-
Para emprender Estados Unidos esta última guerra cognitiva contra Venezuela, utilizó el elemento clave de lo religioso. En esencia también vivimos una guerra en esencia religiosa. Para la campaña electoral de María Corina se usaron elementos cibernéticos y de informática, con apoyo de robots en Estados Unidos, Argentina, Chile e Inglaterra. Todo insuflado con lo más radical de los programas de ultra-derecha como el son los proyectos neoliberales de VOX (en España) y Milei. Con gran aliento requeté (es decir alimentando la disociación sicótica para provocar una guerra civil), espíritu ardorosamente agresivo y discrepante, entró María Corina al ruedo electoral. Ella inició su campaña cargada de odios, proclamando como elemento vital el llamando a la venganza, en un estilo medieval, profiriendo anatemas en los que condenaba a la maldición y las hogueras a los chavistas. En cada sitio al que llegaba, fue con sus prédicas violentas y demoledoras, enviando al infierno a todo aquel que no se plegara ni se sometiera a sus exigencias y dicterios, porque para ella ha sido siempre vital, sostener que el chavismo no existe, y que si algo de él de veras existe, debe ser totalmente exterminado. Su consigna más recurrente fue: "Vamos a ganar y a COBRAR", y sus seguidores la asumieron y la tomaron como un emblema heroico, un medio de venganza frontal, directo, formal.
-
Véase que, ahora, en su derrota, María Corina está proclamando que su lucha (guerra), será espiritual. Apela de nuevo a lo religioso que ha sido su verdadera arma en toda su campaña, para luego de allí expandir cibernéticamente toda su furia. Ella dirigió, durante todas sus giras, una especie de guerra religiosa, "cristera". Sus visitas a los pueblos se concentraban ante todo en los templos, siempre rodeada de curas, monaguillos, beatas y monjas. Luego en las redes, podía verse cómo sacerdotes, monjas y curas la bendecían, la convertían en el centro de sus homilías por encima o al lado de la Virgen María. A ella se le veía prácticamente bañada de enormes camándulas. La colmaban, digo, de rosarios, al tiempo que grupos de curas la rodeaban haciéndole imposición de manos, y rociándola con agua bendita. Ella acabó convirtiéndose en la verdadera virgen María en todas las iglesias que visitaba, al punto que los sacerdotes parroquiales en muchos municipios la cargaron en andas y bajo palio, además de que estos curas se convertían en los organizadores de sus concentraciones y caravanas. Obsérvese, también, cómo en muchas imágenes difundidas en las redes la presentan como la virgen con un niño en sus brazos y envuelta en la bandera de Venezuela.
-
Ella, María Corina, llega al medio venezolano para rescatar aquel mandato del padre Patrick Peyton, no en su sentido original sino en otro más partidista y fascista: "La familia que reza unida, llora unida", y claro que por llorar, también para ella, es vital que permanezca unida a la causa fascista del odio contra todo lo que signifique chavismo (socialismo, comunismo). Es decir, llorar por la causa de María Corina, debe ser un mandato en familia, para de allí ramificar sus conjuros (herejes) a amplios sectores de la sociedad, utilizando las redes. El domingo, 28 de julio, a las 3 de la tarde cuando varios exit polls daban como ganador a Nicolás Maduro, se produjo en toda Venezuela una terrible y momentánea lloradera en muchísimos hogares. Fueron un sollozar especioso y a la vez extrañamente gozoso, porque en sus fueros internos se estaban regodeando en sus propias lágrimas. Todo un peligroso show de brutal histeria colectiva. Por otra parte, debe entenderse esto como algo meramente circunstancial dentro de la liturgia, porque el proceso de confrontación con la realidad, de manera rápida, los lleva a asimilar el golpe, y a asumir de ipso facto las derrotas (en política), como algo normal dentro de sus disociaciones y sicóticos comportamientos. Muchos de esos odiadores, a las pocas horas de la derrota, estaban pensando en irse a la playa, juegos, rumbas o comilonas.
-
El primer elemento de esta guerra cognitiva que estamos viviendo en Venezuela, tiene su raíz en el poder de la iglesia católica. Proviene de la bipolaridad inoculada desde la conquista y la colonización, por la imposición en estas tierras de una religión que acabó provocando en todos nosotros una gran escisión moral y cultural, porque ésta, fue una religión, dígase lo que se diga, impuesta a sangre y fuego. Una religión que trató de extirpar de raíz las creencias culturales de los pueblos originarios, nuestros mitos, nuestros valores telúricos más profundos. Porque ella llegó a estas tierras para desintegrar el amor, los más nobles sentimientos que aquí habíamos sembrado durante siglos.
-
Cuando aquí intentamos liberarnos del dominio español, se va a librar una espantosa y larga guerra religiosa. Curas y obispos se arremangarán sus sotanas, buscarán sus espadas, sus trabucos, fusiles y lanzas, y se harán los más temibles soldados en todas las batallas, siempre defendiendo los principios inquisidores del vil y cobarde Fernando VII. Algo muy grave ocurre en la mente, cuando el individuo opta por embanderarse con los valores de algunos débiles, cretinos, cobardes o asesinos (Henry Ramos Allup, Henrique Capriles, Julio Borges, Juan Guaidó, Leopoldo López, María Corina Machado…). En la Guerra de Independencia se produce esa estampida de curas sueltos o cimarrones, y por doquier se les encuentra tratando de enarbolar los estandartes del rey imbécil y de asesinar patriotas. Casi todos nuestros próceres, llegan a ser excomulgados, y una vez que, en 1819 se logra liberar a la Nueva Granada y luego en 1821 a Venezuela, se concentra en Pasto la Vendée de la revolución independentista. Es en Pasto donde se instala la mayor fuerza pro-realista y católica, donde se apiñan los más obcecados, indomables y criminales católicos (los que castran y mutilan en nombre de Dios), los que asumen la mayor y más pavorosa defensa de la España vil y colonizadora contra Bolívar. Y será allí, a la postre, la tumba y desintegración de la Gran Colombia, y se cometerá el mayor crimen de América, el asesinato del Gran Mariscal Sucre.
-
Esos valores godos, esos inflamados e infamantes locos de la religión católica en estas tierras, todavía siguen intactos, imponiéndonos sus valores extraños, plagados de dominación, superstición y miedo. Unos valores que ahora en la perdición del capitalismo (ese hediondo hedonismo, al cual está entregada la actual iglesia católica), logran mezclar los suyos con los intereses de los imperialistas gringos, para tratar de someternos y luego repartirse los botines que obtengan de sus engaños y ultrajes. Usan los templos y sus valores para conspirar e imponer gobiernos. Hoy, en Venezuela, la mayor central de perturbación social y política se encuentra en la Universidad Católica Andrés Bello y la Conferencia Episcopal Venezolana. Multitudes de organizaciones con el ropaje de católicas, reciben fondos de la USAID y la NED.
-
Existen reveladores y contundentes documentos y testimonios, que demuestran cómo la iglesia católica venezolana, trabaja palmo a palmo con la CIA, infiltrándose, ¡OJO!, fundamentalmente, en centros deportivos para envenenar y captar a la juventud. Existe por ejemplo la fundación Epekeina, dirigida por vicarios de medios de comunicación de la Conferencia Episcopal Venezolana, activistas ciento por ciento del antichavismo y metidos de lleno en las guarimbas y campañas electorales a favor de la ultra-derecha. Funda Epekeina ha recibido fondos de uno de los brazos financieros de la CIA, The National Endowment for Democracy, la NED.