La dignidad como principio ético, debe ser, en la construcción del
Socialismo, un paso elemental hacia la concientización moral de todos
los revolucionarios, un valor moral implícito en ese nuevo modelo de
hombre que necesita la causa por el Socialismo.
La Revolución bolivariana, como expresión genuina de justicia
social y de respeto hacia los excluidos, da oportunidades claras de
fortaleces y las herramientas que nos permitan entender la
conceptualidad moral de la dignidad. El desarrollo de las capacidades
plenas es síntoma de progreso intelectual, elevando al hombre a una
estado superior de comprensión de su realidad y su posición política
ante la sociedad.
El grado de percepción con que percibimos e interactuamos con el
medio ambiente después de proclamarse el carácter socialista de la
Revolución bolivariana, es hoy el paradigma más temido por nuestros
detractores. Es así como a diario, a través de las campañas mediáticas
cargadas del más nefasto y visceral odio, pretenden socavar la base los
valores éticos y morales que hoy se insertan en el desarrollo del nuevo
modelo de hombre que construye la Patria.
El afecto (amor), como principio de la dignidad humana, es una de
las principales características que hoy se diseminan en los espacios
esenciales que arropan a nuestro proceso. El respeto, como condición en
las relaciones humanas, es otro principio en el tránsito hacia un nuevo
modelo de sociedad. El principio del respeto presupone un acto
individual y colectivo en el cual se enmarcan valores imprescindibles
para la comunicación. Pueden pretender manipularnos a diario, pero el
respeto a la elección del camino es sólo nuestro, y puede consolidarse
en la medida que generemos herramientas de lógica racional (ideología)
que nos permitan deslastrarnos de la mentira.
Es así como el afecto y el respeto se funden en un sólo
sentimiento moral que garantiza la trasparencia de todos nuestros actos
en sintonía con la prédica continua de la verdad. La espiritualidad,
como plataforma inicial, se ve reflejada en ese duro transitar de lucha
continua en contra de la mentira. La riqueza emocional de nuestra
pasión por la Revolución es la mayor ventaja que disponemos ante el
adversario.
La justicia es un concepto para entender la igualdad de
oportunidades y condiciones para el desarrollo social, las
reivindicaciones a las cuales tenemos derecho, incluso morales, que nos
permite la Revolución bolivariana, es consecuencia de nuestra forma de
entender la dignidad humana. La dignidad podría ser tomada como
sinónimo de justicia en la medida en que nos fortalecemos en alma y
espíritu, la cual se manifiesta de manera individual, en el plano de la
reivindicación, y de manera colectiva, en la solidaridad internacional.
La integridad es otro principio inserto en la dignidad, olvidado y
totalmente distorsionado por la oligarquía. Ser integro es ser un
pendejo. Los revolucionarios deben entender el principio de la
integridad como norma, como arma de guerra en contra de la corrupción,
en la lucha en contra del egoísmo insano con que asumimos nuestras
vidas.
La Revolución bolivariana necesita crecer intelectualmente en el
seno de sus cuadros, enseñarles que la insalubridad mediática a la que
somos expuestos a diario, puede socavar las bases de nuestra formación
política, devanar un caudal de miserias en nuestras mentes,
disminuyendo nuestra capacidad de compromiso. Debemos fortalecer
nuestra alma, interiormente entender qué somos, qué queremos, qué
perseguimos apoyando a esta Revolución bonita, para luego exteriorizar
ese mar de sentimientos en acciones que contribuyan a deformar y
contrarrestar esas matrices mediáticas que contaminan nuestro espíritu
en un claro proceso de desgate.
Somos hijos de un nuevo modelo político-social y económico que lidera nuestro comandante Chávez, es justicia apoyarlo.
No hay nada más excluyente que ser pobre.
Patria, Socialismo o Muerte…
Venceremos.