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George W. Bush en 2001, declaró que Hugo Chávez era un dictador, y así quedó para Occidente. Toda la prensa gringa se embanderó contra Venezuela y sentenció que nuestro programa de gobierno era comunista. Y así quedó para Occidente. Por orden de Bush, salió aquella horda de enfurecidos desquiciados el 11 de abril de 2002 para derrocar a Chávez, y EE UU salió de inmediato reconociendo como justo, democrático y perfecto al presidente don Pedro Carmona Estanga, así como hizo con Pinochet, Jeanine Áñez y Dina Boluarte. María Corina, previamente con sus escuetas rodillitas había estado en la Casa Blanca presentando su credenciales para hacerse con la presidencia, ofreciéndoles a los gringos un verdadero CNE para imponer a la oposición en Venezuela: su empresa SUMATE.
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No pudieron derrocar a Chávez en 2002, y esta ofensa a un poderoso, como dice Maquiavelo, sería "VENGADA" por la CIA, por el Departamento de Estado. Nadie desconoce una decisión gringa sin consecuencias letales. Bush, buscó a todos sus iracundos serviles en el continente y los puso en ebullición, a gritar histéricamente sin descanso de que nosotros en Venezuela nos encontrábamos bajo una férrea dictadura y de que la manera que fuese había que salir de ella. Entonces comenzó la gran guerra terrorista, sin descanso, sin pausa, siempre usando a los desquiciados internos, la mejor arma gringa.
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Vimos a esos desquiciados internos, gritar: "Con nuestros hijos no se metan". Vimos a esa horda de traumatizados de psiquiátrico balbucear por doquier QUEREMOS SER LIBRES y tener dólares por carajazo para poder hacer todo lo que nos venga gana. Los vimos con vírgenes, gorras y banderas marchar, vomitando bilis, llorando, gimoteando, soltando raudales de mocos en los templos, pidiendo y rogando por la muerte y quema de chavistas siempre con el infaltable apoyo de la Conferencia Episcopal…
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Siguiendo el mandato de los malditos gringos, se lanzaron a huelgas y paros generales para destruir nuestra economía, y cada vez que mataban o quemaban a un negro, cada vez que se provocaba un apagón, cada vez que los comercios quedaban con sus anaqueles vacíos o se bloqueaban las calles con guarimbas, o se quemaban CDI’s, universidades y hospitales, estos desquiciados opositores sufrían catatónicos orgasmos, babeaban de felicidad, le agradecía a Dios por estar ayudándoles. Porque ellos sólo aman a Superman, a Brad Pitt, a Angelina Jolie, y por ser esto parecidos a sus modelos gringos adoran a Guaidó, a Leopoldo López y a María Corina y a toda la mierda frívola que se escupe por las redes. Ese es el único amor que los sostiene en este mundo y sólo para eso nacieron.
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Siempre han gritado ¡FRAUDE!, y esta vez no podía ser diferente. Esta vez, el pasado domingo, no iban a aceptar las reglas de juego tampoco. Salieron a gritar FRAUDE antes de las elecciones, Y NO PODÍA SER que ahora en ganando Maduro tampoco lo fueran a hacer. Se llegó al día de las elecciones y entonces con el apoyo cibernético de los gringos sacaron sus propias actas donde habían arrasado. Y todos los presidentes cobardes, melifluos y blandengues del hemisferio salieron a decir: ¡Es cierto lo que dictamina Estados Unidos! Y así los gringos sacan sus propias cuentas con su propio CNE y dicen que el nuevo presidente de Venezuela es el anciano malévolo de Edmundo González. No podía ser de otra manera. Pues bien, allá ellos con sus locos, allá ellos con sus amenazas, allá ellos con sus eternas trácalas, pero aquí habrá justicia, y ya no habrá coronación dentro de nuestro país de un Juan Guiadó II. Esa vaina se acabó, que de una vez por todas cojan a sus patarucos muertos. Listo…