La derrota que ha sufrido la propuesta de reforma constitucional abre un escenario de profunda crisis política al interior del gobierno bolivariano, tal como lo habíamos previsto en documentos anteriores.
Las causas de la derrota que hemos sufrido en el referéndum hay que buscarlas dentro de la revolución, y esos mismos factores causantes de la derrota van a seguir actuando en el futuro inmediato, contribuyendo a agravar la situación de precaria gobernabilidad en que ha quedado el presidente Chávez. El análisis de lo sucedido implica considerar una complejidad de variables, las cuales a su vez son generadoras de los hechos que estamos viviendo.
Pensamos que el presidente Chávez se encuentra actualmente en arenas movedizas. Debe reflexionar muy bien los pasos a dar en lo inmediato. Pero a la vez se hace imperativo que tome medidas urgentes de rectificación, pues ante la derrota en el referéndum sólo quedan dos opciones claras: negociar con la derecha proimperialista (tal como lo ha propuesto Manuel Rosales y su combo), o radicalizar la revolución buscando corregir en corto plazo las fallas y debilidades de la gestión de gobierno que han sido causantes de esta derrota electoral.
La negociación con la derecha puede conducir al derrocamiento del presidente Chávez en cuestión de meses o semanas. Cualquier concesión al enemigo será tomada como síntoma de debilidad, y la derecha se le va a ir encima al presidente (tanto la derecha escuálida externa como la derecha endógena, infiltrada en las filas de la revolución). No está demás recordar que esta situación estaba fríamente calculada por la CIA en el documento que analizamos semanas atrás, titulado “Trece pasos para salir del laberinto”.
Las preguntas que hay que responder ante esta primera derrota electoral de la revolución bolivariana son las siguientes: ¿Por qué disminuyó el apoyo electoral al proceso? ¿Porqué la derecha mantiene invariable su cuota electoral desde hace años, a pesar de haber sido derrotada una y otra vez, y a pesar de todas las políticas gubernamentales a favor del pueblo? ¿Porqué los recursos económicos derivados de los altos precios del petróleo no impactan favorablemente en la población?
CAUSAS DE LA DERROTA:
1. El rumbo burocrático y clientelar que ha tomado la gestión de gobierno en estos nueve años. En la mayoría de ministerios y misiones ha privado la misma práctica adeco-copeyana de repartir favores y dádivas, junto al desarrollo de prácticas generalizadas de corrupción administrativa, muchas de las cuales se desarrollan en forma pública y notoria.
2. Lo anterior genera una debilidad general de la acción de gobierno, que se muestra incapaz de resolver problemas cruciales como el desabastecimiento, la inseguridad y la inflación. Estas variables seguirán agravándose, pues la causa de las mismas está en los ministros y funcionarios incapaces de abordar y resolver los retos estructurales y coyunturales que plantea el proceso revolucionario.
3. La propuesta de reforma constitucional no se desarrolló adecuadamente. La asamblea nacional incorporó innecesariamente 36 nuevos artículos a la propuesta inicial de Chávez, situación que contribuyó a crear confusión en la población. Pero también es cierto que la propuesta inicial de Chávez de reformar 33 artículos adolecía de importantes fallas en la redacción de las mismas, y dejó por fuera aspectos tan fundamentales como el sistema educativo.
4. La propuesta de conformar el PSUV implicaba asumir un riesgo político sin tener claro los beneficios a obtener de esa propuesta (tal como lo advertimos hace un año). No es sólo el hecho de que más de un millón de los inscritos en el PSUV dejaron de votar o lo hicieron por el No. El proceso de constitución del PSUV ha estado atravesado por las mismas prácticas burocráticas y clientelares imperantes en el MVR, y el futuro de este partido unitario no está claro, pues ni siquiera se pudo realizar su congreso fundacional.
5. La destrucción del movimiento obrero bolivariano, promovida desde las propias instancias de gobierno. El reiterado desconocimiento de la existencia de una diversidad considerable de tendencias políticas revolucionarias dentro del movimiento sindical bolivariano, ha generado la confusión y la desorganización dentro de las filas de los trabajadores que respaldan a la revolución. No puede existir revolución sin movimientos sociales organizados, y este aspecto constituye una de las profundas debilidades de este proceso. La destrucción de la UNT promovida desde el ministerio del trabajo ha sido la última estocada de una política errónea cuyas carencias se han manifestado en todos estos años de gobierno de Chávez.
6. La ausencia de políticas revolucionarias en el sistema educativo, lo cual es una de las grandes omisiones de esta revolución. Las misiones educativas se han desarrollado al margen del sistema educativo, y tanto la educación básica como las universidades han quedado a la deriva, permitiendo el fortalecimiento enorme de la derecha fascista que ahora se prepara para profundizar el combate ideológico hacia la revolución bolivariana. La educación tiene un enorme impacto social, que no ha sido valorado hasta ahora por la gestión de gobierno de Chávez. No se puede hacer una revolución cuando tienes en contra a la abrumadora mayoría de maestros y profesores, cuya acción venenosa se comienza a manifestar con el movimiento estudiantil opositor que ha comenzado a crecer desde mayo de este año.
7. En 1999 dijimos que no se podía hacer una revolución sin revolucionarios. Esa realidad sigue vigente y es la que hoy golpea al proceso bolivariano. Chávez constituye prácticamente el único izquierdista, el único revolucionario de su tren de gobierno. Ha existido una excesiva concentración de decisiones en el presidente, unido a una igualmente excesiva adulancia de sus colaboradores más cercanos. No se puede gobernar con adulantes, con cumple órdenes, una revolución se dirige con cuadros que tengan cabeza propia, que contradigan y propongan alternativas de trabajo distintas a las del líder del proceso. El problema está en que el entorno de Chávez ha demostrado en estos nueve años que es incapaz de producir ideas, ni buenas ni malas. No son los más capaces ni los más comprometidos, más allá de su aparente lealtad hacia el presidente.
8. En una perspectiva de largo plazo, también hemos dicho desde hace años que el tiempo histórico del chavismo, si considerábamos todas sus debilidades y sus escasas virtudes, era mucho más corto que el de AD en 1959. El chavismo no cuenta con un gran partido con raíces en el movimiento obrero y campesino (como las tenía AD), no cuenta tampoco con cuadros políticos e intelectuales de primera línea que asuman tareas de gobierno y de conducción popular (como los tenía AD). Cuenta sólo con el programa revolucionario propuesto por Chávez, mucho más avanzado que el de Acción Democrática en su época, pero que no tiene actores de carne y hueso para llevarlo a cabo, pues el mismo presidente se ha rodeado de personajes que casi en su totalidad no comparten y tal vez ni siquiera entienden qué carajo significa una revolución socialista.
9. En octubre pasado afirmamos esto: “Ya a fines del 2004 escribimos que esta forma de actuar del chavismo le vaticinaba una corta duración en el tiempo, si se le comparaba con lo que fue la llegada al poder de AD en 1959. Más temprano que tarde, el chavismo burocrático, clientelar y reformista conducirá al gobierno bolivariano a una crisis política, que amenace su poder e incluso pueda volver a derrocarlo, como ocurrió el 11 de abril del 2002. La miopía y la ignorancia de muchos dirigentes chavistas están minando las bases sociales de la revolución y sembrando el terreno para una gran crisis política que puede reventar en los próximos meses o años”. Lamentablemente este análisis se ha hecho realidad con la derrota sufrida en el referendo.
Como dijimos al principio, el camino equivocado recorrido en estos nueve años hace difícil que cualquier rectificación obtenga frutos a corto plazo. El terreno que pisa Chávez es movedizo. Tiene que tomar medidas urgentes, pero al mismo tiempo medir bien los efectos de cada paso, pues si se siguen cometiendo errores podemos terminar hundiéndonos en el pantano.
En términos generales, la única alternativa para Chávez es radicalizar el proceso revolucionario. El imperialismo desea derrocarlo. Cualquier concesión que conquiste ante Chávez le servirá para fortalecer el plan golpista para acabar con la revolución bolivariana. No puede caber la esperanza de que una rectificación hacia la derecha, cediendo a las presiones de los escuálidos y de sus propios colaboradores “moderados”, le permita a Chávez un respiro político. Si Chávez cede a estas presiones, serán la señal definitiva de su debilitamiento, lo que aprovechará el imperio para desatar su plan llamado “Febrero de Gloria” (cuya ubicación en el tiempo puede ser antes de ese mes). En otras palabras, aunque Chávez intente moderarse y negociar, esa conducta simplemente servirá para debilitarlo aún más y acelerar los planes para derrocarlo.
Chávez debe desarticular progresivamente a la derecha endógena que mantiene dentro de su estructura de gobierno, antes que esa derecha lo derroque en alianza con el imperialismo y las fuerzas opositoras. No pretendemos poseer la verdad absoluta, y estamos conscientes que cualquier análisis de la situación debe manejar variables muy complejas. Sólo defendemos la necesidad de seguir avanzando en el proceso revolucionario, siguiendo las enseñanzas del Libertador Simón Bolívar. Vacilar es perdernos.
Si hasta ahora la acción de gobierno adolece de tantas fallas debido a las circunstancias que hemos señalado, imaginemos qué ocurriría si en vez de avanzar, se introducen en la gestión de gobierno elementos más conservadores aún que los que dirigen actualmente las instituciones del estado. Podemos estar seguros que darle más poder a la derecha servirá, en todos los casos, para profundizar el sabotaje abierto y encubierto contra los planes gubernamentales, lo que redundará en que cada vez más sectores sociales continuarán quitándole su apoyo a la revolución, seguirá creciendo el sector opositor y el sector de indecisos, y se servirá la mesa para una crisis similar a la del 11 de abril de 2002.
Ya antes hemos exigido la salida de numerosos ministros abiertamente incapaces, y probablemente causantes conscientes o inconscientes del fracaso de políticas para resolver el desabastecimiento, controlar la inflación, acabar con la delincuencia y transformar el sistema educativo. Pero eso se queda muy corto. No es un problema nada más de purgas dentro del tren ejecutivo. Se ha caminado nueve años en una dirección, y torcer ese rumbo equivocado no es tan fácil. No tenemos la varita mágica para resolver esto, pero ofrecemos una vez más nuestro concurso.
Estamos plenamente conscientes que en esta revolución nos jugamos la vida. La derrota del proceso bolivariano puede abrir períodos de abierta represión y violencia contra el pueblo y sus organizaciones revolucionarias. En esta hora trascendental, el movimiento popular y revolucionario debe unirse y enarbolar una plataforma política que permita salir de la crisis y avanzar en el camino de la revolución socialista.
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