¡Ah la crítica! Esa imprescindible herramienta para llevar a buen puerto cualquier proyecto. Y la revisión ¿recuerdan?, ¿como revisar sin recurrir a la crítica?.
Si, ya sé que la crítica se elude alegando un arduo ejercicio de autocrítica.
Yo me miro en el espejo cada mañana, trato de mirarme con los ojos entrecerrados para que mi creciente perfil no me abofetee así tan recién levantadita. Pero me miro y veo claramente, sinceramente, dónde no me parezco a una top model. Luego la pregunta de cada día: ¿por qué la barriga está ganando la batalla, Carola? Y la respuesta: estoy haciendo todo lo posible por minimizar el tejido adiposo del abdomen, pero no es tarea fácil: años y años de irresponsable acumulación de grasas y toxinas, más alguna deficiencia de la glándula tiroidea, sumado a la edad, han degenerado en una sociedad, perdón, barriga con muchas deficiencias, que se van atacando, eso sí, pero no es tarea de un día, ni hay soluciones mágicas.
Si nos fijamos bien, desde hace tres años, cuando asumí el control de mi barriga, hemos bajado el indice de grasa en un 4% y unos diez centímetros del diámetro abdominal, lo que permite que el pantalón que me voy a poner hoy, y que hace apenas unos meses se quedaba dolorosamente atorado en la mitad de los muslos, pueda ser abrochado sin mayores inconvenientes.
Se ha logrado mucho y vamos bien, Carola. -Me doy una palmadita en la espalda y, apenas dejo de ver mi imagen reflejada en el espejo, respiro hondo, relajo lo que queda de mis músculos abdominales y plofff... vamos bien…
Si más tarde, algún amigo hace alusión a estos kilos que se hospedaron en mi zona media y no tan media, yo me molesto ante su ceguera y su falta de sensibilidad: ¿Acaso no es evidente que hoy puedo abrochar mi pantalón sin tener que meter la barriga? ¿Vamos bien?
Es que la autocrítica da para lo que da, porque uno es humano y el ego, los miedos e incluso, las ganas de ver resultados, pueden hacer que no profundicemos lo suficiente a la hora de revisarnos.
Para contrarrestar esta limitaciones son buenos los amigos verdaderos, los leales compañeros que no tienen pelos en la lengua a la hora de decirte que estás metiendo la pata, perdón, la barriga, y que por ahí no vamos a ninguna parte.
La crítica constructiva es vital para no perder el rumbo, perdón, la figura.
En estos días se abrió uno de esos portales tan interesantes que se abren de vez en cuando en nuestra revolución. Son una especie de momentos claves que o se toman por los cuernos o pasan, y casi siempre pasan, dejándonos con esa sensación de vacío, de que no hicimos algo muy importante que debíamos hacer.
Un grupo de revolucionarios, después de mucho pensar, observar, debatir, volver a pensar, hablar con otras personas, de otros medios, con otras experiencias, o las mismas, tal vez, llegan a unas conclusiones que consideran deben ser dichas en voz alta como un aporte a este proceso en el cual quien no aporta estorba.
Lo bueno es que estas personas tienen una tribuna que la mayoría de nosotros no tenemos. Lo mejor es que dijeron lo mismo que vengo escuchando de boca del pueblo desde hace algunos años. Lo malo es que lo dicho se está diluyendo en un río de acusaciones, sospechas, intrigas, que no dicen nada y que van ahogando las palabras que muchos queremos que sean escuchadas.
Vamos avanzando en esta revolución, no sin dificultades. Vamos viendo, a veces, cómo se arman las tramas que podrían dejarnos un día a la mitad del camino. Tenemos un camino lleno de trampas adelante. Tenemos suficiente con las zancadillas del enemigo como para que nos de por meternos zacadillas entre nosotros mismos. Flaco favor nos hacemos...
Quisiera ver a mi hiperlíder acompañado de un hiperequipo de trabajo. Quisiera ver cómo acaban con la burocracia ineficaz y corrupta que, ciega de torpeza y codicia, va carcomiendo hasta dejarnos con una ilusión llena de huequitos y nada más.
Quisiera que los ministros y colaboradores de mi hiperlíder tuvieran la honradez de no aplaudirlo cuando meta la pata, porque mete la pata mi presi, como la metemos todos. ¿O acaso a estas alturas vamos a empezar a creer en humanos infalibles? Es que mi hiperlíder necesita hiperamigos, de esos que sepan decirle la verdad, aunque duela… a quien le duela.
Quisiera que a mis hipercompañeros les sepan siempre a piña, cual golpes de niña, las acusaciones que suelen lanzar los que suelen lanzar acusaciones cada vez que sienten que es hora de acusar.
Quisiera ver que el partido, mi partido, dejara de considerar como simple habladera de paja nuestras legítimas preocupaciones. Quisiera ver cómo se abren las puertas al dialogo y al debate en el partido que se creó para nosotros y en el que todavía muchos sentimos que no tenemos voz. Quisiera que no nos arrastrara, otra vez, el río de la palabras huecas.
carolachavez.blogspot.com