ORQUESTA NACIONAL JUVENIL: La Consagración del Presente (*)
Es indudable que la Orquesta Nacional Juvenil ha añadido al panorama histórico de la Música Académica en Venezuela una de las transformaciones más profundas, radicales y de mayores consecuencias para todo enfoque analítico de los perfiles de la Historia Contemporánea de la Cultura Venezolana.
En el conjunto integral de sus rasgos iniciales y premisas originales resalta una genuina y trascendente finalidad: incorporar amplias capas de la población preescolar, infantil y juvenil al quehacer artístico del arte musical.
Tales conquistas que se constituyen como las bases de una futura realidad en el universo de la educación musical en nuestro país, tuvieron sin embargo que enfrentarse de manera radical, a una serie de preceptos, códigos y dogmas que condicionaban no solo la enseñanza de la música académica en Venezuela, sino todo intento de formular un modelo educativo futuro.
Era necesario cambiar aquella concepción del quehacer musical que ataba su práxis a los viejos presagios de la enseñanza colonial y religiosa de la primera mitad del siglo XVIII, donde el fenómeno musical vivo era reducido, como evento socio-cultural, a una ceremonia casual, a una festividad religiosa de oficio litúrgico o protocolar.
La gestación del primer grupo instrumental de la Orquesta Juvenil hubo de abrazar la concepción del “taller renacentista”, que posibilitó, no solamente su crecimiento y desarrollo – a partir de cuya estructura coexistían niveles avanzados, intermedios y aprendices de la ejecución instrumental – sino que lo erigió como modelo único.
Gracias a su dialéctica logró postular en su praxis, la conjunción del fenómeno musical vivo aproximaciones cíclicas al repertorio universal de todas las épocas, su exploración continua, bosquejos de directrices con exhaustivos ensayos diarios, talleres de fila, seminarios, clases individuales, etc. Con una infraestructura pedagógica, que poco a poco se iría adaptando – desde el punto de vista orgánico y funcional – a sus cotidianas conquistas en el terreno de la enseñanza musical y la ejecución instrumental; para llegar a ser hoy un complejo sistema que reúne a: Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, 68 Orquestas Regionales que abarcan todo el país, Centro Académico Nacional de Música, Instituto de Fonología, Centro Nacional Audiovisual, Taller Nacional de Luthería y el Instituto Universitario de Estudios Musicales.
Indudablemente que la premisas que guiaron la conformación de dicho Sistema Artístico Educativo – parcialmente igualado solo por la experiencia del Japón – ha arrojado como resultado histórico contemporáneo una revalorización de la música académica universal y al mismo tiempo ha creado un espacio social para el crecimiento y desarrollo de un centenar de generaciones de músicos de todos los rincones del país, como nunca antes en la historia de la cultura venezolana se había visto. Dicho efecto multiplicador no es solamente una quimera para el joven valiente que haga valer sus destrezas gimnásticas y técnicas, sino que con los hallazgos pedagógicos, la Orquesta Nacional Juvenil puede suministrar, explorar y generar la filiación al hecho musical, internalizando las necesidades expresivas, en la inmediata intuición del niño, acelerando la vocación artística del adolescente difícil y mostrando un porvenir a la serena búsqueda del joven autoconsciente.
Con la Orquesta Nacional Juvenil y sus logros, la historia del movimiento musical venezolano ha entrado en una nueva y crucial etapa, que responde a las exigencias que dictamina la moderna sociedad de masas. Al mismo tiempo se constituye como uno de los fundamentos humanísticos más importantes que generó la inmensa riqueza petrolera a la actual Venezuela en crisis, siendo ella la imagen de una nación posible, producto genuino del esfuerzo titánico del eminente maestro y pedagogo, pianista, organista, compositor y profesor universitario: José Antonio Abreu.
El impacto de su crecimiento y desarrollo, que abarca los diferentes rincones del país; las zonas más alejadas, los centros urbanos, las provincias, se ha convertido en una modificación del vasto discurso de costumbres, tradiciones, hábitos, relaciones familiares, individuales y colectivas del interior del país. El paisaje desolado, la trágica quimera del paraíso consumista y totalitario de la Gran Ciudad, si no se ha disuelto del todo, a menos se ha cualificado, conformándose en una noble meta de gratificación espiritual-artística, en comunicación con el conjunto de valores, paradigmas éticos, coordenadas socio-culturales, presentes de manera inmanente, en lenguaje autónomo y universal de la música.
La Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana “Simón Bolívar” es el vértice de la pirámide de este complejo Sistema Artístico – Educativo, el producto más acabado y sintético que recoge la magnitud de su éxito en materia educativo-formativa y técnico-artístico , es la expresión simbólica y categórica de un esfuerzo coronado por la entrega y consagración de jóvenes generaciones, la lucha del músico venezolano por el logro de státus artístico y un reconocimiento a su multifacético talento, enriquecido por las múltiples valencias que componen y sustentan nuestra identidad histórica, étnica y antropológica, configurando así un capítulo especial de la historia social de la juventud venezolana.
Más allá de los restringidos cauces en los cuales se había concentrado el quehacer espiritual, como privilegio de élites económicas, culturales y religiosas, la Orquesta Sinfónica Nacional de la Juventud Venezolana “Simón Bolívar” representa no solo la acertada configuración de un proyecto masificado la educación musical a gran escala. Sus genuinos preceptos han replanteado los fundamentos la praxis musical, del papel del artista como fuerza motriz de la sociedad venezolana, al tiempo que ha reactualizado el pensamiento Bolivariano al trasladarlo al terreno de la conciencia musical nacional y latinoamericana. Este hecho ha sido reconocido por el Estado Venezolano al apoyar con la creación de una Fundación – las metas, proyectos y programas de la Orquesta Nacional Juvenil, lineamientos que ya se habían configurado en una totalidad histórica, en materia de capacitación y formación de recursos humanos.
En todo el itinerario que hemos expuesto se ha perfilado como ha venido conformándose – no de manera lineal , sí con accidentes, dificultades, pero con férrea voluntad – lo que es hoy día todo un Sistema Nacional de Orquestas Juveniles, Infantiles y Preescolares a lo largo y ancho de todo el país. De allí que se desprenda que con este modelo artístico-educativo sembrado a lo largo y ancho del territorio nacional, la dimensión del arte musical en Venezuela haya experimentado una de las transformaciones históricas más importantes en nuestros días, donde progresivamente amplias capas de la población de pocos recursos económicos pueden consagrarse, aproximarse y vivenciar la música como actividad espiritual (uno de los más altos y excelsos valores de la creatividad humana).
La tarea edificante que desde el 12 de Febrero de 1975 realiza la Orquesta Nacional Juvenil obedece al acierto de una Filosofía Educativa que supo cohesionar las necesidades expresivas y la vocación artística de la juventud y niñez venezolana, en un sistema abierto de concurrencia y participación igualitaria, cuya proyección futurista era al mismo tiempo, el bosquejo de las condiciones de posibilidad para reproducir a una amplia escala social, el fenómeno vivo de la música, tanto de la ejecución, como de la enseñanza y sus consecuencias en la formación integral del individuo.
La Orquesta Nacional Juvenil representa en el conjunto de la realidad nacional, no solo el esfuerzo inicial de sus miembros fundadores, sino que se ha elevado como un alto ideal de consagración a una escala de valores que está más allá de la lucha diaria por la vida material, la absurda competencia y la acelerada nerviosidad conformista de la presente década. Es si, el heredero legítimo de ese nuevo universo ético que se le abrió a los jóvenes entusiastas, en cuya rebeldía, disposición existencial y nobleza sensible, esta una de las más contundentes respuestas a la actual crisis económica y cultural que vive nuestra Venezuela Post-Petrolera.
Con la libertad alcanzada en base, al esfuerzo mancomunado, la Orquesta Nacional Juvenil se ha mantenido vigilante en lo que respecta a la creación de su infraestructura, que le permita la concreción de lo que es para el arte musical hoy, no solo el regocijo por “lo bello”, sino una tarea histórica por preservar el espacio conquistado para el trabajo creador y su crecimiento en una escala cada vez más amplia en el contexto de la realidad nacional.
Su Centro Académico Nacional, surgió como necesidad de reunir en una estructura no-tradicional - sin negar los alcances de la estructura docente de los Conservatorios y Escuelas de Música – una etapa en donde era necesario consolidar las conquistas de un aspecto clave de su enseñanza: la práctica orquestal. Después de algunas dificultades, experimentos, se llegó al bosquejo de una estructura organizacional nueva, que esbozará y legitimará una permanente revisión de contenidos programáticos de las materias, una heterodoxa reflexión acerca de la naturaleza de sus métodos, procedimientos y alcances. La adopción de la modalidad de Taller – que tiene sus raíces en el período renacentista de la cultura occidental – constituye el opuesto a la enseñanza tradicional que aísla al músico durante muchos años – como en un laboratorio- imagen iluminista y positivista que vino a América con modelo de Universidad Napoleónica.
El re-examen de las técnicas de la formación solfística dio lugar a la adopción del método de educación Audio-perceptiva, que postulaba un nuevo camino para la exploración de las bases intuitivas en el proceso de formación musical, modelo que excluía el valor del tradicional examen de aptitud para el arte musical.
La filosofía Educativa de la Orquesta Nacional Juvenil logró entonces con su Centro Académico Nacional – establecer una conexión real y dialéctica entre la finalidad teórico-académica y la formación cultural, unido indisolublemente al fenómeno musical vivo.
Tomando en cuenta la presente etapa histórica, la Orquesta Nacional Juvenil, parte de una nueva concepción del músico, para lo cual ha de considerarse como unidad indisoluble la teoría y la práctica. En ese sentido, el proceso de enseñanza-aprendizaje que programa, estimula y ejecuta el Sistema de Orquestas Preescolares, Infantiles y Juveniles, atribuye a la práctica orquestal, el desarrollo del fenómeno musical vivo, todas las posibilidades de éxito, capaz de agregar al complejo orquestal, componentes y elementos que hasta los momentos habían sido negados, como la expansión de la musicalidad afectiva, intuitiva y cognoscitiva, en oposición a la práctica mecánica, coercitiva y anti-natural.
En este contexto, las posibilidades de desarrollo del potencial vocacional es prácticamente inestimable – Solistas, Directores, Compositores, Pedagogos, Ejecutantes e Investigadores – Tanto las versiones y arreglos de las grandes obras ejecutadas por los niños – piezas de Strauss, Tchaikovski, Wagner, Teleman, Haendel – como las obras que progresivamente van ampliando su radio de complejidad en las Orquestas Juveniles – Bach, Corelli, Vivaldi, Beethoven, Tchaikovski, Korsacov y Mahler – hasta llegar a la cúspide del sistema – Orquesta Sinfónica Simón Bolívar – que se dedica a divulgar el repertorio de todas las épocas y estilos – Bach, Bartok Debussy, Schonberg, Várese, Villalobos y Stravinski – han tenido como favorable obstáculo, el universo contingente, inmediato, de la experiencia orquestal.
La sola desnudez de una partitura, el reto de abordarla diariamente, deviene en el desarrollo de las cualidades animistas de la ejecución instrumental, donde se sintetizan como facultades, tanto los elementos intuitivos como los cognoscitivos. El compromiso histórico con las necesidades de nuestro tiempo que emana de la Filosofía Educativa de la Orquesta Nacional Juvenil, no se exime ante los procesos de cambio que han añadido inéditas facultades al lenguaje musical – nuevos códigos y fundamentos biológicos, psicológicos, sensoriales e intelectuales – que anticipan un cambio de paradigma que regirá los procesos técnico-compositivos. La creación del Instituto Nacional de Fonología pretende aglutinar el interés de las nuevas generaciones de compositores que, han encontrado en la experimentación electroacústica una vía de expresión y la imagen de un nuevo ethos musical.
La Filosofía Educativa de la Orquesta Nacional Juvenil ha sabido aprovechar la revolución cultural que en la actualidad protagonizan las artes y medios audiovisuales. La instalación de un Centro Nacional Audiovisual, ha querido recoger las bondades del mundo electrónico – equipos de grabación, reproducción, confección de tele-talleres para instrumentos – para mejorar, expandir y reproducir la experiencia pedagógica, ya que su uso -clases en videocasettes – sin la intención de llegar a sustituir al docente, ayuda al alumno mejorando su rendimiento global. Por otra parte, con un personal adiestrado, genera su producción televisiva, divulgando sus propios conciertos y presentaciones.
El impacto de su crecimiento y desarrollo a lo largo y ancho del territorio nacional además de los insumos educativos que fue requiriendo, por su expansión exponencial, ameritaba la producción autónoma de instrumentos musicales. En respuesta a la creciente demanda interna, y con las transformaciones estructurales y cíclicas de la economía nacional – que elevaron considerablemente los costos para la adquisición de instrumentos musicales y sus accesorios – fue creado el Taller Nacional de Luthería – con sede en Mérida y Caracas – Allí no solo se abre un espacio laboral para jóvenes artistas con vocación artesanal, sino que se vislumbra – con la implantación de un sistema industrial de reparación y construcción de instrumentos musicales – una estructura no formal que genere empleo y al mismo tiempo exponga el mundo cultural del trabajo creador en su doble connotación, técnico y artístico, devolviéndole la dignidad artesanal artista contemporáneo, rompiendo su condición de enajenado, en consecuencia reconciliándolo con sus antecesores: los músicos renacentistas.
La creación del Instituto Universitario de Estudios Musicales (IUDEM) no solamente está enmarcada dentro de una nueva concepción del músico. Su configuración intenta enfrentar –con urgencia- el reto que impone al músico, el universo creciente de la cultura, la inminente necesidad de formarse y de ubicarse en la sociedad. Un proyecto de enseñanza de música a nivel de Educación Superior, no podría estar al margen de la síntesis de nuestro tiempo, que representa la reconciliación de la transformación imaginaria de la alta cultura, con las transformaciones técnico-materiales.
Confluyen en la enseñanza de la Música, las grandes realizaciones del campo científico – la Ingeniería del Sonido, los procesos de la técnica digital para el Audio, Física, Matemáticas, Computación e Informática, el pensamiento Filosófico o el mundo de las ideas, cuya función ayudaría a sustentar los criterios de verdad que fundan al quehacer artístico y sus formas lógicas de su discurso.
Partiendo del supuesto de que el artista está adherido históricamente a la sociedad, entonces la enseñanza de la Música deberá tomar en cuenta el mundo productivo; por tanto que el artista hoy –sea cualquiera su disciplina – es una fuerza motriz de la sociedad porque produce bienes culturales. Su incorporación al cumplimiento de metas socialmente necesarias, posibilitaría la preservación y reproducción del ámbito cultural y su constitución como capital social. Para el conocimiento mismo de las raíces antropológicas del fenómeno musical, es inminente el estudio de disciplinas como la Antropología, Etnomusicología, Folklore e Historia Natural. Podríamos decir que la soluciones del lenguaje musical convergen con diversos modelos socio- históricos. El IUDEM, está constituido así por cuatro opciones que son: Ejecución instrumental, Composición Musical, Educación Musical y Musicología. Bajo el apoyo de la Universidad Simón Bolívar se continuarían estudios de Post- Grado y Doctorado.
La Orquesta Nacional Juvenil, como modelo de docencia y formación musical históricamente conformado por su Sistema de Orquestas Pre- escolares, Infantiles y Juveniles, no es solamente una referencia central del panorama cultural del país, su éxito ha tenido resonancia en otros países latinoamericanos, con reconocimientos de Organismos Internacionales como la OEA y la UNESCO. En ese sentido, la Orquesta Nacional Juvenil, posee un proyecto de Extensión Latinoamericana y del Caribe a partir del cual se propone estimular iniciativas para la creación de Orquestas en otras latitudes, en consecuencia exportar su experiencia como estructura musical que forma jóvenes intérpretes, solistas, compositores, solistas instrumentales o vocales, directores, etc.
La Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana “Simón Bolívar”, constituye la cúspide de todo el sistema. Formada por miembros de todos los rincones del país, seleccionados por riguroso concurso, guarda en su seno una abnegada voluntad creadora. En difíciles escenarios, ha sabido traducir su compromiso con infatigable laboriosidad. Basta recordar las afirmaciones de los directores del Sadler’s Well Ballet – Marzo 1986 – al referirse a la espléndida calidad y vitalidad en la difícil concertación del arte de la Coreografía, el Ballet y la Música. Sus presentaciones en escenarios internacionales – Colombia, Ecuador, Brasil – durante la Gira Latinoamericana Abril- Mayo 1985, tuvo juicios críticos muy favorables de investigadores especializados, músicos, periodistas: donde no solamente se destacaron los aciertos técnicos, sino también el mensaje de esperanza y hermandad latinoamericana, de independencia y autodeterminación cultural, que la Orquesta Sinfónica “Simón Bolívar”, cristalizó de manera admirable al fundar Orquestas Juveniles – como en el caso de Ecuador – y despertar expectativas favorables a la asistencia recíproca a otras agrupaciones como las existentes en Brasil y Colombia. Las visitas que realizó la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana “Simón Bolívar” a Uruguay y Argentina, en Mayo 1986, no solamente constituyeron uno de los momentos cruciales de su proyección internacional como Embajadores culturales, sino que recibió innumerables elogios de investigadores, historiadores y musicólogos, concretamente de Curt Lange, eminente musicólogo cuyos méritos se extienden por toda Hispanoamérica. En sus argumentos, Lange llegó a poner de ejemplo los hallazgos técnicos y artísticos de la Orquesta Simón Bolívar.
Los orígenes del Movimiento Musical Venezolano, están íntimamente relacionados con el proceso de conquista y colonización de Hispanoamérica. En medio de convulsiones sociales, económicas, políticas y culturales, la Venezuela colonial, aunque sujeta al dominio y yugo de la exterioridad cultural de la Metrópoli; pudo, gracias a un esfuerzo continuo de superación (hecho por pardos y criollos) abrazar la noble causa del arte, tomándolo como fuente viva de inspiración, de esperanza y de alternativa radical de emancipación, frente a un mundo preso de conmoción social y de violencia.
La Venezuela colonial en breve tiempo, pudo asimilar el idioma, las creencias religiosas y las estructuras sociales básicas que introducía la Metrópoli. Nuestro país, hoy, víctima del mito del progreso indefinido, el culto a la novedad y la nostalgia por el paraíso terrenal, podrá reaccionar en contra de dicho modelo civilizatorio, defendiendo sus hermosos valles y el verdor de sus montañas. El “nuevo mundo”, negó por mucho tiempo su universo a la técnica y a la ciencia; entonces América sería campo abierto para las obras espirituales y artísticas.
Con la recuperación progresiva de una estabilidad social cada vez más armoniosa (a pesar de los altibajos de nuestra historia) el desenvolvimiento del quehacer cultural e intelectual va ensanchando un campo cada vez más infinito de posibilidades.
Al padre Sojo o Pedro Ramón de Sojo y Palacios, se le atribuye el mérito de impulsar un genuino y brillante movimiento musical cuya labor se extiende desde los siglos XVIII y XIX y pasa a nuestros días.
Con el predominio de dos géneros: el clasicismo europeo y la tradición de música sagrada, surgen personalidades creativas como Juan Manuel Olivares, Juan José y Juan Antonio de Boesi; con la pasión creadora y serena de Lino Gallardo, se vislumbra la posibilidad de un país, camino a su independencia cultural.
La Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela, situada en el siglo XX, constituye un acontecimiento de trascendencia en el panorama general venezolano. Después de tantas conquistas, batallas de emancipación, revueltas, masacres, anarquía y desintegración; en el contexto de la Venezuela Petrolera con poco menos de dos décadas para el siglo XXI y ante los peligros del creciente consumismo hedonista y la transculturación; el nombre del ilustre artista y patriota “Juan José Landaeta”, aglutina todo un esfuerzo humano y la necesidad de una conciencia musical nacional. Así como los jóvenes caídos ayer en la Victoria, nosotros los jóvenes de hoy, tenemos como escenario de lucha: la recuperación de un venezolano integral y consciente de su ser creativo, tal como lo soñó entre otros, Simón Rodríguez.
El Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e infantiles del país integrado por jóvenes y niños de los distintos Estados y Provincias Venezolanas, tuvo como embrión a la Orquesta Nacional Juvenil, núcleo Caracas hace 7 años, que hoy constituye la Orquesta Sinfónica Nacional de la Juventud Venezolana Simón Bolívar.
La Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela, tiene como propósito, la docencia y la formación de las nuevas generaciones de jóvenes y niños en el quehacer artístico y profesional. Y también es su responsabilidad informar y formar a la ciudadanía en consecuencia; gestiona y realiza conciertos, presentaciones, exposiciones didácticas, programas de televisión e instructivos explicativos para tales fines.
El impacto de su crecimiento y desarrollo, constituye una referencia central en el panorama cultural del país, es además una nueva estructura musical que forma: jóvenes intérpretes, compositores, solistas instrumentales o vocales y jóvenes directores.
Partiendo de que es la música, un fenómeno cultural universal, la institución, esta dispuesta a divulgar todo el repertorio musical venezolano y extranjero de todas las épocas y en relación a Latinoamérica la Orquesta Nacional Juvenil, ofrece sus recursos artísticos y la experiencia acumulada en lo profesional y técnico, para el desarrollo cultural de los pueblos hermanos como continuación de la tarea que emprendiera ayer El Libertador.
La Orquesta Nacional Juvenil, constituye un conglomerado que siente en su seno la necesidad de fomentar la convivencia, la integración y la realización del querer humano considerado en el más noble sentido de: amor, humildad y voluntad creadora. Por ello este compromiso se traduce en estar conscientes, tanto en las realizaciones cotidianas y trascendentes, de nuestro virtual ser creador y de la infatigable laboriosidad de una juventud que ve en el beneficio cultural colectivo, la majestuosidad de un “nuevo mundo”.
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