El triunfo del PSUV es contundente. No obstante, para algunos militantes del PSUV la pérdida de la Alcaldía Mayor y la Gobernación de Miranda resulta una derrota de dimensión mayor, en esto se unen a la actitud victoriosa de la oposición. Esta visión de los resultados del pasado 23 de noviembre es una visión Caracascentrista. Que considera a Caracas el centro absoluto de la República. Es innegable la importancia de Caracas, en ella se asientan los poderes del Estado. Pero esto no es razón suficiente para seguir perseverando en tal visión. Tal vez, para quienes tienen esta visión Caracascentrista si se hubiese ganado en la Alcaldía Mayor y perdido en cualquier otro estado eso no representaría ningún problema. Estos son los mismos que utilizan las denominaciones de: interior del país, los estados del interior, la provincia. Como si Venezuela no fuese una república y todavía estuviese en la colonia española. Si existiese un interior del país, hay que preguntar: ¿cuál es el exterior del mismo?
La victoria del PSUV es categórica. Por el resultado numérico de las gobernaciones y alcaldías conquistadas. Pero más concluyente aún es por el millón de votos que supera la cifra alcanzada por el gobierno en el referendo de diciembre 2007. Lo cual demuestra que la propuesta de constituir y conformar el PSUV es correcta. Por cuanto para llevar a cabo un proyecto político es necesario un conjunto de estrategias y planificaciones, que hagan posible tal proyecto. En esto radica el gran triunfo del 23 de noviembre.
Unas elecciones no se ganan pensando que los electores van a participar porque votar es un deber y un derecho. Unas elecciones se ganan con una correcta estrategia y una correcta planificación. Lo cual significa que debe tenerse un conocimiento cierto de la población y el territorio, para llevar a cabo un acertada toma de decisiones. Para aquellos que están en el poder ser consecuentes, durante todo el periodo de gobierno, con la gente que lo eligió llevando a cabo día a día el programa de gobierno. Ya que con regalos electorales no se conquista el poder, aun cuando un candidato pueda salir electo.
Lo políticamente determinante, de las elecciones del 23 de noviembre, es el reconocimiento que sólo con estrategias coherentes es posible llevar a adelante el proyecto socialista. Por cuanto la improvisación y la incoherencia no hacen posible un proyecto político. De allí que no puede haber queja sobre los resultados de gobernadores y alcaldes. Sino análisis de las estrategias y planificaciones llevadas a cabo, esto con el objetivo de reforzar las mismas teniendo en mente que cada proceso es particular. Así estrategias y planificaciones estarán en función de cada proceso político que se lleve adelante. No una repetición de estrategias, sino una disposición dinámica y activa de cada participación.
Pensar cada acción pública o política como una dinámica de un proceso activo debe ser la función de todo comando. Sea tal acción dirigida a unas elecciones, a un plan de trabajo o a un programa para una alcaldía o gobernación. Es lo que se debe implementar. Un proyecto político es algo vivo que va adquiriendo una dinámica diferente en cada situación. Cada alcalde y gobernador debe someter su propuesta de trabajo a una dinámica de estrategia y planificación. No puede pretender repetir modelos, si lo hace está condenado al fracaso.
La toma de decisiones, para llegar al 23 de noviembre, debe servir a alcaldes y gobernadores de enseñanza para que sus futuras gestiones sean exitosas. Que tales gobernantes electos no se cieguen ante las mieles del triunfo y olviden las enseñanzas de este proceso político. Porque repetirán las viejas formas de gobierno. Fáciles para gobernar pero imperdonables por quienes los eligieron.
Obed Delfín
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