De las elecciones
regionales debemos aprender algunas lecciones y leer algunos mensajes
que se han generado desde el pueblo a nuestros cuadros políticos. Nuestro
pueblo es noble, y definitivamente apuesta por una alternativa al neoliberalismo
y ha asumido al socialismo como vía para alcanzar una mejor calidad
de vida para todos, pero nuestro pueblo también evalúa gestiones y
sabe sancionar al que no cumple con las expectativas creadas por la
revolución. En el caso del área metropolitana y el estado Miranda,
el castigo fue doble y a través de una vía de débil defensa. La gestión
del Municipio Sucre, que tiene influencia en los dos ámbitos territoriales
mencionados fue determinante, e indefendible ya que lamentablemente
las capacidades y competencia no necesariamente se transmiten hederitariamente,
eso debe siempre quedar claro si deseamos una revolución liderada por
cuadros políticos y no gobiernos familiares, que poco pueden decir
de un ejercicio socialista real.
Por otra parte,
el gobierno de la Alcaldía Mayor, dentro de una estructura inútil,
que poco tiene que dejarle a la ciudad, dado que no tiene ningún poder
de mando ni de decisión, pero además liderado por un bohemio de la
academia, con una gestión impulsada por excesos comunicacionales de
obras sin impacto social real para la ciudad, influyó directamente
en el hecho de que un dirigente político como Aristóbulo no lograra
el objetivo, ganar las elecciones para rectificar los desmanes de la
Alcaldía Mayor.
Y de Miranda
debemos aprender que el exceso de confianza, y la desvinculación del
líder con su pueblo, traen consecuencias fatales en una democracia
participativa y revolucionaria como la que vive nuestro país.
Es importante tomar en cuenta que ya el liderazgo de Miranda había
sido cuestionado dentro del partido, sin embargo los afectos pesaron
más que la razón. En ambos casos se ha perdido una batalla pero nunca
la guerra, ya que es una lucha de clases lo que se está dando, tanto
ante la oposición como internamente en el proceso revolucionario.
Ahora viene
la enmienda, reto trascendente para el destino de la revolución. Nuestra
revolución bolivariana y socialista no es, ni debe ser personalista,
pero si debe reconocer que Hugo Chávez todavía tiene mucho que aportar
con su liderazgo a este proceso. Todo demócrata, formado bajo el ala
liberal deberá temblar ante la propuesta de una reelección continua,
y esto se debe a que dentro del proyecto de Estado liberal burgués
que fue inoculado en nuestros Estados latinoamericanos, este modelo
de Estado tenía como objetivo mantener una alternabilidad que respondiera
a un mismo proyecto, el fortalecimiento de la dependencia a las potencias
mundiales.
En América Latina estaba prohibido planificar y mucho menos tener proyectos nacionales a largo plazo, y eso se garantizaba alternando el liderazgo y rompiendo con el proyecto nacional a capricho del gobernante de turno. Que el pueblo pueda decidir si continua o no con un proyecto distinto al liberal y que se ubica en una versión del socialismo a la venezolana y bolivariano, sólo podría encarnarse en una enmienda que permita decidir libremente si queremos o no que Hugo Chávez continúe siendo el líder de este proceso nacional. Que el pueblo decida, libre y soberano sus destinos, sólo él tendrá el destino de la nación en sus manos.