El refrán "La masa no está para bollos" es una expresión popular que se utiliza para señalar que las circunstancias actuales no son propicias para emprender algo o llevar a cabo una acción determinada. Su origen está relacionado con la cocina, específicamente con la elaboración de pan o repostería, donde la masa (la mezcla de harina, agua, levadura, etc.) debe tener una consistencia y condiciones específicas para lograr un buen resultado. Si "la masa no está para bollos", significa que no está en su punto ideal para hornear, por lo que cualquier intento de hacerlo fracasará. Esta expresión se usa de manera metafórica para indicar que no es el momento adecuado, no hay recursos suficientes o la situación no permite actuar como se desearía.
Por ejemplo:
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Si alguien quiere organizar fiestas en medio de una crisis económica, se le podría decir: "No insistas, la masa no está para bollos".
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También se aplica a contextos comunales, como intentar iniciar un proyecto sin preparación previa.
El refrán refleja la sabiduría popular que valora la paciencia y el sentido común. Su raíz está en la tradición culinaria, donde la calidad de la masa determina el éxito de los bollos, panes o dulces. Si la masa está demasiado líquida, seca o no ha fermentado bien, es inútil intentar hornear.
Algunas variantes y expresiones similares:
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"No es momento para eso": Frase más directa con el mismo sentido.
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"No hay pan para tanto chorizo": Otro refrán que alude a la falta de recursos para satisfacer ambiciones.
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"No es el día": Para indicar que algo no saldrá bien en las condiciones actuales.
El refrán "la masa no está para bollos " es una forma coloquial y gráfica de aconsejar forzar situaciones cuando las condiciones no son favorables. En un contexto político, el término "masa" (o "las masas") suele referirse a un concepto clave en teoría política, especialmente en corrientes marxistas, socialistas o de izquierda. Su significado se relaciona con la "madurez" para ejercer responsabilidades con conciencia de clase:
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En teoría política, "masa" alude al conjunto de la población trabajadora o proletariado, especialmente aquellos sectores que no pertenecen a las élites económicas o políticas. Es un término que enfatiza la colectividad y su potencial para transformar la sociedad.
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En el marxismo, la masa es el sujeto histórico encargado de llevar a cabo la revolución, siempre que alcance conciencia de clase (entender su rol en el sistema capitalista y su capacidad para cambiarlo).
Para Antonio Gramsci, por ejemplo, la masa no es un grupo pasivo, sino que su "madurez" depende de su capacidad para organizarse y desafiar la hegemonía cultural de las clases dominantes, con capacidad para agitar las masas con propagandas, crean (panfletos, pintas en murales, discursos en plazas, calles y veredas, uso de medios alternativos, entre otros). Son líderes y lideresas con conciencia de clase y formación sociopolítica para (explicar la explotación, la plusvalía, la lucha de clases). Capaces de denunciar las contradicciones del sistema (desigualdad, precariedad laboral y la corrupción).
Las masas se consideraran "maduras" cuando logren conformarse en consejos comunales organicos, se y articulen en Comunas Autónomas, capaces de generar asambleas de ciudadanos propositivas, conformen cooperativas y Empresas de Propiedad Social Comunales Autónomas, dispuestas a tributar en producción de bienes y servicios socialistas (alimentos, viviendas, transporte, salud, educación y recreación):
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Conformar consejos de trabajadores articulados con estudiantes y campesinos, para participar en huelgas, protestas o acciones colectivas con objetivos claros.
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Reconocer líderes o estructuras que representen sus intereses (no caer en el "espontaneísmo")
Según Marx, la conciencia de clase surge de las condiciones objetivas (crisis económicas, represión, pobreza extrema) que generan un "caldo de cultivo" para la revuelta.
Lenin, en ¿Qué hacer?, argumentaba que sin un partido de vanguardia que guíe a las masas, estas solo alcanzarán una conciencia "tradeunionista" (limitada a reivindicaciones económicas, no políticas).
¿Quién decide cuándo la masa está "madura"?
Algunos críticos señalan que los partidos pueden caer en el vanguardismo autoritario, donde una minoría "iluminada" impone su criterio sobre las masas, justificando su inacción o acción. En la práctica, partidos populistas o autoritarios han usado el discurso de "representar a las masas" para centralizar el poder, incluso si la base no está realmente organizada o consciente.
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Revolución Rusa (1917): Los bolcheviques argumentaron que las masas (obreros y campesinos) habían alcanzado conciencia gracias a la crisis de la Primera Guerra Mundial y la explotación zarista.
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Movimientos latinoamericanos: Partidos como el PT en Brasil o el MAS en Bolivia surgieron de la organización de movimientos sociales (sindicatos, indígenas, campesinos), considerando que la "masa" ya tenía una base de conciencia política.
La frase "la masa no está para bollos" podría aplicarse metafóricamente a la política: si las condiciones subjetivas (conciencia) y objetivas (crisis, organización) no están dadas, cualquier intento revolucionario o transformador estaría condenado al fracaso. Sin embargo, como diría Marx, "la historia es la historia de la lucha de clases", y la "masa" no es estática: se construye en la práctica y la lucha.
La metáfora "La masa no está para bollos" aplicada al PSUV, encaja en la idea de que "la masa (las bases) no está preparada" para decisiones autónomas, lo que justificaría la cooptación desde la dirección nacional. Esto refleja una tensión clásica en partidos de izquierda, la cual y se vio reflejada en las intervenciones judiciales que se le hicieron a los partidos; PPT y el Partido Comunista de Venezuela, donde las bases en descontento por la forma como las cúpulas (buró nacional del partido) se repartieron las direcciones regionales entre amigos y conocidas sin participación real de las células de base. (células que en la actualidad tampoco existen).
Democracia interna vs. centralismo: Muchos partidos revolucionarios adoptaron el modelo de "centralismo democrático" (herencia leninista), donde se debate internamente, pero las decisiones finales se deben acatar de manera disciplinada. Sin embargo, en la práctica, esto puede derivar en verticalismo, donde la dirección impone candidatos, argumentando que las bases carecen de "madurez política".
La Conciencia de clase y disciplina partidista: Si el PSUV asume que las bases no tienen claridad ideológica o están expuestas a intereses locales (clientelismo, divisiones), podría justificar la imposición de candidatos "seguros" para mantener la unidad y alineación con el proyecto nacional.
¿Por qué se imponen candidatos "desde arriba"?
Las razones pueden ser múltiples, y no todas se reducen a desconfianza:
a) Control estratégico.
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En contextos de crisis (bloqueos económicos, presión internacional), el partido prioriza candidatos leales para evitar fracturas o desvíos del programa oficial.
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Ejemplo histórico: En la URSS, el PCUS controlaba las nominaciones para evitar fraccionalismos durante la Guerra Fría.
b) Teoría de la vanguardia.
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Siguiendo a Lenin, si el partido se considera la "vanguardia consciente" del pueblo, asume que tiene mayor claridad que las bases para identificar candidatos que encarnen los intereses revolucionarios a largo plazo.
c) Dinámicas de poder internas.
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La cooptación también puede responder a lógicas de clientelismo o lealtades personales dentro de la cúpula, disfrazadas de "unidad revolucionaria" porque internamente la dirección está fraccionada y se tienen que repartir cuotas de poder de manera secreta y en aparente unidad monolítica imponen direcciones y se reparten cargos estratégicos.
El método de cooptación genera tensiones, especialmente si se promueve discursivamente la participación popular como un saludo a la bandera, donde la militancia participa de manera protagónica, pero otros deciden de manera más protagonica y centralizada.
Desempoderamiento de las bases: Si en una consulta las bases proponen nombres que reúnen el perfil revolucionario y reflejan un nivel de madurez político, pero la dirección nacional los descarta sistemáticamente, se envía el mensaje de que su voz no cuenta, lo que desincentiva la militancia activa.
Una gran paradoja: Se fomenta la movilización popular y participación protagónica del pueblo a través de consejos comunales y comunas ("poder comunal"), pero se limita su capacidad decisoria sólo a lo electoral, como se está implementando en las consultas de proyecto comunales, donde se le está dando prioridad a la creación de salas de gobierno comunales controladas por el PSUV y sus fuerzas territoriales. Esta acción está violentando el Estado de Derechos expresados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en las leyes orgánicas del Poder Popular (Ley de Consejos Comunales, Ley del Poder Popular, Ley de las Comunas, entre todas...)
d) Riesgo de desconexión.
Los candidatos impuestos pueden carecer de legitimidad local, especialmente si no surgen de procesos orgánicos (movimientos sociales, líderes y lideresas que hayan tenido buenas gestiones en cargos de dirección). Esto debilita la conexión entre el partido y el pueblo.
¿Realmente la masa no está para bollos?
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El argumento de que "las bases no están preparadas" puede ser una profecía autocumplida: si nunca se les permite decidir, jamás desarrollarán capacidad crítica o autonomía.
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En contraste, experiencias como el MAS en Bolivia o el PT en Brasil mostraron que candidatos surgidos de sindicatos o movimientos sociales pueden tener mayor arraigo popular.
En Venezuela el PSUV enfrenta un escenario complejo:
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Presión internacional: Sanciones económicas, cuestionamiento a la legitimidad electoral y los cuestionamientos que las bases populares le hacen a los dirigentes regionales responsables de la pérdida de estados claves en las pasadas elecciones presidenciales.
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Fracturas internas: Desgaste después de 25 años en el poder, descontento por crisis de servicios públicos, migración masiva, devaluación del Bolívar con una inflación legitimada por los empresarios que avalan un dólar paralelo.
Estrategia de "unidad": Ante las próximas elecciones críticas (gobernaciones, legisladores), el partido prioriza candidatos que garanticen cohesión, incluso si eso significa destruir el legado del comandante Chávez, con una diversidad ideológica anti comunista. En este marco, la dirección nacional del PSUV podría argumentar que "no es momento para experimentos": si las bases eligen candidatos menos alineados, se arriesga a perder acuerdos de gobernabilidad con la oposición neoliberal.
¿Autoritarismo o pragmatismo?.
La tensión aquí es entre dos visiones:
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Pragmatismo revolucionario: "En guerra no se cambia de generales". En una crisis, la disciplina es prioritaria.
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Democracia socialista: Si el socialismo del siglo XXI se basa en el "poder popular", limitar la autonomía de las bases contradice su esencia.
Este dilema no es nuevo, y como diría Rosa Luxemburgo: "Sin elecciones generales, sin libertad de prensa, sin lucha libre de opiniones, la vida se extingue en todas las instituciones públicas". Pero en la práctica, muchos partidos optan por el control centralizado para sobrevivir en contextos hostiles. El resultado depende de si logran equilibrar unidad con participación real, para poder evolucionar hacia un modelo más democrático, con formación de las bases en conciencia de clase y controlaria social.
El debate es crucial no solo para el PSUV, sino para cualquier proyecto que se proclame , y de hecho esta tensión entre verticalidad y horizontalidad ha marcado la historia de la izquierda global.
Hay que combatir el inmediatismo institucional "¡Queremos resultados ya!" y con pedagogía crítica explicar que la democracia profunda es un proceso lento pero sostenible.
Simón Rodríguez: «Inventamos o erramos» (pero si erramos que sea en colectivo, no desde un escritorio).
Subcomandante Marcos: «Para que todos quepan, los de arriba deben bajar».
Al final, como diría el Che, «seamos realistas: hagamos lo imposible». La participación protagónica no es un regalo, no se herera ni se decreta, es una construcción diaria.
Bolívar Vive: "Es más difícil mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía".
"En aquel país donde hasta el miedo tenía dueño, la esperanza empezó a ser un verbo colectivo: esperábamos. No como quien aguarda, sino como quien siembra en tierra árida, sabiendo que las primeras lluvias las traerían nuestros propios sudores"
Y si algo enseña la Revolución Bolivariana es que, pese a la crisis político-económica, la inventiva popular sigue viva.
EL FUTURO ES HOY, NO HABRÁ MAÑANA SIN LUCHAS
REVOLUCIÓN ES HACER REVOLUCIÓN, SINO NO ES
«Sin miedo a equivocarse, pero con crítica en las venas».
«Con mi verdad, si ofendo no temo».