Una de las factores que influyó en la abstención de cientos de miles de chavistas fue el desabastecimiento de leche. Antes y durante el referendo largas colas en todas las ciudades y pueblos de Venezuela hicieron pensar a muchos chavistas, arrechos por la incomodidad, que lo mejor era no votar en señal de protesta. El gobierno fue incapaz de resolver el problema de la leche. El Ministro de Alimentación habló mucho y no hizo nada. Su inacción permitió que el problema naciera, creciera, se desarrollara y que aun hoy se mantenga. Debe salir del gobierno.
Si el desabastecimiento de leche era subsanable nediante la importación, el gobierno debió importar leche con carácter de urgencia y resolver el problema. Si no era solucionable a corto plazo y el problema era causado con fines electorales por los industriales e importadores (como creemos), el PSUV debió haber llamado a la población y en particular a los chavistas, a la resistencia, a no comprar leche, a dejar las colas solamente para las madres cuyos hijos necesitan urgentemente este producto. Había que reducir el impacto político del desabastecimiento y señalar a los culpables. Ni se importó leche, ni se señaló a los culpables, ni se llamó a la resistencia. Permitimos el daño político. Pelamos bola.
Con la inflación está pasando algo similar. Ejemplo: el queso Palmizulia aumentó ayer 50%, de 20.000 a 30.000 Bs./Kg. Nada ha pasado y nada pasará porque la población no tiene forma de reaccionar ante estos desmanes del libre mercado. Como es bien sabido, la inflación de alimentos golpea mucho más fuerte el bolsillo de las clases populares que destinan un elevado porcentaje de sus ingresos a la alimentación. También es bien sabido que las familias que ganan salario mínimo no pueden comprar todos los alimentos que necesitan. Pero esto no es lo peor.
Lo peor está en el impacto de la inflación en alimentos en variables claves como la vivienda. La inflación inmobiliaria, apoyada en la inflación de alimentos, imposibilita a las clases populares la adquisición de viviendas porque los sueldos no alcanzan la velocidad de los aumentos en los precios de las viviendas. Con alta inflación ningún gobierno podrá resolver el problema de la vivienda.
La inflación, no el trabajo, es la causa fundamental de la riqueza de nuestras clases medias y altas. La inflación es la herramienta del capitalismo para perpetuar su dominio económico sobre el resto de la población. La inflación, en particular la inflación inmobiliaria, asegura que siempre habrá muchos pobres y pocos ricos porque la adquisición de bienes durables está limitada a quienes reciben los mayores ingresos.
De nuevo la resistencia debe ser un arma política de las clases populares. Debemos boicotear, no comprar bajo ningún concepto, todo alimento que aumente más allá de cierto porcentaje, no solamente por su influencia en el presupuesto familiar, sino porque este mismo porcentaje, o mayor, será aplicado a las viviendas, lo que hará imposible que las clases populares compren casa aun con el subsidio del gobierno.
La inflación hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Es la causa fundamental de la desigualdad social. Mientras los ricos, sin hacer nada, ven crecer año tras año, a grandes saltos, los precios de sus casas, las clases populares ven deteriorarse año tras año su capacidad adquisitiva para comer, para vestirse y ni hablar de comprar casa.
El gobierno tiene que meterle el ojo a los mecanismos de enriquecimiento, a las vías que utilizan los ricos para mantener su dominación económica, pero las clases populares tienen que movilizarse para impedir la destrucción de su capacidad adquisitiva y el mantenimiento de la injusticia social. Mientras existan mecanismos perversos como el desabastecimiento y la inflación, nunca seremos un país de iguales, ni siquiera de parecidos.
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