Como aquel estribillo: me quiere, no me quiere; me gusta, no me gusta; así se presenta la oposición venezolana con el tema de la reforma constitucional. Nunca un texto constitucional había sido tan atacado, defenestrado, demonizado y estigmatizado como el de la Constitución de 1999. Aprobada en referéndum popular, hecho inédito en el país, esta Constitución, aunque intenten disimularlo, no ha sido digerida jamás por los sectores opositores.
En ocho años, la oposición siempre tragó grueso para hablar de la Constitución. Estos grupos se han servido de aquellos artículos que muy democráticamente fueron incorporados para validar la discusión política en democracia, mas no para justificar conspiraciones, desestabilizaciones y golpes de Estado, como lo ha pretendido la oposición. Tan es así que se la volaron de un plumazo en abril de 2002.
La disminuida oposición nacional, muy perversamente, ha apelado a un sinfín de recursos y llevado a cabo acciones, condenables todas, para hacer que desaparezca todo "vestigio de chavismo", como lo enuncian.
Su desquiciamiento los lleva a aliarse con sectores de la derecha internacional, encabezados por el gobierno estadounidense. La soberanía y el futuro de la nación son relegados, sin ningún miramiento, en aras de que cristalicen aquellos objetables deseos.
El proyecto político que perfila la Constitución de 1999 y que está en proceso de construcción hizo visible al pueblo venezolano. Se han incorporado los sectores excluidos por largas décadas a la dinámica socioeconómica, cultural y educativa. La participación activa y protagónica que refrenda nuestra Constitución se hizo realidad.
El pueblo está impulsando la construcción de un Estado social de derecho y de justicia y una sociedad realmente democrática y equitativa.
Reelecto el Presidente de la República en diciembre de 2006 por una significativa mayoría, el anuncio de la reforma constitucional se ha concretado en los días que corren.
¡Gritos ensordecedores, calificaciones de todo tipo, gestos endemoniados, sonidos incomprensibles (aullidos casi)!; la oposición y sus medios de comunicación no quieren la reforma a la Constitución de 1999. Antes no querían nada con el texto. Ahora no quieren ningún cambio. ¡Quién los entiende! Periodista/Prof. universitaria