Al tipo le dio por irse a Tovar para asistir a una cabalgata, lo suyo, y allá, en un programa de televisión comenzó a perorar contra Simón Bolívar y en contra del populismo. La cosa contra el populismo fue reiterativo y altamente sospechoso, y alzaba la voz: “Y si algunos no me quieren porque no me guste el populismo, bueno allá ellos, otros sí me reconocerán mi actuación”. Guillo, guillo. Igualmente comenzó a decir que cuando detuvieron “borracho” al campeón mundial de boxeo, Edwin Valero, el Presidente Chávez lo llamó, y también su edecán, pero él (Marcos Díaz Orellana) hombre de altísima moralidad y principios, por nada del mundo se iba a poner a desautorizar la actuación del comandante de la Policía. Pero no sólo en esta brutalidad metió al Presidente Chávez, sino que cuando lo comenzaron a criticar por andar reuniéndose, muy amartelado, con Baltazar Porras ha pasado a decirle al PSUV, a las patrullas, que sí, que él se reunió con el obispo protector de Nixon Moreno pero fue con la autorización y por orden del Presidente Chávez y del vicepresidente.
¡Qué bolantras!
Con conocimiento de causa y hasta como víctima de sus inventos, con toda certeza, puedo decir que este señor Marcos Díaz Orellana es uno de los hombres más embustero (y motolito) que he conocido en mi vida. A todo el mundo le anda mintiendo, y principalmente a la gente del PSUV. Al PSUV de Caracas le dice una cosa, y se viene corriendo para Mérida para hacer todo lo contrario. Definitivamente es un redomado escuálido pero trata de ganar tiempo para hacerle el mejor servicio posible a la derecha de la región. Yo le ruego al Partido Socialista que echen a este tipo cuanto antes porque tal como está la situación con Colombia todas sus actuaciones son peligrosísimas, y porque todo lo que ha de caer debe además ser empujado.
Las barbaridades que profirió sobre nuestra historia son de delirio, ¡qué ignorancia, Dios mío! Dijo el gobernador Marcos Díaz Orellana, que Simón Bolívar había sido un perfecto alcahuete con lo del Decreto de Guerra a Muerte porque perdonaba a los criollos aunque fuesen culpables. Qué valiente el personaje (¡porque trata de hacer ver que es la super-nota de la revolución!), un frívolo como él, Díaz Orellana, tan traidor como Didalco, quien se la pasa reunido con los fascistas del obispo Baltazar Porras y del alcalde de Mérida Lester Rodríguez. Añadió que el pánico que generó ese Decreto de Guerra a Muerte fue tan pavoroso que la pobre gente blanca y medio blanca comenzó a huir hacia los pueblo del sur, porque claro, Simón Bolívar no los iba a perdonar. Trató de recitar en varias ocasiones el Decreto y aquello fue bochornoso, y como no se lo sabía comenzó en son de guasa a bromear con el entrevistador. Qué tristeza.
Sintiéndose lo más bravo y arrecho de América Latina, Marcos Díaz comenzó a decir que aquí lo que hace falta es el uso del rejo. El rejo para arriba y para abajo, y que por lo tanto él se siente incómodo y disminuido siendo un gobernador de la V República, porque a él le habría gustado ser un soberano mandatario regional de un gobierno dictatorial como el de Juan Vicente Gómez o el de Marcos Pérez Jiménez. ¡Esos sí eran gobiernos de verdad, carajo! También defendió el orden y la forma recia y estricta como funciona la empresa privada en la que la gente tiene que andar derechita porque si no las mandan para el Infierno.
Aquí en Mérida, lamentablemente no tenemos PSUV, sino pelotones de buscadores de cargo. El vicepresidente del partido Rafael Ramírez con tantas ocupaciones no tiene tiempo para empaparse de lo que realmente está pasando por aquí. Los que andan cuidando sus cargos y al mismo tiempo tienen posiciones de importancia en la dirección de este partido, ni por el carajo que van a criticar y poner en su lugar a este pernicioso individuo. Lo que más me duele es que viva metiendo al Presidente Chávez en sus horribles barbaridades.
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