Los grandes perdedores de este referendo del 15 de diciembre son, quién puede dudarlo, los opositores Manuel Rosales, Henrique Capriles Radonski y César Pérez Vivas. Saquemos cuentas, nomás, para que nos convenzamos aún más de la sabiduría del pueblo venezolano.
Sólo en cinco estados del país, el Sí estuvo por debajo del No. De estos cinco estados dejemos aparte a Mérida, donde la diferencia ente ambas opciones fue de apenas 1,1%, y a Nueva Esparta, donde el No sólo tuvo una ventaja de 1,5%. Es decir, prácticamente empate técnico.
Esto nos deja a Zulia, Táchira y Miranda como los únicos estados donde se fue arriba el No. ¿Qué significaba el No? Negar la posibilidad de que los gobernantes pudieran postularse cuantas veces quisieran para buscar su reelección. Quiere decir entonces que en esos tres estados, los venezolanos no estaban muy felices con la posibilidad de reelegir más de una vez a estos sujetos.
En Zulia, la ventaja del No puede leerse como el cansancio ante la sempiterna figura de Manuel Rosales, quien ha gobernado consecutivamente desde el año 1996, primero como alcalde, luego como gobernador, y ahora nuevamente como alcalde. Si se incluyen sus gestiones como concejal y diputado regional, tendremos que remontarnos hasta el año 1979 para ponerle fecha al primer cargo de elección popular que ocupó Rosales. Gobernar desde la década de los 70 hasta hoy, es lo que cualquier opositor llamaría “eternizarse en el poder”.
En Táchira, es de presumir que los atropellos destados a raíz de la elección de César Pérez Vivas como gobernador, hayan puesto a pensar a los tachirenses en la necesidad de “cerrarle el paso” a estas “viejas generaciones” que representa el antiguo congresista copeyano. Por eso será que ahora Pérez Vivas intenta ponerse las pilas y ya declaró, con cierta sonrisita sospechosa, que “quienes hoy gobernamos, podremos postularnos indefinidamente”.
Finalmente, en Miranda, al gobernador Capriles Radonski no le ha servido de mucho declararse bolivariano. Igual los mirandinos le dijeron No a la posibilidad de sus postulaciones continuas.
Por eso este trío ya debe estar entendiendo lo que decía el poeta Hebbel: “Cualquier cosa que el hombre gane debe pagarla cara, aunque no sea más que con el miedo de perderla”.