Las cuestiones de la recesión y las dudas sobre el sistema capitalista de libre mercado

Desde hace una semana diversas economías, todas figurantes como las más grandes del mundo, se han declarado en recesión, afianzando las consecuencias de la crisis económica mundial y secundando las teorías que señalan al sistema capitalista como culpable de la misma.

Alemania, Irlanda, Reino Unido, Hong Kong y Japón son, por ahora, el selecto grupo de países cuyas economías han entrado en ese monstruo llamado recesión, monstruo que sin embargo que no llega de la noche a la mañana, por el contrario, avisa con 6 meses de anticipación que visitará e incidirá en sus niveles de crecimiento económico.

Una recesión económica no es más que el decrecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de un país por un periodo de dos trimestres o más de manera consecutiva. Como vimos, es un proceso lento y del que los gobiernos y responsables de las economías del mundo tienen pleno conocimiento.

Siendo esto así, el mundo se pregunta ¿por qué los gobiernos de los países con economías en recesión, sabiendo el decrecimiento progresivo que vivían desde hace ya seis meses, no tomaron acciones para frenar estos resultados sino hasta cuando ya era muy tarde?

Los movimientos de primeros mandatarios, ministros de finanzas y responsables de las economías del mundo para combatir la crisis comenzaron apenas en septiembre del presente año, cuando el cuarto banco de inversión de Estados Unidos, Lehman Brothers, se declaró en bancarrota abrumado por sus pérdidas en el sector hipotecario.

Durante ese mes, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), advirtió que en Europa la economía se encontraba en un proceso de contracción más severo de lo esperado.

Teniendo en cuenta que el mes de noviembre ha sido el propicio para que diversas economías se declaren en recesión, es pertinente acotar que como mínimo, desde junio estás economías venían registrando decreciones en sus respectivos PIB.

Y más aún, ya antes de junio del presente año diversos hechos anunciaban lo que estaba por venir, quiebras de bancos y despidos masivos en grandes empresas por perdidas monetarias. Sin embargo no hubo cumbre del G20 por esos días, ni para garantizar los ahorros de las personas, ni para intentar sostener los PIB, ni muchos menos para salvaguardar millones de puestos de trabajo.

Pero la cumbre del G20 si se realizó. Se realizó cuando por ejemplo, Irlanda y Alemania ya se encontraban en recesión. Se realizó en Washington el pasado fin de semana, con George W. Bush, el presidente del país que va a la vanguardia de la crisis, como anfitrión.

Esta reunión no dejó más que promesas solemnes, promesas de luchar contra la crisis, compromisos gubernamentales de limitar la libertad de acción de bancos y regular de esta manera sus fragmentadas economías.

Sin embargo, es notable señalar las respuestas dadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), siendo este el organismo concebido como la vanguardia del nuevo orden financiero con los acuerdos de Bretton Woods, (BM) para revertir los daños de la crisis financiera.

El FMI informó el 16 de noviembre del presente año que necesita dinero, más del que ya percibe, para combatir la crisis. Entendamos lo que nos dice Dominique Strauss Kahn, director gerente del organismo: el FMI necesita dinero (al menos 100 mil millones de dólares adicionales) para poder responder a la crisis económica global.

Sin embargo debemos recordar también que el FMI no hace donaciones, hace prestamos. Por si fuera poco, el dinero que necesita el FMI no sale sino de los países miembros, países que al tiempo que le dan el dinero lo reciben de vuelta a manera de préstamo. Ya de por si esa, aunque verdadera, es una idea que resulta macabra. Pero más macabro aún resulta pensar que el FMI pida recursos a países que por seguir políticas económicas dictadas por ese mismo organismo ahora están en una crisis económica tan o más severa que la de 1929, cuando aún no existía dicha organización.

El planteamiento ante tan turbio panorama debería ser la búsqueda de respuestas alternativas. Esta crisis ha demostrado la incapacidad de acción de los organismos reguladores del sistema financiero, como fueron concebidos desde sus inicios, en 1944, el FMI y el Banco Mundial.

Además, la crisis ha mostrado la ineficacia del sistema neoliberal, las cifras hablan por si mismas.

El consenso de Washington, (listado de consideraciones económicas hechas por Estados Unidos, FMI, etc) promotor por excelencia de la privatización, la liberación de la entrada a los países de inversiones extranjeras y llamada disciplina fiscal ha visto como sus consejos han llevado al mundo a una crisis en la que al tiempo que la FAO pide menos de 100 millones de dólares para combatir el hambre en África, Estados Unidos invierte 700 mil millones de dólares para enmendar errores causados por sus mismos lineamientos, esos que en 1990 dictó junto con el FMI y otros organismos como el programa que los países de latinoamerica debían seguir para impulsar su crecimiento.

Esta crisis es la consecuencia de la defensa del libre mercado capitalista, y la no intervención de los estados en materias económicas. Esta crisis ha demostrado que el camino a la seguridad económica-social no son las privatizaciones y el libre mercado, es una necesidad imperante que los gobiernos todos los gobierno del mundo, desde aquellos con economías pequeñas, pasando por los emergentes hasta los más poderosos, garanticen, antes de la seguridad de los banqueros, la seguridad de sus nacionales.


gabrieldejesusramirez@gmail.com


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Gabriel Ramírez


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