Hace 5 años estábamos inmersos en un paro irracional, que fue convocado por la soberbia de unos pseudo líderes que se creían capaces, con esta acción, de subvertir la vocación democrática del pueblo venezolano. Un paro, por cierto, que según ellos mismos todavía no ha sido levantado, imaginemos entonces hasta dónde llega la vanidad de estos señores.
Hubo que hacer muchos sacrificios, se presentaron muchas privaciones. Los más afectados, como siempre, resultaron ser los niños, quienes además de quedarse sin Navidad, estuvieron como dos meses sin poder ir al colegio, porque algunos padres inescrupulosos decían que preferían que sus hijos perdieran el año, que continuar aceptando a Chávez en la presidencia. No entiendo cómo no les ha caído la LOPNA u otra de las leyes vigentes a quienes perpetraron semejante acción y dijeron tales barbaridades.
Hoy en día tenemos un país que si bien sigue teniendo muchos problemas, tiene el más alto índice de crecimiento económico del continente y uno de los más altos del mundo. Un país en el que se ha avanzado como nunca antes en materia de indicadores sociales, al punto que nos queda muy poco para alcanzar las metas del milenio, cosa que, lamentablemente no pueden decir otras naciones, incluso las más desarrolladas del hemisferio.
Este Diciembre los niños sí tendrán Navidad y con seguridad regresarán a la normalidad de sus clases en Enero, cuando las fiestas hayan pasado. La democracia ha triunfado como mecanismo para resolver las diferencias que podemos tener los unos con los otros. Pero no nos podemos confiar.
Si las cosas hubieran resultado diferentes, si el Sí hubiera sido la opción ganadora el día del Referéndum, la situación seguramente sería distinta. Los grupos radicales de la oposición hubieran pasado a protagonizar una nueva infamia en contra del país. Y lo peor no es que esa cuerda de locos se organice para incendiar las calles cuando las cosas no resultan como a ellos les gusta. Lo más triste es que algunas personas sensatas, serias, tanto del lado de la oposición, como del lado bolivariano permitan que esto suceda, y que uno las escuche avalando el chantaje de la violencia.
Claro que me alegro de que tengamos una Navidad en paz, pero estemos claros, esa paz se la debemos a Chávez. Porque si el discurso de Chávez hubiera sido parecido al que los radicales opositores tenían cuando pensaban que iban a perder el referéndum, este país estaría encendido por los cuatro costados. Eso ténganlo por seguro.
Por eso no estoy segura de que esté conjurada la maldición de la violencia, ya que no veo redención ninguna en aquellos que amenazaron durante el referéndum con que harían guarimbas si no ganaban.
A LOS REVOLUCIONARIOS CHANTAJEABLES
Llamo la atención especialmente a algunos que he escuchado decir que, a pesar de que ellos votaron por el Sí, menos mal que las cosas resultaron de este modo, porque así vamos a vivir una Navidad en paz. ¡Cuídado compatriotas! No podemos dejar de avanzar en este proceso, porque haya cuatro locos que nos amenazan con su violencia.
A los locos hay que meterlos en el manicomio o en la cárcel, que es lo que en realidad se merecen, pero la voluntad popular no puede resquebrajarse con amenazas. Porque este país tiene demasiada dignidad para dejarse chantajear por desquiciados, verbigracia el 13 de abril. Y quien no esté de acuerdo, que me perdone, pero entonces es un revolucionario de otoño.
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