocas palabras, el más horrible fascismo son estas estridentes de cacerolas, ordenadas e impuestas por los ricos. II) Cuando la urbanización entró en tinieblas, alguien gritó: "-Salgamos a la calle"; otros desde las ventanas gritaban: "¡hay que matar chavistas!" Precisamente llevábamos dos días con las avenidas adyacentes despejadas de las llamadas "barricadas", y el tráfico comenzaba a fluir con cierta regularidad, lo cual no iban a permitir los guarimberos. III) Entonces, cuánto anhelábamos que se normalizara aquella situación, y pudiésemos salir de aquellos encierros tan largos, a hacer mercado, visitar nuestros familiares y amigos. A los pocos minutos cuando volvió la luz, la furia disipada y demencial se hizo indetenible. Toda la entera noche, hasta altas horas de la madrugada estuvieron los iracundos vagos bastante borrachos y drogados, causando estragos en el sector con absoluta impunidad, derribando árboles y acarreando toda clase de objetos para hacer inexpugnable sus trincheras.
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Y ahí estaba el cuadro de los hechos recientes: más de diez personas asesinadas por tratar de levantar las fulanas "barricadas". Siempre hay paramilitares que se colocan como "protectores" de estos puntos donde incendian cauchos y basura, abalean transformadores y riegan aceite quemado. El gobierno ni nadie pueden hacer nada contra estas torturas que llevan meses, porque estamos en DEMOCRACIA y hay que respetar los derechos humanos de las personas que nos asedian, torturan y asesinan, y además porque siendo estas protestas "PACIFICAS" la OEA, la ONU, el Grupo de Lima, la Unión Europea y Washington exigen que no se detengan ni sean tocadas con el pétalo de una rosa. Cada vez que se presagia una calma en los arrebatos diabólicos de los guarimberos, cuando ellos ya están a punto de tirar la toalla o de al menos plantearse una tregua en sus llamados plantones, trancas y alzamientos de "barricadas", aparece un fino carcamán de la CIDH, de la OEA, de la ONU, o un grupo de fracasados ex presidente españoles o latinoamericanos haciendo declaraciones para enervar e insolentar el ánimo de los locos encapuchados y terroristas. Y luego de sus llamados estallan cacerolas y vuvuzelas y los guarimberos vuelven por sus fueros de horror y muerte.
Bloquear tantas vías ha impedido que:
A la gente tenga gas en sus viviendas,
B puedan desplazarse las cavas con comida y cisternas con gasolina,
C - ser atendidos enfermos con cáncer o impedido cualquier enfermo de acudir a los centros de salud,
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no puedan circular ambulancia ni bomberos (sus unidades han sido en ocasiones agredidas o quemadas),
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se den clases en algunas escuelas y liceos. La Universidad de Los Andes lleva también cuatro meses sin atender estudiantes,
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el que el transporte público gratuito (trolebús) haya sido en varias ocasiones destruido.
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Un estado de enervación alentado en todo momento por canales que se ven en Venezuela como CNN, BBC, Deutsche Welle (DW), ANTENA TRES (española), TVE (española), TV-Chile, NTN24 (colombiana), Caracol (colombiana), RCN (colombiana), El Trece (argentina), 24-horas-Chile, CNN-Chile, además de privadas nacionales como Venevisión, Televen y Globovisión.
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Si aquel horror terrorista hubiese llegado a imponerse en Venezuela, habrían sido entonces arrasados por el imperialismo todos los países en América Latina. Así hemos tenido que luchar con harta paciencia durante 25 años, marchando por el filo de la navaja, evitando a todo trance caer en el abismo de la guerra civil que es lo que persigue el imperio euro-americano. Amarga realidad.