El director general de Globovisión le pide al presidente Chávez, como si éste fuera Papá Noel, que le depare una feliz navidad porque “ya está bueno ya” de la peleadera. Mira tú, verdugo pidiendo clemencia o lobo intentando confundir al buen pastor.
No hace ni un mes que, a través de ese canal, se anunciaba que Hugo Chávez terminaría colgado con la cabeza para abajo, como el mismísimo Benito Mussolini. Tampoco es la primera vez que desde esa señal televisiva se le presagian inminentes funerales al Presidente o se le lanzan amenazas funerarias. Allí siempre tienen una capilla ardiente para el jefe del Estado. Sólo que éste se ha negado a complacerlos.
En su descargo, la planta dice que los mal hablados son los invitados y que los moderadores siempre intentan precisamente eso, moderarles el lenguaje. Atajan al que amenaza de muerte al Presidente, así como para cumplir con la Ley Resorte, y luego lo dejan seguir, como quien dice: “date con furia que ya yo salvé mi parte”.
En Estados Unidos, país paradigma del canal, sus dueños y su audiencia, no se comen ese cuento. La diva Jackson, hermana de Michael, decidió mostrar una teta en un concierto transmitido por la televisión abierta y se armó la de Dios es Cristo. El gobierno estadounidense no se conformó con la sanción a los promotores del evento; pide que la planta televisiva, CBS, sea penalizada, además de multada con 500 mil dólares, para que respete las normas.
En Venezuela, los medios no son culpables de nada. Nunca se ejerció con mayor cinismo la hipocresía. Hay coincidencias sistemáticas y recurrentes. Puede usted jurar que cuando a un canal de televisión se le abre la investigación más rutinaria, inmediatamente alguien lanza una bomba lacrimógena o de humo a la sede de la planta, al estadio donde trota alguno de sus conductores o al mercado donde compra ocumo chino la prima del chofer de uno “de nuestros accionistas”, ¿puede usted creer?
Seis años del paro y sabotaje petrolero se cumplieron el pasado 2 de este diciembre de enmienda y brinco. Globovisión jugó un papel estelar y protagónico en aquel crimen contra la nación y su principal industria. Una engreída secta gerencial y los medios –sí, golpistas- decidieron dejar a Venezuela sin navidad. Le quitaron la gasolina para los carros y el gas para las cocinas. No habría hallacas, sentenciaron. Y no había entonces, porque la soberbia los hacia sordos, a quienes pedir que les devolvieran la navidad a los niños.
Cuando el canal de la desestabilización continuada pidió “taima” y “oh luna que brilla en diciembre”, el incansable guerrero que es Hugo Chávez respondió con el anuncio de la enmienda constitucional y convocó a su pueblo a la nueva batalla. El sabe que la conspiración no descansa y que se puede comer hallacas sin bajar la guardia. No es casual que ese mismo canal anunciara la activación del Comando Nacional por el NO, mientras le pedía al jefe del Estado un general asueto navideño. Una tregua para clavarlo mejor.
A estas alturas, nadie cree en las campanitas de Belén de unos medios que, años atrás, ahogaron la navidad en un paro petrolero. El pueblo venezolano inventó entonces los fogones solidarios y hubo hallacas en el vecindario. Ahora, sobre la copa de los arbolitos disociados, el comandante coloca la estrella de la enmienda constitucional que tiene al propio director de Globovisión pidiendo merry chritsmas.