"Qué gran honor, qué honor, qué honor", dijo Satanás, vestido de oscuro, al estrechar la mano al Pontífice, pero si hubiese sido un hombre decente, no tan falso y mentiroso, habría exclamado: "Qué gran horror, qué horror, qué horror" A Satanás le encanta el desarrollo tecnológico, la magnificencia del lujo, del esplendor, de la riqueza. Todo un lujo arrancado de la carne de los indígenas de las Indias, de los negros de África, de los esclavos de Asia. De imperio a imperio, de capitalista a capitalista, se abrazaron y se besaron. El Papa-hiena abrazó a Satanás y saltándose el protocolo besó su anilló. Al diablo con el protocolo, dijo el Papa-bestia.
En un ambiente distendido, el Papa-perro mostró a Satanás la fachada de la Torre de San Juan, y le tomó para el brazo, mientras le pedía que le ayudara en Polonia, en Bolivia, en Ecuador y Venezuela. Sobre todo en Venezuela. El Papa-hiena mostró a Satanás sus maravillosas reliquias: “si tú tienes acorazados y portaaviones, supermisiles y estaciones espaciales, mira mis terrazas adoradas en todo el mundo; mira esa torre que todos se desviven por contemplarla, la imponente cúpula de la basílica de San Pedro. Son mis almas, digo, mis armas”
“Los tenemos todo, tú y yo, siendo amigos”, contestó Bush. Posteriormente se reunieron con el séquito y el Papa regaló al Demonio una foto firmada en la que está junto a él y a su esposa. Satanás le correspondió con otra foto de la visita del Obispo de Roma a Washington el pasado abril y un álbum de ese viaje.
Ya en la Gruta de Lourdes, el Papa-perro y Satanás-Bush escucharon al Coro de la Capilla Sixtina, que cantó "Exultate Deo", de Giovanni Pierluigi da Palestrina, y el "Alma Redemptoris Mater" de Giuseppe Liberto, el director de los mismos.
Inédito recibimiento al más grande monstruo de Estados Unidos. Se lo merecen.
Luego del bello intercambio de regalos, en medio de la espléndida vegetación de los Jardines, cerca de la Campana del Jubileo del 2000, el Papa-hiena ofreció a Satanás algunas explicaciones: “no me corresponde ser más explícito en relación con la dura guerra en Irak. Me habría gustado ser más directo, pero tú conoces mi papel. Ya lo hicieron por mí, Aznar y Toni Blair...”
Al tiempo que estas dos dulces y tiernas bestias departían, yo leía el poema de la CARTA A LOS PODERES de Antonin Artaud
No podemos vivir eternamente
Rodeados de muertos
y de muerte.
Y si todavía quedan prejuicios
Hay que destruirlos
“el deber”
digo bien
EL DEBER
Del escritor, del poeta, no es ir a
encerrarse cobardemente en un texto,
de un libro, de una revista de los que ya
nunca más saldrá, sino al contrario
salir afuera
para sacudir
para atacar
al espíritu público
si no
¿para qué sirve?
¿Y para qué nació?
MENSAJE AL PAPA
Antonin Artaud
No eres tú el confesionario, ¡oh Papa!, lo somos nosotros; compréndenos y que los católicos nos comprendan.
En nombre de la Familia, impulsas a la venta de las almas y a la libre trituración de los cuerpos.
En nuestra alma y nosotros mismos, tenemos bastantes caminos que transitar, bastantes distancias que salvar, para que vengan a interponerse tus tambaleantes sacerdotes y ese cúmulo de aventuradas doctrinas con que se nutren todos los castrados del liberalismo mundial. A tu dios católico y cristiano que – como los otros dioses – ha concebido todo el mal:
1- Te los ha metido en el bolsillo.
2- Nada tenemos que hacer con tus cánones, índex, pecados, confesionarios, clerigalla; pensamos en otra guerra, una guerra contra ti, Papa, perro.
Aquí el espíritu se confiesa al espíritu.
De la cabeza a los pies de tu mascarada romana triunfa el odio a las verdades inmediatas del alma, a esas llamas que consumen el espíritu mismo. No hay Dios, Biblia o Evangelio, no hay palabras que detengan al espíritu.
No estamos en el mundo. ¡Oh Papa confinado en el mundo!, ni la tierra ni Dios hablan de ti.
El mundo es el abismo del alma, Papa contrahecho, Papa ajeno al alma; déjanos nada en nuestros cuerpos, deja nuestras almas en nuestras almas; no necesitamos tu cuchillo de claridades.
jrodri@ula.ve