Estos son momentos de unidad

Los revolucionarios y las culebras

No hablo de serpientes. Ya ustedes lo pueden suponer. Hablo de las culebras que, de pronto, por algún motivo, imaginario o real, surgen entre personas o grupos que de allí en adelante entran en una guerra de guerrillas individualizada e interminable. Resentimientos eternos, maledicencias, cuchillos verbales que van y vienen, ataques directos o por mampuesto, y una sed dialéctica de venganza que nunca se sacia. Odios eternos.

O sea: culebras.

¿Quieren mi opinión? Ningún revolucionario, ningún bolivariano digno de ese nombre debería alentar, alimentar o mantener culebra alguna con otro u otros bolivarianos revolucionarios.

¡Es inaceptable!

La culebra es con el imperio, con la oligarquía, con los sectores fascistas, con el adversario inclemente. Entre nosotros, las diferencias hay que dirimirlas en el debate organizado y en la práctica revolucionaria, que siempre debe basarse en una lealtad incondicional al proyecto común. Ylos resentimientos personales hay que guardarlos en una gaveta secreta y luego botar la llave al mar.

Estos son momentos de unidad.

Quien contribuya al fraccionamiento de nuestras fuerzas lleva agua al molino de la contrarevolución. Ymal puede llamarse a sí mismo revolucionario.

Constancia y más constancia. Paciencia con quien no piensa exactamente igual. Sabiduría para construir el trabajo de equipo. Contención en la forma de decir las cosas, para no perder en intensidad pero ganar en eficacia. Siempre con la honestidad intelectual por delante. Y teniendo en cuenta, sin perderlo de vista ni un instante, que estamos en una guerra sin cuartel. Nos jugamos la revolución o, por decirlo de otra manera, la vida misma de este pueblo, sus esperanzas, sus imprescindibles proyectos de cambio. Y el conjunto del pueblo es más importante que cada uno de nosotros.

Para buenos entendedores, quiero reproducir (respetando la ortografía de la época) un pequeño fragmento del libro de Simón Rodríguez Defensa de Bolívar. Donde dice Bolívar, póngase a cualquiera de nuestros compañeros. Dónde dice Reyes, léase Departamento de Estado, oligarquía criolla, o similar.

Y ¿quién sabe si las intrigas que se imputan a Bolívar, no son verdaderas intrigas de los Ajentes Secretos que los Reyes mantienen en América? ¿Quién sabe si, afectando liberalismo, no son ellos los que sujieren y propagan ideas desfavorables a los Hombres de la Revolución para hacerlos despreciar?... ¿los que irritan los ánimos, con acriminaciones, para hacer odiosos a los defensores de la Independencia? ¿Quién sabe, si del desconcepto de los sujetos, no pasan al de la causa, para desanimar, aburrir, desesperar, a los que conocen decididos a sostenerla?

Repito yo: cuidado con la palabra, con las cuchilladas morales, con las culebras fraccionadoras. ¿Quién sabe si el enemigo no está detrás directamente o, en todo caso, frotándose las manos de placer con nuestras torpezas?

Unidad, lealtad, honestidad intelectual: no hay otra fórmula.

farrucosesto@gmail.com

Publicado originalmente en la edición 200 del semanario Todos Adentro



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Farruco Sesto

Arquitecto, poeta y ensayista. Ex-Ministro de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas. Ex-Ministro de Cultura.

 @confarruco

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