Lo que voy narrar a continuación podría parecer un texto salido de la mente retorcida de esta escritora desesperada por contar una historia. Una escritora sin escrúpulos que trata de hacer pasar como hechos reales la más espeluznante ficción.
La verdad es que yo preferiría no tener que vivir las cosas que les voy a contar, y ustedes, mis amados lectores, sé que preferirían no tener que vivir lo que ahora van a leer.
Pero lo vivimos, aún cuando no lo deseamos lo vivimos…
Debería musicalizar este texto con un solo de violoncello compuesto por dos notas muy graves entre párrafo y párrafo, algo así como el tema musical de Tiburón. Pero no soy experta en multimedia, soy solo una escritora, por lo que dejo a mis lectores la responsabilidad de emitir el sonido del cello, un ronco chan, chan, chan, chan de garganta, acelerando el ritmo en la medida que se aceleren los latidos de su corazón.
Todo sucedió en un día lluvioso, porque tienen que ser lluviosos los días así. Aún si hubiese amanecido soleado, un encuentro cercano como el que me tocó vivir, habría logrado desatar los más oscuros nubarrones, portadores de la más tenebrosa tormenta, y ese cello sonando, sonando, sonando…
Me encontraba paseando por el mundo virtual y me topé con un grupo de viejos amigos jugueteando en Facebook. Se burlaban divertidos de lo brutos que eran algunos chavistas. Yo escuché sus risas que parecían gruñidos y me acerqué para decirles que no se preocuparan, que en todos lados se cuecen habas. Les conté, para probar mi tesis, que había escuchado a un líder de oposición pedir peras al horno.
Las risas se apagaron, pensé que vendría un silencio de esos que te hacen dudar si todavía estás vivo, pero no. Saltó uno de ellos y me dijo caradura, fanática, chavista-violenta-de-discurso-programado-por-tus-jefes-que-te-pagan, tarifada, jalamecates, adoctrinada, criminal. (No se olviden del cello in crescendo)
Hermosos epítetos que aderezaban una ensalada de mordaces argumentos que eran, sin lugar a dudas, un condensado magistral de los últimos cinco años de Aló Ciudadano. Que si queremos instaurar un pseudo-comunismo totalitario, que si regalamos el dinero a otros, que si el discurso violento (insulto intercalado), que si los intelectuales del mundo repudian la revolución, que los que la apoyan son corruptos, tarifados, jalamecates y algunos muy viejitos que son unos comunistas trasnochados, que en Venezuela nunca hubo analfabetas, que no existen las misiones y que si existen no sirven, que se ha dilapidado el dinero en esas cosas…
Yo le pedí que mirara los datos de UNICEF, UNESCO, CEPAL que avalan lo que le estaba diciendo sobre los avances de la revolución, pero mi opositor enfurecido me dijo que los leyera yo, que él no iba a leer nada… Supongo que prefería tener la razón a pesar de no tenerla.
No había terminado tan constructiva tertulia cuando apareció una vieja amiga, sorprendidísima de mi posición. Entre estupefacta y conmovida se preguntaba cómo una niña como yo terminé en estos derroteros. La cito textualmente porque sus palabras son poesía pura:
‘’Me gustaría saber que le pasó a la Carola que recuerdo vecina en nuestra urbanización!!!!! Una niña bella y encantadora, con un peluche de "Snoopy" , proveniente del mas puro imperialismo salvaje, por lo que tus hijos no podran disfrutarlo como tu, al igual que un viaje a Orlando, conocer a Mickie, Minnie o al pato Donald, ni podran aprender el idioma Inglés, el que tu en EEUU aprendiste muy bien estudiando en ese país, incluso conservo fotos de mi hermano en Florida en tu compañia. ¿Te recuerdas cuando los comunistas secuestraron a tu papá siendo Decano de la Universidad de Carabobo?? que pesadilla cierto?? Igual que la pesadilla que vivimos LA MAYORIA DE LOS VENEZOLANOS cuando unos individuos mal llamados militares agreden con un ventajismo asombroso y gas "del bueno" a estudiantes desarmados e indefensos, solo porque piensan diferente!’’
Luego, como tratando de responderse concluye que la vida me ha tratado mal y que soy chavista porque estoy traumatizada por algo terrible que ella no se atreve a imaginar.
Además y manteniendo el tono maternal, me explica que no es bueno provocar de esa manera, que no se emite una opinión contraria cuando un grupo que no piensa como yo está hablando, que es cuestión de madurez saber estas cosas.
Debía saberlo y no lo supe pero ya estaba encendido el caldo y no iba a ser yo quien lo apagara. La verdad es que le añadía leña al fuego porque yo necesitaba escribir y ellos estaban regalándome una historia desgarradora arrancada de la vida misma.
Así seguía mi amiga explicando cómo el país está arruinado, que podíamos ser lo que no somos porque somos lo que somos y no lo que podíamos ser. Y soñando en lo que sueña me narró cómo no somos productores de agrocombustibles, tan ecológicos, tan acordes con los tiempos. ¡Agrocombustibles!
Procedí a explicarle cómo el año pasado solamente, según cifras de la FAO, murieron de hambre 5 millones de niños mientras los carros tragaban maíz. Agregué además, que en verdad no es prioritario que los niños conozcan a Mickey, en cambio es fundamental que tengan acceso gratuito a la salud del que carecen los niños gringos. Que, lamentablemente, Mickey no cura ni una gripe.
Ante a esto amiga se convenció y me lo hizo saber: