“El Caracazo”, es el fiel ejemplo del pueblo que siguiendo la herencia insurgente de Bolívar, decidió salir a las calles contra las medidas neoliberales y miles de venezolanos(as) fueron masacrados para acallar la voz del pueblo soberano, con la muerte. Con el despertar del movimiento militar bolivariano y el Comandante Chávez, se inicia la llegada de la revolución bolivariana para dignificar al pueblo.
El movimiento popular tiene la responsabilidad de luchar por profundizar los cambios, en este momento de transición, necesario es seguir esta premisa, luchando y combatiendo para derribar el viejo aparato jurídico burgués , es decir, “queremos gobernar” con la visión del nuevo modelo de sociedad socialista y “diputados como Fabricio Ojeda”, quien en vida diera, una demostración de ética socialista; sí, de ética socialista de la que lamentablemente se adolece en estos tiempos, específicamente la Asamblea Nacional, salvo raras excepciones. Cabria preguntarse: ¿por cuáles de los diputados que allí hacen "parlamentarismo", saldría la gente a la calle para defenderlo y apoyarlos? Por eso, necesitamos a diputados que salgan verdaderamente del pueblo, a lo Fabricio Ojeda.
¡Queremos gobernar! y ¡Queremos diputados como Fabricio Ojeda! (Solo sería darle al pueblo un poder establecido en el marco constitucional -articulo 168- para que el pueblo deje de hacer el papel de tonto útil, como lo ha venido haciendo a lo largo de más de 500 años). Estas consignas, contundentes y casadas con el poder popular, se leían en franelas y se coreaban en el evento: “Prohibido Olvidar” en honor al glorioso 27 de febrero y en solidaridad con nuestro pueblo hermano de Haití, el pasado 26 de febrero, en la Plaza Catia del Oeste.
La directa participación de los consejos comunales y de las organizaciones sociales en las políticas de planificación estadal deben constituirse en logros revolucionarios para la apertura de un camino que con el tiempo, se irá perfeccionando y que seguramente terminará por definir las características propias del modelo que queremos, que no es otro que el socialismo.
Para todos debe ser una garantía de la revolución que las estructuras comunitarias, en la dimensión que lo plantea el Consejo Federal de Gobierno y la Ley de los Consejos Comunales, sean las herramientas de profundización para tomar las riendas prioritarias del país y determinar su rumbo conforme a lo que aspira el soberano; en el entendido de que, el movimiento popular tiene vida propia y la actual plataforma revolucionaria solo servirá como ente creativo, en la fabricación de las herramientas cada vez más sofisticadas de esa participación, hasta que se logre el objetivo final: “todo el poder para el pueblo”.
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