Es vox populi que entre Chávez y nosotros hay una pared densa y nebulosa que obstruye el fluir de la revolución. Es vox populi, y yo tengo la cuestionable suerte de poder corroborarlo al encontrarme con muchos de los ladrillos que forman esa pared con más frecuencia de la que desearía, si es que alguien puede desear semejante cosa.
Funcionarios públicos cuya única misión es servir para lo que fueron designados y que todavía no han entendido que Venezuela es otra. No entienden estas personas lo que predica mi presi cada día, casi siempre en cadena nacional, por si acaso están mis funcionarios sintonizando una novela, pues, que se enteren de por dónde van los tiros.
Los tiros van por el lado de la transferencia del poder al pueblo, pero entender eso, para un funcionario como los que yo me encuentro a cada rato, implica tener que entender que su cargo, un día no muy lejano, será obsoleto, por lo tanto sería como aceptar resignadamente su propia extinción.
Resulta que ‘’el pueblo no está preparado y no entiende’’ que necesitan intermediarios que, más que mediar, pretenden imponer su visión personal de cómo se organiza el poder popular, y ya sabemos que mientras más desorganizado esté el pueblo, más lejos estará de tomar el control de su propio destino y eso asegura la existencia de los cargos de mis burócratas en cuestión.
El pueblo no está preparado cuando no conviene soltar la cuerda. Ese pueblo que ha mostrado madurez política a la hora elegir al comandante de la revolución, a la hora de votar por una nueva constitución, a la hora de arrebatar a nuestro presidente de las manos de sus frustrados verdugos. Ese pueblo que rescató a PDVSA, que soportó con estoicismo el paro petrolero, ese pueblo que no cae en las constantes provocaciones a la que es sometido, ese pueblo que lleva diez años luchando por una revolución que entiende como su única posibilidad de tener un país justo, libre y soberano, ese mismo pueblo es el que no está preparado y no entiende.
Y tienen razón mis funcionarios porque yo no entiendo y no creo que nadie, salvo ellos mismos, lo entiendan.
No entiendo, y cuando los entrevisto, ellos se encargan de que entienda menos. Siempre encuentran la manera de responder a mis preguntas con respuestas a otras preguntas que nadie les ha hecho, por lo que terminan diciendo nada, pero, eso si, hablando mucho como para hacernos creer que hacen mucho.
Pues si hacen: estorban y mucho, y de paso les pagan por ello, cosa que los alienta a seguir estorbando.
Los burócratas se erigen como los tutores del poder popular hasta que ellos consideren que estamos preparados para asumirlo. Su misión es convencernos de que no lo estamos. La nuestra es asumir nuestra responsabilidad colectiva y derribar esa conveniente pared que han logrado construir a costa de nuestra revolución.
Eso, o ellos derribarán todos y cada unos de nuestros sueños.
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