Esequibo

¿Qué se discute en el Esequibo? ¿Qué hay de por medio? ¿Cuáles son los intereses en el territorio en disputa que pertenece a Venezuela? ¿Hay semejanzas con respecto al reclamo de Argentina en Las Malvinas? ¿Cuáles los antecedentes históricos que los respaldan? ¿A qué acuerdos se ha llegado en la actualidad? ¿Cuáles son los beneficios y perjuicios para Venezuela y Guyana? Cuál es la cultura y la historia respectiva, tomando en cuenta que fueron parte de lo que el Imperio Español en su momento obtuvo y legó a los territorios respectivos. Cuáles son las potencias que se han entrometido en el diferendo en Venezuela, Guyana y Argentina con valor para el derecho público internacional y respecto a las soberanías implicadas, y que implican hacer justicia en los casos señalados, y sobre todo, a quién asiste la razón, de hecho y de derecho.

Ante estas interrogantes tratemos de desglosar cada aspecto de los temas señalados en su complejidad, para buscar una posible solución en beneficio de las naciones involucradas, sin atropellar los justos reclamos en una disputa de larga data. La disputa territorial del territorio de Venezuela en el Esequibo, frente a Guyana que pretende una posesión, se remonta al siglo XIX. Venezuela se ampara para el reclamo en la posesión histórica desde la época colonial. Un laudo arbitral írrito, dictado en París 1899, le otorgó el control del Esequibo a Gran Bretaña, lo que Venezuela ha rechazado sostenidamente desde entonces, y en 1966, se firmó el Acuerdo de Ginebra, estableciendo que las partes deben encontrar una solución pacífica y práctica en la disputa del territorio. Sin embargo, ha habido injerencia de potencias interesadas en mantener el conflicto entre Venezuela y Guyana, para sacar provecho y explotar los grandes yacimientos que se encuentran en la zona en reclamación, que pertenece a Venezuela, y que Guyana ha estado explotando, igual que Venezuela en asociaciones mixtas con las transnacionales que han invertido en tale negocios productibles y rentables; intereses para beneficio de Venezuela, Guyana, EE.UU, Inglaterra, China, Rusia, y otras empresas pertenecientes a otros países involucrados. Este, a grandes rasgos es el contexto en que se dirimen las controversias y los intereses propios y los corporativos, que mantienen las tensiones y la persistencia del conflicto. Venezuela este año realizó un Referéndum Consultivo sobre la defensa y el control del Esequibo, donde el pueblo todo votó a favor.

Un caso semejante en comparación con la disputa sobre territorios pertenecientes históricamente a una nación y que, a través de subterfugios jurídicos, diplomáticos y políticos, con grandes intereses económicos, es el de Las Malvinas, por solo mencionar los ocurridos en el continente en América del Sur. La disputa entre Argentina y el Reino Unido también tiene raíces históricas. Argentina reclama las islas también desde el siglo XIX, basándose en la posesión histórica con referencia a la herencia territorial de las colonias españolas en su territorio del momento. El conflicto más reciente fue el de la Guerra de las Malvinas, donde Argentina intentó recuperar las islas, pero fue rechazado por los ingleses, con el apoyo de EEUU en 1982. A pesar de la derrota, el reclamo de Argentina es por su soberanía sobre los territorios insulares.

Vemos entonces en perspectiva cómo los países involucrados giran bajo las potencias hegemónicas de Occidente, tanto en el caso del apoyo dado a Guyana por el control administrativo del Esequibo, como parte de su territorio según el írrito Ludo Arbitral de 1899. En tanto que Venezuela argumenta, papeles en mano, que el Esequibo es parte de su territorio históricamente reconocido, y refrendado por un Referéndum Consultivo que lo reafirma y ratifica desde 1810. Argentina por su parte mantiene que las Islas Malvinas son territorio histórico, cursando ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dicho reclamo. Entre los acuerdos internacionales se pueden mencionar en el caso de Venezuela y El Esequibo, el Acuerdo de Ginebra de 1966; y el de Las Malvinas argentinas cursa ante la CIJ, y en todos los casos tratados, Reino Unido no reconoce la jurisdicción de la CIJ en tales asuntos, lo que hace notar el sesgo en cuanto a la injerencia de naciones extranjeras con pretensiones aviesas fuera de sus territorios, que por cierto está bastante lejos en millas o kilómetros, una actitud neocolonialista que persiste a pesar de las evidencias que existen.

Apelando a la justicia internacional de la CIJ, un foro, que, pese a su importancia, hay ciertos indicios que apelan a una inclinación hacia las potencias de Occidente en disputas territoriales. En el caso del Esequibo le solicita a Venezuela abstenerse de tomar y ejercer cualquier medida que modifique la situación actual del arbitraje, y de establecer entre las partes encontrar una solución pacífica y práctica. Mientras que para el caso de las Malvinas, Argentina llevó la apelación a la CIJ, pero el Reino Unido no reconoce esa jurisdicción en ese asunto. Por lo tanto se puede concluir con bastante parcialidad que en ambas disputas hay intereses claros por parte de terceros actores, que echando mano de argumentos espurios, que desconocen los criterios de razón y de derecho y de justicia, sustentados en profundas raíces históricas, hace dudar de que por medio de una cierta intervención de la CIJ, se pueda llegar a mediaciones que pongan las cosas, las disputas, en lo que en verdad de hecho y de derecho, corresponde a Venezuela y a Argentina respectivamente, como países que hacen frente a la intervención y al involucramiento de factores externos que buscan mantener la tensión, mientras le sacan el mayor provecho a la situación aquí planteada. La solución está en los venezolanos y los argentinos, frente a Inglaterra y demás potencias y las transnacionales que abusivamente están explotando los recursos que en los territorios en disputa hay en demasía.



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Franco Orlando


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