Ya hicimos campaña, ya fuimos disciplinados, ya votamos… Votamos a pesar de haber visto lo que vimos, votamos con la angustia de estar pulsando un ovalito que, aún dándonos una victoria, tal vez nos traería una horrenda derrota... Fuimos buenos soldados...
Mi alma, siempre rebelde, se rebelaba contra aquel ovalito, mi alma siempre cuestionadora se preguntaba si lo que hacía era correcto, pero mi dedo, con el alma en la mano, pulsó y votó mientras mi corazón se arrugaba por la certidumbre de que si no era ese era el otro que, al fin y al cabo, me parecían lo mismo.
Fui un buen soldado…
Otros dedos no asistieron a la pulsadera de ovalitos, otros dedos fueron y no pulsaron nada, otros dedos querían ser bocas que gritaran que algo está muy mal y quisieron ser escuchados. Sus gritos fueron el silencio, sus gritos fueron dedos que castigaban y se castigaban pulsando el ovalito enemigo.
¿Fueron buenos soldados?
No soy yo quien pueda decirlo, yo soy un soldado que siempre pensó que solo era una mamá y de estas cosas no sé mucho. Pero lo que si sé es mucha gente quería decir algo y solo supieron hacerlo no votando o, peor aún, votando contra si mismos.
Y mis dedos siguen tecleando este texto tan dactilar a ver si logro sacar algo de tan complejo asunto. ¿Cómo es que un sifrino que se depila las cejas acaba ganando en el municipio Sucre?¿Por qué perdió Aristóbulo, ese que sacó más votos que nadie en nuestro partido, frente a un sujeto que hace pocos días suplicaba respeto de parte de sus secuaces opositores?
¿Por qué esta vez, al ir a votar, no iba contenta como suelo hacerlo sino llena de dudas y angustia? ¿Por qué tantos votamos mirando para otro ladito como para no ver lo que hacíamos?
Si ayer miramos para otro lado ahora debemos ver hacia adentro. Ya no vale echarle la culpa a la oposición ni a los gringos de nuestros propios errores. Algo no va bien y hace rato lo que venimos notando.
Y es que cuando un amigo opositor nos echa en cara que Fulano es un corrupto y que el banco que preside, banco socialista de todos los venezolanos, hace lo que le da la gana, y lo que le da la gana no tiene nada que ver con lo que dice mi presi, y yo tengo que callarme porque es verdad lo que cuenta mi amigo... Es que cuando se roban un dineral en un Mercal y nadie cae preso porque muchos callan para que nadie caiga preso… es que cuando un diputado me dice en mi cara que basta con dar comida a la gente sin tomar en cuenta su dignidad y, para colmo de males, no solo lo dijo en mi cara sino en mi programa de radio, es decir, en la cara de todos los que nos quisieron escuchar… Estas, entre muchas cosas, me dicen que algo está muy mal.
Y la gente en la calle se agobia de verlos, la gente ve como prosperan, cómo se transforman, cómo el agua potable no es suficiente para quitarles una sed tan refinada que solo que sacia con Evian o Perrier. La gente mira como empujan, como desplazan o invisibilizan a quienes si trabajan, a quienes luchan, a quienes creen que ésta revolución es posible. Y es que la gente no es gafa…
Revisión dijo mi presi hace casi un año. ¡Revisión! -gritamos todos los que votamos como buenos soldados, los que votaron como pudieron y los que no lo hicieron.
Revisión, rectificación (¡urgente!) y reimpluso.
Habrá muchas lecturas a los resultados de estas elecciones, pero si no leen esta que mis dedos están tecleando a gritos, pues, no creo que vayamos a ningún lado, al menos no al lado al que la mayoría queremos ir.
carolachavez.blogspot.com