L o de la reforma constitucional es el tema de estos días. Mientras unos alucinados la niegan de plano, apelando a cualquier tipo de escenarios escabrosos, el pueblo organizado está reclamando el texto para analizar y desmenuzar cuáles son las propuestas, en qué consisten y cuál sería su viabilidad. En distintas instancias descansa la responsabilidad de la difusión y discusión de las propuestas de reforma al texto de 1999, presentadas ante la Asamblea por el Presidente.
En teoría política los textos constitucionales constituyen el elán vital de un proyecto político, de un proyecto de nación o de país. En la etapa de la ruptura con el imperio colonial, los jóvenes territorios latinoamericanos lucharon denodadamente no sólo por la independencia de los mismos.
Las categorías soberanía, autonomía, libertad, independencia, configuraron el verbo que se proclamó para validar y legitimar la insurgencia constitucional.
En la historia republicana de las naciones de América Latina, la palabra "constitución" denota y connota tiempos históricos bravíos, donde el pueblo fue el directo protagonista en muchos casos. El término constitución, así, no es una palabra más. Es una categoría con un alto contenido político e ideológico. Los que lideran procesos históricos concretos saben de su valor. Quienes se oponen a ella, también lo conocen, aunque intenten simularlo bajo una retórica incoherente.
La discusión está planteada en dos planos. La oposición, que tanto defenestró de la actual Constitución, apelando en su extraviado inconsciente a la vigencia de la Constitución de 1961, se atrinchera en la negativa a la reforma constitucional. El pueblo organizado en las distintas regiones, sectores y comunidades, está estudiando las propuestas, con la finalidad de dar sus aportes.
Hay que aprovechar al máximo el tiempo. No se debe desperdiciar ningún segundo.
El análisis y el debate deben conducir a la retroalimentación que se espera, en el sentido de una discusión que fortalezca las propuestas de reforma en la perspectiva más democrática. Mientras, la oposición y sus medios de comunicación, siguen injuriando con sus improperios: autoritarismo, dictadura, personalismo, comunismo, etc. ¿De parte de quién está la razón? Pronto lo sabremos.
Periodista/Prof. universitaria