El colapso
financiero de Wall Street es como un Sambil convertido en elefante blanco,
la situación económica medida en una balanza y papeles ficticios según
la conveniencia de los capitalistas, se hace muda en algunos casos
y dicharachera en otros, la caída abrupta en los precios del petróleo
cual sonrisa cínica de quienes desean una patria en ruinas, bajo
la excusa de energías costosas y la creación alterna de otras fuentes,
mientras que los alimentos se disparan en un alza sin retorno con las
complicidad silenciosa e hipócrita del mercado pese a la recesión
y desaceleración de la cotización en la cesta petrolera.
La navidad,
reflejo irónico del consumismo de un país en vías del socialismo;
toneladas de basura en las calles demuestran vergonzosamente la mejor
estadística visual. Pueblo se traga pueblo. Lo metálico sintetiza
la ambición material puesta en la escena de un “cochinito de alcancía”
como obligación moral del consumidor frente al comerciante que maltrata
y asalta durante un año con sus precios. El redondeo para el vuelto
de monedas se hace “Bolívar Fuerte” del cajero que lo acumula de
“a poquito a su favor” bajo la excusa de un caramelito o la
escasez del sencillo.
Los alimentos
subsidiados al pueblo quedan atrapados en bolsas transparentes para
multiplicarle su valor, las frutas y leyendas tradicionales importadas
en manjares inaccesibles. El transporte público haciendo de las suyas
con los precios de antojo, mientras los “choros y delincuentes”
se apoderan del asaltado pueblo para robarlo de manera formal con una
pistola en la cabeza. El humilde taxista a la caza de la víctima capaz
de caer en sus precios de lujo y el mismo pueblo se traga al pueblo.
La miseria
se vuelve consumo, el consumo se hace mente y el socialismo frase de
lujo con un vaso de whisky 18 entre las manos. El borracho consume desesperadamente
para intentar pagar su “caña” con chapitas de promoción, el pan
de jamón la golilla del año para el panadero que lo adorna entrampado
en su cajita y la multisápida hallaca sin el mismo gusto de la abuela,
acompañada en tiempos modernos de refrescos que llenan de gases la
barriga de los muchachitos en la discusión adulta de una enmienda frente
a un año crítico por venir. Perplejos los mismos niños frente al
futuro, presionan a quienes deben enmendar el cerebro y corazón para
dejar de lado la revolución de bolsillo secuestrada por el cogollismo
añejo.
Mientras la
trampa política es negocio capitalista para imponer “cuadros” y
“fichas” de los que acumulan el interés individual, bajo pretexto
del socialismo salvador de un colectivo que sobrevive “jodiendo”
al vecino, amigo y camarada, el despertar de la historia lanza
advertencias a ese mismo pueblo consumista, alienado, resentido y mal
entendido fanático del bolsillo, que a la propia conciencia nacionalista
solidaria llamada revolución como esperanza de la patria nueva para
evitar que el pueblo coma pueblo.
El avance será la señal que indique la superación de los obstáculos que aguardan el camino, el valor radica en la conciencia colectiva como utopía en una realidad posible, entre verdades y mentiras se aguarda la suerte del nuevo socialismo, la clave se mantendrá mientras el liderazgo demuestre la ética moral esperada y el discurso sea enseñanza y menos discurso.