Gallos Finos fueron Bolívar, Zamora, Cipriano Castro, Sandino, Juan Bosch, Allende, Fidel Castro, Néstor Kirchner, Hugo Chávez. Todos ellos, enfrentados a la poderosa oligarquía MUNDIAL, y así, en permanente lucha contra los imperios, dieron sus vidas. Luego surgieron pelotones de gallinas que pujaban por cantar como gallos pero en cuanto lo intentaban, se cagaban, sólo cacareaban. Boric habla y cacarea. Lula alza el cuello para cantar y se le saltan las plumas, Alberto Fernández y Pepe Mujica son patarucos por naturaleza, y al pobre Petro no le sale nada parecido a un verdadero kikirikiiiii sino súplicas a los gringos de: please, please, please help me…

Surgieron como gallitos, en cuanto los gringos los amenazaron con el foete (de Teodoro Roosevelt) se volvieron patarucos, entre ellos cabe mencionar como representante de toda esa clase, a Rómulo Betancourt. En estos momentos, muchas de esos gallitos devenidos en gallinas, están emulando al farsante de "izquierda" Rómulo Betancourt, entre quienes cabe destacar a Lula, Petro, Boric, Alberto Fernández y Pepe Mujica…

En el siglo XX, yo sentía que no tenía patria, y también sentía como José Martí que debía luchar para recuperar la que habíamos perdido en 1830. En el siglo XX nuestro país carecía de carácter, de rumbo, de proyecto propio y visión universal. Venezuela estaba en la indigencia, pero también plagada de borrachitos, de indolentes y abandonados, sometida a una inmensa tristeza e impotencia. No éramos nadie ni nada en el mundo, sometidos al vaivén de los precios del petróleo, a todas las humillaciones y desprecios. Uno luchaba a brazo partido en medio de la mayor soledad, y muy pocos escuchaban, y la inmensa mayoría decía: "¿Luchar, para qué?". Parte de esa Venezuela genuflexa, cobarde, llorona, sometida a aquellos presidentes débiles y sus barraganas, ladrones y pérfidos, todavía respira, todavía ansía volver por sus fueros, y es la que tiene un candidato que sólo existe en un pendón, en la maníaca decisión de una de aquellas viudas del pasado.

Yo amo a mi querida Venezuela, porque todos los ojos de planeta están sobre nosotros, por el sólo hecho de que decidimos buscar nuestro propio rumbo. Nuestra política económica no la dicta el FMI como si lo hace en Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Argentina, cuyos gobernantes nos envidian y nos odian. Esa política neoliberal que nos llevó a aquel 27 de febrero de 1989, que produjo el Caracazo. Porque somos diferentes, porque tenemos historia patria, porque aquí tuvimos el más grande hombre de esta tierra: Simón Bolívar, por eso nos envidian. Amo a mi patria, porque durante 25 años de ataques horrendos desde Estados Unidos, tratando de avallarnos, no nos han vencido, no nos hemos doblegado a sus dicterios, no hemos sido unos cagones y llorones que pedimos clemencia como si lo hacen ardorosamente en este instante los gobiernos de Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Chile o Ecuador.

Amo a mi tierra porque somos, desde el siglo XIX, los protagonistas de la historia de América del Sur. Amo a MI PATRIA QUERIDA porque se ha mantenido erguida, resistiendo los embates de casi mil sanciones gringas, ante una guerra económica urdida por el imperio gringo para doblegarnos, para someternos, esquilmarnos y humillarnos. Amo a mi PATRIA QUERIDA no por su petróleo o su oro, por sus grandiosos ríos y maravillosas montañas, sino por la grandeza de sus hombre y mujeres que han optado por ser libres.

Venezuela es envidiada con locura por todos los políticos impotentes de la tierra: unos porque no tuvieron el coraje de ser auténticos y les arrecha que haya existido un Bolívar que libertó América del Sur y un Chávez que marcó la lucha de los pueblos contra el imperialismo para todo el siglo XXI. Los cobardes que se autocalifican de IZQUIERDA, perfectos eunucos (Lula, Pepe Mujica, Alberto Fernández, Petro, Boric…), se unen para atacar a Venezuela, soñando que la ultra-derecha pronto se adueñe de nuestro país, y entonces ellos no vayan a quedar al desnudo, señalados como lo que son, unos verdaderos lacayos, despreciables guiñapos sometidos a los mandatos gringos.