Las patrullas territoriales del PSUV son un instrumento necesario para la contienda electoral pero deberán también constituirse en sólidas plataformas políticas para el desarrollo del poder comunal. En relación con las tareas electorales, estás son de singular importancia dado el carácter del proceso bolivariano, pacífico y democrático, y las sucesivas formas de organización en torno al centro electoral que tácticamente ha estructurado el chavismo, han sido imprescindibles para llegar y permanecer en el gobierno y debemos preservarlas.
Pero es necesario otro tipo de estructura que nos permita trascender el plano electoral y avanzar en la organización política en los distintos espacios de lucha. La propuesta de conformar las patrullas sectoriales, que hoy es un lineamiento del partido, permitirá acometer con mayor fuerza y eficiencia las tareas de la revolución.
La formación de nuestra militancia, la disciplina, la cotización que implica un partido económicamente independiente, el trabajo en los frentes sociales y su respectiva movilización, son tareas que desde la perspectiva de la patrulla territorial son casi imposibles de abordar. Por supuesto que en el ámbito de los consejos comunales y del impulso a las comunas, la patrulla territorial tiene un espacio muy rico para la acción revolucionaria, y tomando en cuenta que quien milite en una patrulla sectorial debe pertenecer también a una territorial, el desarrollo de las primeras incidirá igualmente en la actividad de las segundas.
Por lo que, agrupados en nuestros lugares de trabajo o de acción colectiva, (fábricas, instituciones educativas, misiones, etc.) en estas patrullas sectoriales que podrían ser a partir de ocho militantes (uno por cada comisión que ha creado el Partido) hasta dieciséis, -no entendemos cuál fue el criterio de estipular de diez a veinte- podremos avanzar en la conformación del partido necesario, del verdadero partido revolucionario.
Así, comenzando por formar las patrullas en las instancias de los gobiernos bolivarianos, en los ámbitos nacionales, regionales y municipales, en una estructuración que converja en las direcciones estadales y las vicepresidencias regionales hasta la dirección nacional, podremos ir creando un partido de gobierno y un gobierno más participativo y democrático, un gobierno del Partido, que logre mayor coherencia en su accionar, así como disminuir y desaparecer algunas islas o islotes en diferentes instituciones y organismos que no entendemos qué rumbo llevan.
Debemos comprender que estas patrullas además de la responsabilidad de defender los principios revolucionarios en los ámbitos donde han sido constituidas, tienen un espacio inmediato de acción con los distintos niveles de compromiso de los camaradas de nuestro entorno. Me explico: podemos establecer tres niveles: la patrulla estará integrada por los militantes plenos, es decir, por quienes decidan dedicar varias horas a la semana al trabajo político, acepten la disciplina para cumplir con las tareas asignadas y coticen. Pero hay un conjunto de camaradas, que llamaremos colaboradores, que votan por nuestras políticas, asisten eventualmente a las movilizaciones y cotizan -pero no quieren comprometerse más de ahí- y que debemos atenderlos, visitarlos, conversar con ellos, incorporarlos a los círculos de lectura y tratar de que suban su nivel de compromiso, sin atosigarlos. Y hay también numerosos compatriotas que solo aceptan acompañarnos el día de las elecciones y que podemos denominar nuestros electores, que también merecen toda la atención de manera que progresivamente se involucren en jornadas de estudio, en las organizaciones sociales y su lucha por solucionar las dificultades.
Las patrullas sectoriales y territoriales del PSUV pueden constituir una formidable tenaza para poner a punto el movimiento revolucionario, consolidar el socialismo bolivariano y apretarle las tuercas a los apátridas y traidores.
