Navidades de perro

Los divorcios causan daños directos y daños colaterales. Claro, no tan letales como los así llamados eufemísticamente por Bush, cuando explica la "mala puntería" de sus misiles. Fíjense bien, según observaciones en la reducida muestra integrada por mis amigos y conocidos, a un divorcio le sigue inmediatamente la llegada de un perro. Donde no lo había, se entiende. La reflexión es que los niños necesitan entretenerse, divertirse ¿y qué mejor que un perrito?

Estas Navidades "le tocó" a mi hija estar con su padre. Y a mí cuidar al perrito. Todo iba bien hasta que me enfermé. Mi plan inicial era arrancar para la cuna del talento con Negrito, es decir para Altagracia de Orituco, y regresar el día de Navidad. Eso no pudo ser, como ya les dije, porque me enfermé. Ustedes dirán ¿y qué? Millones de personas se enferman en diciembre. Y ya lo creo que es así. Pero enfermarse en Caracas, en la víspera de la nochebuena, con la familia lejos y los amigos emparrandados, puede resultar una de las experiencias más terroríficas que le pueda pasar a divorciada alguna.

El cuento es que me tocó enfermarme en compañía de Negrito. Que no hubiera sido tanta molestia si yo viviera en una casa (y no en un apartamento) y el perrito no dependiera de mi para hacer sus necesidades fisiológicas. Pero el perrito, está tan "educado" que se le puede estar reventando la vejiga y no hace sus necesidades en el apartamento. Ergo, no se despegaba de mi cama con ojos de perro haciéndose pipí y pupú. En horas del mediodía, cuando aun mi gripe no se había desatado, "bajé a Negrito" por primera vez en el día. Pero en horas de la tarde empecé a sentir un malestar que se fue agigantando conforme se acercaba el día de la llegada del bolívar fuerte. A las 10 de la noche, cuando mi estado febril estaba en su máximo grado, el perrito empezó a llorar. Sí, a llorar. Así estaría la vejiga del pobre. Yo casi empiezo a llorar a con él, pero mi respeto a los derechos humanos, perdón, derechos animales, me hizo salir de aquel lamento perruno a dúo y "bajé", literalmente temblando, a Negrito para que hiciera pipí y pupú. No me dirán que no es un daño colateral. Menos mal que no pasó de allí, porque si alguno de los dos hubiera estirado la pata tendría que estar de acuerdo con los eufemismos de Bush. Navidades de perro. ¡Ah! Y ¡Feliz año 2008!.

mechacin@gmail.com


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Mercedes Chacín


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