5,4 grados en la escala de Ritcher. Aquella madrugada sucedió algo que en periodismo es imposible, dar un tubazo de un acontecimiento que ya es del dominio público. Todos los que vivimos cerca del epicentro del movimiento telúrico lo sentimos. ¿La torta para los canales de la “competencia” del canal que dio el insólito “tubazo”? Que en la sede de éste último había un locutor de guardia quien le deberían dar el Premio Nacional del Periodismo no por dar tubazos, sino por su locuacidad. Estaba despierto o de guardia a esa hora, dijo lo que ya todos sabíamos (que estaba temblando la tierra debajo de nuestros pies) y le dio el pase a su jefe para que éste hiciera su principal papel en este mundo: decir que el gobierno no sirve. Lo demás, la intensidad del temblor, era y fue accesorio. Todo le quedó redondito pues. La competencia estaba dormida, no mucho tiempo, apenas serían unos cinco minutos. Pero también sabemos que cuando de movimientos telúricos se trata los segundos son eternos. Y según la intensidad del temblor pueden ser mortales.
6,4 grados en la escala de Richter. Llantén no cura tubazo, se dice en la jerga periodística. Y en el canal que nos ocupa lo saben. Desde La Florida se han encargado de aprovecharlo. En predios legislativos escogieron aquella provocación madrugadora para saldar deudas viejas más no prescritas. Del otro lado siguen sacándose el morado con cataplasmas. Pero no hay pócima que valga. No hay nada peor que darle publicidad a un “tubazo” ajeno. Y es que no creo que esta sea la causa por la que se debe sancionar al canal insomne. Hay cientos de pruebas, cientos de horas de programación, que muestran cuanto de manipulación, de tergiversación y de mentiras se trasmiten por vía microondas, vía satélite o desde los estudios del canal de número repetido. Y esta no es la peor. No le llega a otras ni de cerca.
7,4 grados en la escala de Richter. El organismo encargado de hacer cumplir la Ley Resorte tiene una década en cura de sueño, tanto duerme que se necesitó un temblor de mediana intensidad para que todos volviéramos caras. Cada vez que alguien menciona sanción saltan los probables afectados “nos van a cerrar, nos van cerrar”. ¿Y esta dinámica quien la sostiene? ¿Es que acaso las sanciones distintas a cierres no existen? ¿Sancionar las violaciones a la ley de un canal de televisión o emisora radial contempla su cierre solamente? Les pongo un ejemplo. El organismo recaudador cierra temporalmente. Pone unos cartelitos donde se dice la infracción y listo. ¿Quién ha impedido que eso se haga? Ciertas dinámicas favorecen, sospechosamente, a los infractores. ¿Por qué, en resumen, nunca se ha sancionado con multa o cierres temporales a algún medio de comunicación social? Por la plata baila el perro.
8,4 grados en la escala de Richter. Lo cierto es que los medios de comunicación, públicos y privados, rigen nuestra vida republicana. Los programas de información y de opinión se nutren entre sí. Se monitorean sin descanso. Los “tubazos” sustituyen a los organismos competentes. La dinámica impuesta por la “participación protagónica” de la mayoría de los medios de comunicación privados en el Golpe de estado y el Paro Petrolero de 2002, nos dejó picados de culebra y ya no sabemos sino brincar cuando vemos un bejuco. Hasta unos curas tuvimos que ver en cadena en estos días. La agenda informativa es impartida diariamente por los grandes titulares la “gran prensa” capitalina y asumida por jefes de información de radios y televisoras de manera vergonzosa, confirmando teorías de guerras asimétricas. Aunque sabemos que no se pueden predecir los terremotos al menos debemos tener un kit de emergencia. Digo, si es que la ausencia de la asertividad comunicacional del Estado dura otra década.