Pena capital

De la aparición de la primera ciudad burguesa a la corporación trasnacional, el sistema de la libre empresa ha sido incapaz de brindar desarrollo sustentable a la humanidad. Tras dos siglos de hegemonía capitalista, dos terceras partes de la población mundial se encuentran bajo pobreza extrema ante las tropelías del “intercambio” desigual.

La ciencia se dedica a satisfacer las ambiciones del capital a espaldas del equilibrio vital del planeta. La medicina solo salva vidas de quienes puedan pagar. El espectro radiofónico emplea tecnologías de última generación para difundir contenidos alienantes mientras la educación se imparte en las mismas condiciones de la antigüedad.

La ley totalitaria del mercado garantiza derechos en forma directamente proporcional al poder adquisitivo; la justicia es para todos siempre y cuando tengamos “con que”. El dinero es el paradigma sagrado de la sociedad inmoral que combate la droga lucrándose de ella. Según la posición del protagonista, el mismo acto puede ser prostitución o erotismo, delincuencia o libre competencia, patriotismo o terrorismo, holocausto o daño colateral.

El sistema de las amplias libertades coloca el interés material por sobre la vida humana. Lo vimos en la oposición de la oligarquía nacional ante las restricciones de tráfico y consumo de licor en ésta semana “Santa” y con apoyo expreso de jerarquías religiosas y medios masivos de comunicación.

En fin, el Establecimiento trabaja desesperadamente por consolidar la unipolaridad global, reservando las bondades del pensamiento libre a sus partidarios y el uranio empobrecido a la disidencia.

Enormes riquezas de pocos países causan la desdicha del concierto mundial de naciones signadas por el hambre y la dependencia. A tanta “bondad” del materialismo salvaje debe sumarse deforestación, contaminación, calentamiento global, deterioro de la capa de ozono, desaparición de especies y pare de contar que son enormes las pérdidas causadas al planeta en nombre de la ganancia.

Carentes de argumentos, los defensores del capital se empeñan en mostrar el supuesto fracaso de experiencias Socialistas para justificar el coloniaje. Sustentan la superioridad del vencedor en la derrota del adversario sin importar el abuso de la fuerza militar y otras asimetrías como la promoción de fuerzas insurgentes catalogadas hoy de terroristas por sus creadores, al no obedecer el mandato divino Imperial.

Así las cosas, el legado de exterminio en los cinco continentes es según ellos prueba suficiente para argumentar que imperialismo, esclavismo y segregación constituyen el mejor modo de producción.

No vayamos tan lejos, dado lo inconveniente de nombrar la soga en casa del ahorcado, una ojeada al interior de nuestra vida, familia y vecindario será suficiente para apreciar lo poco que valemos ante unas cuantas monedas.

Afortunadamente, el listado de pueblos rebeldes crece aceleradamente y con ellos la esperanza de salvar a La Tierra de la pena capital.

cordovatofano@hotmail.com


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Daniel Córdova Tofano


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