Estos últimos
días se ha abierto una polémica por Aporrea que tuvo como base el
macabro hallazgo en la quinta de Zuloaga de una exhibición de cadáveres
de animales, muchos de ellos en peligro de extinción. Pero rápidamente
la atención se desvió del problema principal, debido a que muchos
ilustres intolerantes aprovecharon para censurar y hasta burlarse de
los ambientalistas y los vegetarianos.
Lo que resulta
evidente es que en la quinta de Zuloaga funcionaba una especie
de tienda por departamentos que le daba mucha plata al mafioso en cuestión,
engordando carros y revendiendo cadáveres para los burgueses, a quienes
les gusta fingir que son tremendos cazadores, un poco para parecerse
más a la venidísima a menos aristocracia europea. Cuando tienes
docenas del mismo cráneo eso no es colección, eso es exhibición para
la venta, y no sé por qué razón o sinrazón la discusión llevó
a personajes que hasta son inteligentes, a ridiculizar a los ambientalistas
y los vegetarianos en vez de ver lo que realmente ocurre.
Los domingos
en la noche no me pierdo Los Robertos y voy a seguir viéndolos,
pero recuerde, camarada Roberto, que el enemigo no somos las personas
vegetarianas sino el imperialismo, la corrupción, la ideología de
la oligarquía infiltrada diariamente en las mentes de la gente por
medio de la omnipresente televisión burguesa. Lo que define la conciencia
política de una persona no es lo que come. Hay carnívoros sublimes
capaces de entregar su vida por la humanidad y los hay tan reaccionarios
que son capaces de comerse a su propia madre; y lo mismo pasa con la
gente vegetariana. Conozco vegetarianos fascistas y camaradas vegetarianos,
ese no es el asunto central.
Es cierto que
algunos pueblos tienen, en sus costumbres ancestrales, rituales particularmente
crueles, como la tauromaquia, que se nos impuso en Latinoamérica por
la fuerza de las armas. De lo que se trata no es de adorar y ponerle
incienso a los factores culturales que la colonia nos impuso y nos sigue
imponiendo. Independientemente de que conviven con nosotros los descendientes
de muchos europeos, eso no implica que vamos a seguir anclados en lo
peorcito que nos trajo la colonia.
En el caso de
Zuloaga no se trata de que el pobrecito cazara para comer o para divertirse.
Las autoridades deben investigar el origen de los cadáveres, e incluso
verificar si se trata de contrabando, del tráfico con la muerte de
la fauna del mundo que a tanta gente inescrupulosa ha enriquecido.
Déjennos a los vegetarianos con nuestro pastel de verduras y miren al Sur; 40 compatriotas latinoamericanos, indígenas, han sido asesinados por el gobierno de Allan García. El pueblo en Perú se levanta, el mundo entero quiere nacer de nuevo con los pueblos a la cabeza, para construir una sociedad mejor. Hablen de eso.